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Antonio Robles

La Diada que oficializó la ruptura de Cataluña

Lo dijo José María Aznar en pleno proceso de rebelión separatista: "Antes de romperse España, se romperá Cataluña". Y ayer se consumó esa ruptura.

Lo dijo José María Aznar en pleno proceso de rebelión separatista: "Antes de romperse España, se romperá Cataluña". Y ayer, 11 de septiembre de 2019, se consumó esa ruptura. El bloque separatista ha culminado la quiebra con la apropiación total de la Diada nacional. Los partidos constitucionalistas, incluido el PSC, se desentendieron de la llamada a la manifestación de marras. Oficialmente, la diada del 11 de septiembre de 2019 ha roto Cataluña en dos.

Ha sido una larga y persistente apropiación de todo el espacio público. Quizás el grito de guerra que definió su irreversibilidad fuera: "Las calles siempre serán nuestras". Antes habían nacionalizado la escuela, la lengua, el callejero, TV3, las instituciones autonómicas, los Mossos d’Esquadra, la simbología, la cultura, la interpretación de la historia…, incluso habían unificado el sentimiento de odio a España y excluido a insignes catalanes, cuya presencia delataba la impostura: Eugeni d’Ors, Josep Pla, Albert Boadella…

La noticia de ayer no fue el hundimiento de la participación (un 40% menos de asistentes), sino el rechazo explícito del catalanismo político (PSC), del constitucionalismo más desacomplejado (PP, Cs, Vox, dCIDE…) y otros espacios nacionalistas equidistantes como Els Comuns de Ada Colau.

La metáfora que mostró el rechazo sin complejo alguno fue la irrupción del himno nacional español en pleno acto institucional del presidente de la Generalidad, Quim Torra, ante el monumento a Rafael de Casanovas. Siendo pura anécdota, su significación simbólica representa el hartazgo de la Cataluña española en pleno aquelarre nacionalista. Nunca antes se evidenció la falta de respeto al himno nacional de Cataluña, a sus instituciones nacionales y a sus representantes como en esos momentos. Y su repercusión mediática facilitó perder el respeto a los amos de la masía en su acto litúrgico más telúrico. No podía darse un insulto mayor en pleno canto de Els Segadors, con los cardenales del proceso en éxtasis, y delante del sagrario del padre de la patria.

No es baladí, una vez el populacho lanza la primera piedra contra el reo, las siguientes vendrán en tropel. Y hay mucha rabia contenida, y muchas cuentas que saldar. En ambas orillas. Perdido el respeto a la ficción, roto el marco mental, el relato deja de cohesionar a la secta. Si encima la congregación está a la gresca, y en el memorial de agravios del Fossar de les Moreres se lían a tortas entre ellos, la sutura será muy difícil.

La comparación no resiste el abuso: si en nombre del derecho a decidir cortan carreteras, cruzan quitamiedos y queman neumáticos sin que los Mossos se personen en horas ni hagan nada para impedirlo, y sin embargo aparezcan al instante para identificar y perseguir a dos ciudadanos por poner el himno nacional de España a todo volumen el día de la fiesta nacional de Cataluña en la ciudad con más delincuentes de España, algo huele a podrido. Si TV3 es amparada por el régimen como la garantía de "información libre", y a los medios españoles se les agrede al grito de "¡Prensa española, manipuladora!", algo huele a podrido; si profesores y alumnos de la universidad catalana acosan e impiden el libre desarrollo de actos académicos en sus aulas en memoria de Miguel de Cervantes o en defensa de la Constitución, en nombre de la "libertad de expresión", y poner el himno de España a todo trapo en el balcón de un hotel se persigue por la policía política como "alteración del orden público", algo malsano ha podrido las bases democráticas de la sociedad catalana.

El inicio de la guerra de los Balcanes estuvo precedido por la acumulación de armas largas durante años de silencio para dotar a la policía de Croacia de un ejército. En Cataluña se está convirtiendo a los Mossos d’Escuadras en una policía política. Pronto, la frustración creada en amplias capas de la población por el delirio de sus gobernantes exigirá resultados ante el fracaso y las sentencias. Esto ha dejado de ser un juego electoral. Y se han sembrado muchos vientos.

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