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Antonio Robles

La cárcel a medida de Pablo Escobar

Dar a un Gobierno golpista que ha hecho del 1º de Octubre y los 'presos políticos' el símbolo de la opresión del Estado sobre Cataluña la oportunidad de tenerlos en 'sus' cárceles es como entregar un lanzallamas a un pirómano.

Mientras el racista cultural Quim Torra (en las sociedades envilecidas hay que recordar a diario el apellido de los miserables para no olvidar la existencia del mal), mientras el presidente de la Generalidad, repito, prepara un aquelarre contra el jefe del Estado en Gerona, el presidente del Gobierno de España y la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, preparan el traslado de los políticos golpistas a las cárceles de Cataluña.

Ya no es cuestión de ideologías o maneras, una mayor tendencia al diálogo, traición o complicidad con los nacionalistas, sino de eficacia. Pedro Sánchez y Meritxell Batet han de calibrar y prever las consecuencias de sus actos. Si en ellos queda aún un mínimo de responsabilidad y capacidad científica para evitar una utilización aún más lesiva de los presos políticos contra España, han de prever la utilización que harán de ellos para sus fines secesionistas y una mayor satanización de España a nivel internacional.

Dar a un Gobierno golpista que ha hecho del 1º de Octubre y los presos políticos el símbolo de la opresión del Estado sobre Cataluña la oportunidad de tenerlos en sus cárceles es como entregar un lanzallamas a un pirómano. No olvidemos que las competencias sobre prisiones son exclusivas de la Generalidad. Y allí donde el golpismo se ha hecho con el poder, el Estado ha desaparecido.

En el momento en que Interior confirmase el traslado, el Gobierno de Torra, los medios de comunicación nacionalistas y la telaraña gubernamental de organizaciones afines (ANC, Òmnium Cultural, CDR, etc.) desatarán una campaña para exigir la vuelta a casa de los "presos políticos secuestrados" en cárceles españolas. Con el control del presupuesto por el Gobierno de la Generalidad, sobrará dinero para llevar a cabo performances a diario y coimas para medios extranjeros.

El recibimiento será apoteósico, baño de masas y esteladas, ternura y lágrimas abrazados a sus hijos, mientras TV3 genera imágenes y emociones en un relato épico de mártires. Por la noche, antorchas y poemas, quién sabe si con cientos de palomas blancas soltadas al amanecer. Ni siquiera faltarán las travesuras de los chicos de la gasolina de la CUP en plan carrerborroka. Sin contradecirse.

No se estrujen la imaginación, si han tenido la desvergüenza de incumplir sentencias durante años, si han tenido la desfachatez de anunciar una declaración unilateral de independencia y llevarla a cabo con luz y taquígrafos desde el mismísimo Parlamento, y, además, contarlo al mundo envueltos en valores democráticos sin el más mínimo pudor, imaginen cómo tratarán a sus héroes del lazo amarillo en las prisiones controladas por ellos mismos. Lo ha dicho exacto y escueto Pedro J. Ramírez: "Serían platós de televisión por la mañana, lugares de peregrinación por la tarde y hoteles de cinco estrellas por la noche".

Efectivamente, la cárcel se convertiría en un aquelarre separatista donde los presos golpistas podrían disponer de cualquier medio para difundir su propaganda con el efecto multiplicador de ser realizadas desde la cárcel, se podrían reunir entre ellos y con cualquiera a discreción, podrían planificar acciones y concertar fines. Fuera, un bosque de lazos amarillos y cientos de cruces adornadas por miles de velas encendidas rodeando el recinto recibirían visitas guiadas de escolares compungidos por la terrible injusticia. No habría día sin concentraciones y todo tipo de rituales de violencia enmascarada. Así se ha construido esta ficción, de ella mamará el próximo envite.

Es curioso, sin disparar un solo tiro, los golpistas podrían lograr una cárcel a su medida, como consiguiera el narco Pablo Escobar en Colombia después de una campaña de terror que quebró la voluntad del Gobierno de César Gaviria. El pacto alcanzado con el Gobierno de Colombia reducía sus innumerables delitos a uno solo, impedía su extradición a EEUU y permitía que el narcotraficante construyera su propia cárcel, escogiera a sus propios carceleros y dispusiera de todas las comodidades para él y los suyos. ¿Alguien duda de que el trato dispensado por carceleros separatistas a encarcelados golpistas sería idéntico al logrado por Pablo Escobar? Y lo que es peor, la quiebra de la legalidad ¿no nacería de la misma obscenidad e idéntica cobardía?

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