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EDITORIAL

La educación en Cataluña, pura ingeniería social

Los nacionalistas se han servido de la educación pública y la prensa para llevar a cabo una lavado de cerebro colectivo.

El profundo lavado de cerebro al que ha sido sometido el conjunto de la sociedad catalana a lo largo de estos casi 40 años de nacionalismo imperante se ha llevado a cabo de forma meticulosa gracias al control de dos herramientas básicas: la educación y los medios de comunicación.

No es de extrañar, por tanto, que los profesores sean, de lejos, el colectivo de profesionales más independentista que existe en Cataluña, junto con el de periodistas, tal y como señala un informe de Convivencia Cívica Catalana. Seis de cada diez profesores militan en el separatismo y el 25% se declara votante de ERC, en ambos casos muy por encima de la media regional. Dada la absoluta dependencia financiera que presentan estos dos sectores con respecto al dinero público y el férreo control que ejerce la Generalidad sobre su funcionamiento y desarrollo, es evidente que el movimiento secesionista se ha valido de estos poderosos instrumentos para, por un lado, adoctrinar a varias generaciones de jóvenes en el odio hacia España y, por otro, manipular a la opinión pública mediante todo tipo de falsedades y mentiras, con el único fin de alimentar y consolidar su propia base electoral.

Los largos años de bombardeo ideológico al que han estado sometidos los catalanes han terminado desembocando en la trágica fractura social y el preocupante clima de incertidumbre política que padece hoy esta comunidad autónoma por obra y gracia de unos políticos irresponsables, desleales y sectarios.

Curiosamente, uno de los elementos que se suele emplear para justificar la existencia de la educación pública es la difusión de una serie de valores y principios comunes por parte del Estado con el fin de favorecer la integración y la unidad social dentro de un país, pero en el caso catalán, por el contrario, las autoridades políticas han aprovechado este resorte para sembrar la semilla de la división y el rechazo a todo aquello que no comulgue con el ideario separatista, lo cual resulta dramático, además de triste. Los nacionalistas han demostrado, sin duda, un alto grado de eficacia en esta materia y, como resultado, muchos jóvenes catalanes militan hoy en el movimiento separatista, tal y como les han enseñado.

Los responsables de este histórico desatino, sin embargo, no solo son las formaciones independentistas, sino las grandes fuerzas políticas a nivel nacional, con PSOE y PP a la cabeza, ya que dejaron hacer durante años, a pesar de los reiterados incumplimientos de la ley y de las sentencias judiciales que ha protagonizado la Generalidad en las cuestiones relacionadas con la educación, como, por ejemplo, el derecho de los padres a elegir el idioma en el que quieren educar a sus hijos. Esta vergonzosa dejación de funciones por parte del Estado ha sido convenientemente aprovechada por los nacionalistas para llevar a cabo su particular proyecto de ingeniería social.

Y lo peor de todo es que, a pesar de que dicho adoctrinamiento es indiscutible, el PSOE no duda en respaldar en el Congreso el modelo educativo catalán junto a ERC, demostrando, una vez más, que no han entendido nada de lo que está pasando en Cataluña. En un mundo ideal, la solución a este y otros problemas educativos consistiría en que los padres decidan libremente la educación de sus hijos mediante una verdadera competencia entre centros con absoluta libertad curricular gracias, entre otros mecanismos, a la implantación del cheque escolar para garantizar la igualdad de oportunidades. Pero, dado que ningún partido opta en la actualidad por algo ni remotamente similar, la única posibilidad de restaurar una educación decente en Cataluña consistiría o bien en que el Gobierno recupere esa competencia o bien en que la Inspección cuente con las herramientas necesarias para imponer el cumplimiento de la ley en las aulas. En caso contrario, los nacionalistas seguirán abusando de las instituciones y del dinero de todos los contribuyentes para lavar el cerebro a las futuras generaciones de catalanes con fines puramente electorales.

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