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Ángeles Pedraza

A merced de la serpiente

Está ganando ETA. Cuando la teníamos arrinconada, entre unos y otros le han permitido revivir y, a día de hoy, tener más fuerza política que nunca.

Está ganando ETA. Cuando la teníamos arrinconada, entre unos y otros le han permitido revivir y, a día de hoy, tener más fuerza política que nunca.

Le estoy cogiendo miedo a escribir sobre las humillaciones que recibimos las víctimas del terrorismo en los últimos tiempos. Y esto se debe a que cuando empiezo a escribir las primeras palabras conocemos una nueva atrocidad que supera con creces la anterior. Me criticaron por decir que 2013 iba a ser el año más duro para las víctimas del terrorismo. Sólo estamos en enero y no pasa el día en el que no veamos cómo nuestra memoria es golpeada.

Y los golpes proceden de los que más duelen: de aquellos que tendrían que protegernos, a las víctimas y a la democracia. Porque la democracia está herida una vez que se permite que los terroristas ganen y cojan ventaja, mientras se ningunea desde distintas instituciones y estratos sociales a las víctimas del terrorismo, las únicas víctimas de toda esta historia. Los héroes casi olvidados.

Y es que en los 30 días que llevamos de 2013 hemos visto, por ejemplo, cómo un individuo para el que la Fiscalía ha pedido la imputación por pertenencia a ETA ha sido designado senador por el Parlamento vasco. Un colaborador de los terroristas como Iñaki Goioaga campará libremente por la Cámara Alta. Con total impunidad. Y nadie ha hecho nada por evitarlo. Absolutamente nada.

¿No les suena esta historia? ¿No les recuerda a un tal Josu Ternera? Ese asesino sangriento que se reía de todos los españoles como miembro de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco, y que todavía tiene cuentas que rendir con la Justicia. Las víctimas del terrorismo vivimos un trágico déjà vu permanente viendo cómo los amigos de los asesinos están en las instituciones. Esos mismos que brindaban por los asesinatos y festejaban cada muerte tienen hoy cargos políticos.

Pero, como digo, no pasa un día sin que tengamos que desayunar con un nuevo ataque a la Verdad, la Memoria, la Dignidad y la Justicia. Lo último ha sido el nombramiento de un batasuno, Jonan Fernández, como director del Área de Paz y Convivencia del Gobierno vasco. Repito: Paz y Convivencia. ¿En serio puede mantener la cabeza alta alguien que acepta ese cargo cuando durante años representó a un partido terrorista que jaleaba, apoyaba y colaboraba en los asesinatos de ETA?

¿Qué pretende Urkullu con este nombramiento? Yo lo tengo muy claro: no solo quieren que nos sentemos en la misma mesa que la serpiente. Quieren acercar nuestros cuellos a sus dientes. Ni más ni menos. Aquí está ganando ETA. Cuando la teníamos arrinconada, entre unos y otros le han permitido revivir y, a día de hoy, tener más fuerza política que nunca. Esa es la tragedia de las víctimas del terrorismo. Esa es la traición a la historia y a la democracia.

Quieren diluir nuestra presencia y silenciar nuestra voz. Quieren emparejarnos con otras categorías de víctimas inventadas para sepultarnos en el olvido. Con estas decisiones, dan el bolígrafo a los etarras para que sean ellos los que escriban su propia historia de terror. A su manera. Vendiendo un conflicto inexistente donde sólo ha habido asesinos y víctimas inocentes. Quieren legitimar la historia de ETA para hacer borrón y cuenta nueva, evitando así que tengan pedir perdón. ¿Por qué? Por nada. Esa nada son 829 muertos y miles de heridos. ¿No se les cae la cara de vergüenza?

Pero no van a callarnos jamás. Cada día tenemos más claro que tenemos que ser las víctimas las que contemos la historia real de lo ocurrido, junto a los miles de ciudadanos que están a nuestro lado. Y las que tenemos que buscar Justicia. Algo falla en una democracia cuando son los más débiles los que tienen que luchar por algo que tendrían que hacer aquellos que han jurado defender la Democracia y nuestra Dignidad.

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