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EDITORIAL

Con el separatismo no hay apaciguamiento posible

El movimiento separatista está más fuerte que nunca y sigue dispuesto a consumar el Golpe de Estado fracasado inicialmente el pasado 1 de octubre.

El partido político creado por Puigdemont con los escombros de Convergencia ha dado un nuevo giro todavía más radical tras el congreso celebrado el pasado fin de semana. El ex presidente regional prófugo de la Justicia se ha hecho con las riendas de su partido, el PDeCAT, y ha colocado al frente a sus fieles en una junta directiva encabezada por David Bonheví. El objetivo sigue siendo el mismo, lograr la secesión de Cataluña de manera consensuada con el Gobierno de España o por la vía unilateral.

En realidad, este congreso de la formación separatista es una argucia para disolverse a medio plazo en la Crida Nacional, una suerte de plataforma más amplia ideada por Puigdemont a modo de movimiento por la independencia, que debe aglutinar al resto de grupos separatistas.

Las primeras palabras del nuevo presidente del PDeCAT no han dejado espacio a la duda sobre cuáles son las intenciones de la nueva junta directiva apadrinada por el prófugo separatista. Así, en clara referencia a Pedro Sánchez, Bonheví ha dejado claro que su apoyo político en el Congreso de los Diputados queda supeditado a que el Gobierno dé pasos "en el derecho a decidir o en encontrar una solución política al problema catalán".

Ya pueden desgañitarse Sánchez y su portavoz apelando al diálogo con Quim Torra como el bálsamo que cerrará las heridas políticas en Cataluña, porque lo cierto es que el movimiento separatista está más fuerte que nunca y sigue dispuesto a consumar el Golpe de Estado fracasado inicialmente el pasado 1 de octubre.

Los separatistas nunca han ocultado sus verdaderos objetivos y solo el terrible complejo de los partidos nacionales ha permitido que pusieran en práctica con total tranquilidad su agenda política en la región catalana, a la que han llevado a la devastación económica y al conflicto social. Nadie debería, por tanto, sorprenderse por que los separatistas quieran separar a Cataluña del resto de España. Pero si alguien fingía albergar todavía alguna duda, las declaraciones de los nuevos dirigentes del partido independentista en las que reafirman sus intenciones de promulgar la secesión lo han dejado sin argumentos.

Todo ello demuestra, una vez más, que con el independentismo no cabe el diálogo ni la componenda. Hay que derrotarlo política y judicialmente utilizando todos los medios que la Constitución pone a disposición del Gobierno en casos de extrema gravedad. Pedro Sánchez debería darse por enterado de estas declaraciones de los nuevos dirigentes independentistas y actuar como se espera de un presidente del Gobierno responsable, que pone su deber constitucional por encima de un megalomaníaco afán personal.

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