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Amando de Miguel

Política y otras extrañezas

Lo fundamental es que los españoles (ahora llamados "las familias"; una regresión cristiana) estén entretenidos y así no se preocupen de que el dinero de sus impuestos se dirige, cada vez más, a ayudar a los ricos.

Se comprende que las autoridades económicas sean poco sensibles a la magnitud del ejército de parados. Eduardo Delgado de Arnaiz subraya el contraste entre el "currante" medio, que tiene que cotizar durante 35 años para poder cobrar su pensión, y el "sesteante" diputado a Cortes que le basta con siete años de calentar el escaño para merecer la pensión. Añade:

El ex jefe de la Oficina Económica del Presidente, el secretario de Estado David Taguas, cobrará el 80% de su salario durante 18 meses (que es el periodo en que ocupó el cargo) como indemnización por cese. Taguas percibirá unos 6.500 euros brutos al mes, más el sueldo de Seopan, que podría alcanzar los 25.000 euros también mensuales. Solbes ha apelado a la ética de Taguas para que no reclame la paga del Estado, pero el vicepresidente "se olvida" de que él mismo está cobrando ahora la pensión de ex comisario europeo (unos 3.800 euros al mes), con otro sueldo por estar en el Gobierno de 7.205 euros al mes (más la antigüedad por su condición de funcionario). Además, entre 2004 y 2007 estuvo percibiendo, junto al sueldo de vicepresidente, la indemnización por cese como comisario de Economía europeo (unos 8.500 euros al mes). Y cuando deje el actual cargo también cobrará la paga del 80% de su salario durante dos años.

Javier Botella Díaz (alumno mío y libertario) discrepa de mi apreciación sobre el texto constitucional, que para mí no dice que el Estado sea aconfesional. Don Javier sostiene que sí, que el Estado es aconfesional según la Concha o la Nicolasa (la Constitución del 6 de diciembre de 1978). Matizo mi opinión. La confesionalidad no es un concepto dicotómico (que es o no confesional) sino un punto en una escala de siete intervalos. Cada uno de ellos responde a una forma de relacionarse el Estado con las confesiones religiosas. Veamos los puntos de la escala de menos a más favor respecto a las confesiones religiosas:

  1. El Estado las persigue (suele encontrarse en períodos revolucionarios, por ejemplo la Revolución Rusa o la Revolución Francesa).
  2. El Estado no las persigue, pero las declara públicamente inexistentes (la Cuba de Castro).
  3. El Estado las reconoce a todas por igual, pero sin colaborar con ellas (la Francia republicana)
  4. El Estado las reconoce a todas por igual, y colabora con ellas sin primar a ninguna (los Estados Unidos).
  5. El Estado las reconoce a todas, pero colabora con ellas primando a alguna (España desde 1978).
  6. El Estado las reconoce a todas pero declara a una de ellas como establecida (el Reino Unido).
  7. El Estado se adhiere a una sola, dificultando la vida a todas las demás (Irán, Arabia Saudí).

¿Cuál es el Estado confesional? Para mí los intervalos 5, 6 y 7 con notables diferencias entre ellos. El Estado aconfesional sería el 3 y 4. Los intervalos 1 y 2 serían más bien los del Estado anticonfesional.

Sea cual sea la etiqueta, lo que parece claro es que, según la Concha, el Estado español colabora con las confesiones religiosas y especialmente con la Iglesia Católica. Lo que ocurre es que el Gobierno actual (en el que no hay ningún católico) hace todo lo posible por molestar a los católicos. No parece que sea una conducta muy constitucional. Hay una explicación para esa rareza. Resulta que el Gobierno socialista no puede hacer una política realmente socialista (la que promueve la igualdad). No puede o no quiere o no sabe; me da lo mismo, Ante ese vacío, lo único que se le ocurre es una serie de reformas de las costumbres de tipo radical. Ideológicamente, el Gobierno socialista actual es más el heredero de la Institución Libre de Enseñanza que el PSOE, aunque se haya hecho con esas siglas. Para tratar de enmendar esa contradicción insiste en que "el Estado es aconfesional". Es una operación de propaganda, arte en la cual el Gobierno es un maestro.

Agustín Fuentes comenta el suceso tan lamentable del intento de retirar los crucifijos de las escuelas. Su opinión es que quizá haya disminuido la práctica religiosa, pero no la religiosidad profunda o básica de los españoles. Es así, pero no creo que haya que llegar a ese argumento para mantener los crucifijos en las escuelas. La razón fundamental es que los españoles deben sentir a qué país pertenecen por los símbolos nacionales (banderas) o culturales (monumentos, letreros) que pueblan el paisaje. Reconozco el éxito de los iconoclastas al haber eliminado las banderas de muchas escuelas. ¿Seguirán adelante con los crucifijos? Para ser coherentes tendrían que suprimir las fiestas religiosas e incluso los domingos, pero también la costumbre de los regalos navideños (los Reyes Magos, o Papá Noel son igualmente religiosos) o los carnavales. Tendrían que desaparecer los nombres propios de santos o de personajes bíblicos (que son los más) y aun los apellidos con esa misma referencia (como el mío). Las calles con nombres de santos tendrían que volverse a bautizar. Bueno, la palabra "bautizar" tendría que ser eliminada del diccionario. No quedaría ahí la cosa; puestos a interpretar la "aconfesionalidad" del Estado (aunque propiamente la Constitución no se refiere a tal cosa), habría que borrar de la lengua común todas las expresiones relacionadas con la divinidad, los ritos litúrgicos, las devociones cristianas. Vive Dios que eso va a ser difícil. Hombre, influencias budistas hay poquísimas en la lengua española, pero las cristianas están por todas partes. Bien, no digamos "adiós", suprimamos el nombre y el símbolo de la Cruz Roja, desmochemos los cruceros gallegos, convirtamos las iglesias en discotecas y espás, vendamos los cuadros de tema religioso de los museos. Todo ello en nombre de la nueva deidad: la Constitución. Por cierto, que se quita el crucifijo que preside su juramento o promesa. La revolución no ha hecho más que empezar. Se va a armar la de Dios es Cristo. Lo fundamental es que los españoles (ahora llamados "las familias"; una regresión cristiana) estén entretenidos y así no se preocupen de que el dinero de sus impuestos se dirige, cada vez más, a ayudar a los ricos. Es decir, se ha sustituido la ética de San Martin (el de la capa) por la del misterioso principio de San Mateo ("al que tiene más, se le dará más"). Pero no hay forma de salirse del cristianismo. Perdón por las alusiones religiosas. No tengo perdón de Dios. Pero, en fin, esa es mi opinión. A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Gonzalo Gómez-Acebo entra en Google, pide Zamora y se despliega la leyenda: "Zamora, País Lliones". Acabáramos. Y yo sin saber que soy del País Lliones. Toda la vida de Dios me he sentido castellano de nación, por ser zamorano. Ahora lo soy de la comunidad de Castilla y León. El viejo Reino de León, magnífico, desapareció de la Historia hace mucho tiempo. Para mí que sus límites culturales serían hoy los de la provincia de León, que tiene una gran personalidad. Zamora queda en un rincón, un poco olvidada. Solo una comprobación. Repasen los programas de la tele sobre el tiempo meteorológico. Nunca mencionan el tiempo que hace o va a hacer en Zamora, pero continuamente se refieren al de Baleares (incluso con el detalle de las islas), Gerona, Alicante y otras muchas provincias. De Zamora, nada. Ahora me lo explico: es el País Lliones, un lugar imaginario.

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