El choque de la borrasca Filomena con una masa de aire polar proveniente del norte de Europa ha desatado una tormenta de nieve como pocas veces se ha visto en España. Es inevitable que un evento de esta magnitud provoque numerosos problemas de movilidad en todos los órdenes, como estamos viendo especialmente en el centro y este de la península. Ahora bien, cuando se produce un temporal de estas características, la Administración ha de activar con urgencia todas las medidas necesarias para paliar sus efectos y devolver a los ciudadanos lo antes posible a la normalidad.
No puede ser que el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, personaje central sobre el que convergen todas las miradas cuando se producen eventos masivos como el que estamos padeciendo, comparezca a las cuarenta y ocho horas del desastre simplemente para echar balones fuera, como si el caos circulatorio en buena parte de España no fuera su responsabilidad. Tampoco es admisible que el presidente del Gobierno lo haga un día después que su ministro, para asistir a una fantasmagórica reunión de coordinación con Interior con el único objeto de informarse. Hasta ese momento, toda su gestión como máximo representante de Administración Española había sido un mensaje en las redes sociales pidiendo prudencia a los ciudadanos.
Como señalábamos al principio, estamos ante un temporal con escasos precedentes en las últimas décadas que, por fuerza, ha de producir severos inconvenientes. Ninguna sociedad puede dedicar indefinidamente medios humanos y materiales para hacer frente a unos fenómenos que se producen muy escasas veces en cada siglo. Siendo eso cierto, no lo es menos que los máximos responsables de coordinar los esfuerzos de las distintas administraciones en la lucha contra este temporal han demostrado un nivel de incompetencia y torpeza similar al que han acreditado en la lucha contra la pandemia del coronavirus.
Sánchez y sus ministros (Iglesias debe seguir en su mansión haciendo maratones de series televisivas) no han estado, tampoco esta vez, a la altura de las responsabilidades que les son exigibles. Su ineptitud para los cargos que ocupan ha quedado de nuevo en evidencia, al igual que el esfuerzo constante de las autoridades autonómicas y locales, que siguen en soledad trabajando para que la situación vuelva lo antes posible a la normalidad. Llegado el momento, los ciudadanos sabrán valorar a unos y otros.

