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Amando de Miguel

¿Qué hacemos con Cataluña?

La Cataluña política queda destrozada, resulta ingobernable.

Qué ingenuidad la de suponer que una alta participación electoral en Cataluña iba a favorecer un vuelco electoral en favor del españolismo. La altísima participación ha beneficiado a todos los partidos. Por tanto, nos quedamos como estábamos. Para este viaje electoral (con lo que cuesta) no necesitábamos alforjas.

No menos candorosa ha sido la opinión de algunos comentaristas sobre la escasa validez de la encuesta a pie de urna. La verdad es que tanto esa encuesta como las preelectorales han calibrado bastante bien lo que iba a suceder en el escrutinio de los votos y escaños. El único cambio significativo ha sido el fulgurante ascenso de Ciudadanos, y eso que Albert Rivera no era candidato. Solo aparecía en efigie y descorbatado.

Lo significativo de estas elecciones es el triunfo en escaños de los partidarios de la independencia de Cataluña. Lo curioso es que son un revuelto ideológico que solo se unen para avalar la independencia de su país. Si no la han declarado ya en la noche electoral, no tendrán mejor ocasión de hacerlo en el futuro.

Téngase en cuenta que las independencias de algunos Estados europeos en el último siglo se han precipitado porque las demandaban el 80% o más de sus respectivas poblaciones. No es el caso de Cataluña, donde los votos a favor o en contra de la independencia se distribuyen aproximadamente al 50-50. Con el agravante de que los votos a favor ("juntos por el sí", qué tontería) son de su padre y de su madre. No hay forma de que puedan acordar un programa de Gobierno.

Tampoco es una cuestión de ganar o perder. La Cataluña política queda destrozada, resulta ingobernable. Económicamente el deterioro es aún mayor. Ya es triste para todos los españoles.

La verdad latente es que ni siquiera los independentistas quieren la independencia. Simplemente, amenazan con ella para conseguir su verdadero objetivo, que es un estatuto privilegiado dentro de España. No otra cosa es esa colección de eufemismos: "encaje" de Cataluña en España, “singularidad” catalana, “federalismo”, “tender puentes”, “diálogo”. Flors i violas, vaya. En el fondo, lo que quiere decir el enigmático es la constitución de una Cataluña independiente… subvencionada por el Estado español.

Una última perplejidad. Ninguno de los cabezas de lista de los seis partidos con representación electoral ha tenido experiencia de Gobierno. Esa sí que es una novedad. En pocos países se da una cosa así. Confiemos en que les asista la gracia del Espíritu Santo.

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