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Eduardo Goligorsky

El 14-F en la bola de cristal

Hoy el PSC es una avanzadilla de la gran conspiración contra la convivencia de ciudadanos libres e iguales, la integridad de España y la Monarquía.

Hoy el PSC es una avanzadilla de la gran conspiración contra la convivencia de ciudadanos libres e iguales, la integridad de España y la Monarquía.
El candidato del PSC a la presidencia de la Generalidad, Salvador Illa. | EFE

Los expertos en demoscopia, impotentes para desentrañar por vías científicas el significado de los datos contradictorios que emanan de las encuestas previas a las elecciones catalanas del 14-F, deben de sentir la tentación de repescar los antiguos medios de adivinación en busca de respuestas útiles para su clientela política. Pero ni así. Si consultaran la bola de cristal para este trance la encontrarían empañada. Adivina adivinador. Los arcanos del 14-F son insondables. Tanto lo son, que aunque el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña confirmó la fecha, aún andan sueltos un bicho y sus mutaciones cuya virulencia patógena puede alterar el calendario de los terrícolas.

La primera incógnita

Aceptemos, a modo de hipótesis, que las elecciones se celebrarán el 14-F, en medio del cataclismo sanitario, social y económico. Aquí aflora la primera incógnita, para la que ni las más sagaces pitonisas tienen respuesta: ¿cuántos ciudadanos acudirán a las urnas y cuántos ocuparán sus puestos en las mesas electorales? El precedente portugués en parecidas condiciones es aleccionador: una abstención del 60%, acompañada por un rebrote exponencial de los contagios. Si la deserción en Cataluña alcanzase un nivel parecido, ningún candidato podría jactarse de haber obtenido un triunfo plebiscitario, ni con una cifra muy superior al ambicionado 50% de los votos emitidos. La mayoría, cualquiera fuese el agraciado, sería muy precaria y descabezaría sin paliativos el alzamiento secesionista.

Fuera cual fuere la afluencia de votantes, está descartado que una lista pueda conquistar la mayoría absoluta de los votos emitidos. Por eso todas las cábalas giran en torno a los pactos en ciernes, sin los cuales habría que repetir las elecciones, como pronostica no una sino tres veces, en un mismo artículo, la columnista Lola García (“Algunos escenarios después del 14-F”, LV, 31/1/2021).

Uno de los pactos está cantado y no merece más disquisiciones. Si los resultados lo permiten, ERC, JxCat y CUP aparcarán sus diferencias circunstanciales y sumarán fuerzas para volver a intentar la sedición, como no se cansan de prometer sus cabecillas, desplegando el consabido arsenal de chantajes y tácticas subversivas hasta desembocar en la fantasmal república independiente. Diezmada, empobrecida, fragmentada y desprendida de Europa… pero esto qué importa a los capitostes de la banda.

El comodín trucado

Aquí es donde aparece como candidato sorpresa el comodín trucado en el garito de la Moncloa. Se llama Salvador Illa y, tras completar una disciplinada carrera como apparatchik del PSOE, perfeccionó sus dotes de vendedor de crecepelos en el papel de ministro de Sanidad. En lugar de ir “¡A las cosas!”, como exhortaba el maestro Ortega, se especializó en el arte de desplegar buenos modales para complacer a las clases medias biempensantes. Por ejemplo, Juan-José López Burniol denigra a los críticos del candidato, a quien define como “un hombre normal, que se comporta normalmente y dice cosas normales. Alguien que, por ello, inspira confianza y tiene credibilidad” (“¡A por Illa!”, LV, 30/1/2021). Y Llàtzer Moix opina: “Illa nos brindaría algo de lo que la política catalana carece: un estilo sobrio, conciliador, que elude la bronca y el insulto y prefiere persuadir al rival con planes integradores, antes que machacarle” (“Mensaje a los extravagantes”, LV, 31/1/2021).

Asusta comprobar que dos observadores intachables de la escena política y cultural de España en general, y de Cataluña en particular, se han dejado embaucar tan fácilmente por una trama sórdida urdida en las más altas instancias del poder. Si los engatusan a ellos, ¿qué se puede esperar de la masa de incautos? Detrás de este dechado de virtudes de urbanidad se oculta el contubernio de mal nacidos que está empeñado en desguazar España para convertirla en un mosaico de republiquetas bananeras.

¡A los hechos!

Nuevamente, ¡a las cosas! ¡Y a los hechos! Cuando nos ocupamos de las cosas y de los hechos, descubrimos que el hidalgo sobrio, conciliador, el hombre normal que se comporta normalmente y dice cosas normales, está destinado a ser, en la práctica, el ejecutor, en Cataluña, de los planes trazados por Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y el flamante ministro de taifas Miquel Iceta. Planes que coinciden, ¡ay!, con los de Esquerra Republicana de Catalunya y Bildu, mientras el Tripartito PSC, ERC, Comú Podem se incuba en el huevo de la serpiente. Estas son, al fin y al cabo, las cosas y los hechos de los que Illa jamás ha renegado y que, obedeciendo a la voz del amo, trae en su portafolios para el 15-F, si los números ayudan el 14: inmersión lingüística, amnistía de los golpistas, reforma del Código Penal, mesa de diálogo con mediador internacional, referéndum. Hasta llegar a la independencia con la paciencia que predica ERC y que el danzarín Iceta profetiza para dentro de veinte años.

Cuidado, Inés Arrimadas. Cuidado, Carlos Carrizosa. Cuando en sendas entrevistas (El Español, 27/1 y LV, 31/1/2021) planteáis como desiderátum el pacto PSC-Ciudadanos, os estáis disparando un tiro en el pie. Hoy el PSC es una avanzadilla de la gran conspiración contra la sociedad abierta, la convivencia de ciudadanos libres e iguales, la integridad de España y la Monarquía parlamentaria.

Vuestros -nuestros- aliados naturales son -como en otras comunidades autónomas y ayuntamientos- el PP y Vox. No lo dice la bola de cristal. Lo dictan el sentido común y el patriotismo. ¡A los hechos!

PS: Leo en la página web del Foro Dinastías que “el Rey debería reinar 2.186 años para ganar lo que Messi en cuatro”.

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