Era inevitable que se juntaran. Reptaban –y siguen reptando– todos ellos por las cloacas de nuestra España.Y aunque parecían deslizarse por alcantarillas paralelas, sus insidias terminaron por reunirlos. Me refiero, claro está, al excomisario José Manuel Villarejo y a los detritos del conglomerado de entreguistas, racistas, comunistas y paleoterroristas instalados en la Moncloa.
Sembrar cizaña
Cuando el extorsionador profesional regurgitó el bulo de que el Centro Nacional de Inteligencia había tolerado e incluso fomentado el atentado yihadista del 17-A en Barcelona y Cambrils para dar "un pequeño susto" a la sociedad catalana seducida por el independentismo, con un saldo de 16 víctimas mortales, los rufianes hispanófobos aprovecharon la oportunidad para sembrar cizaña y ERC, JxCat, CUP, Bildu, PDECat, BNG y MES Mallorca firmaron un pedido conjunto para que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el entonces director del CNI, Félix Sanz Roldán, comparezcan en el Congreso y den explicaciones.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, inyectó su dosis de veneno a la difamación y exigió en Twitter que "el Estado esclarezca la verdad (…) Y si las palabras de Villarejo son ciertas, son necesarias explicaciones ya (…) Conocemos bien cómo funcionan las cloacas del Estado, por eso exigimos que se investigue". El prófugo Carles Puigdemont demostró su afinidad con el navegante de las aguas servidas cuando aceptó su versión conspiranoica y pidió la intervención de la UE. Y si Puigdemont estaba presente en esta fosa séptica, tampoco podía faltar la mano de Putin. El pasquín digital elnacional.cat (antro de odio antiespañol vertido en lengua vehicular castellana) informó en exclusiva de que el canal de televisión ruso RT ha divulgado a bombo y platillo la chirigota de Villarejo.
La mejor definición
La mejor definición del comportamiento de estos trapaceros y de su relación con el reo fabulador la encuentro en el título escatológico de un artículo de Josep Martí Blanch, "Abrazarse a un excremento" (LV, 13/1/2022), que denuncia:
Lo cierto es que el excomisario siempre tiene a alguien en platea deseoso de aplaudirle. Eso sí, el respetable va cambiando en función del tipo de excremento que Villarejo evacua en cada nueva función. (…) ¿Podemos sacar algún provecho político de su último vaciado de tripas? (…) Así que esta semana le ha tocado el descorche de cava a cuenta de Villarejo al soberanismo, que se ha aferrado a sus declaraciones en la Audiencia Nacional para dar alas a la teoría de la conspiración que ve los atentados islamistas del 17-A de 2017 como una operación de terrorismo de Estado tras la cual estaban los servicios de inteligencia. Es un dislate que semejante barbaridad pueda fomentarse desde las propias instituciones y por parte de sus representantes. Apuntarse al carro de Villarejo es comprar billete moral para bañarse en un pozo negro.
Pere Aragonès lo ha confesado sin recato: "Conocemos bien cómo funcionan las cloacas del Estado". ¡Vaya si las conocen! Es en ellas donde él y su banda han negociado sin luz ni taquígrafos y a espaldas de la sociedad civil una infinidad de chanchullos con el contubernio Frankenstein. Por ejemplo, el indulto a los sediciosos impenitentes, la proscripción del castellano en las escuelas y las instituciones del gueto étnico, una cuota privilegiada de los fondos de recuperación europeos, la tolerancia con falsas embajadas en el resto del mundo, los agravios de las autoridades locales a la Corona, el monopolio de los medios de comunicación públicos para la propaganda subversiva y así hasta el hartazgo.
Preservar la salud pública
Los supremacistas están tan identificados con la podredumbre de las cloacas que las han instalado en la Generalitat para sus propias batallas cainitas, entre los clanes de Puigdemont, Junqueras y los antisistema. El más reciente intercambio de puñaladas traperas ha tenido por escenario nada menos que el cuerpo de los Mossos d’Esquadra, empezando por la defenestración intempestiva de su jefe, el sobrevalorado mayor Josep Lluís Trapero. Escribe Lola García, directora adjunta de La Vanguardia ("¿Qué está pasando en los Mossos?"):
La treintena de mandos relevados ha caído como un castillo de naipes. Una de las piezas que ha causado más estrépito ha sido la del relevo del jefe de anticorrupción, Toni Rodríguez, considerado un hombre de confianza de Trapero. Rodríguez investigaba casos como la presunta asignación de un sargento como guardaespaldas de Puigdemont en Bélgica, por el cual está pendiente de juicio el exconseller Miquel Buch; el caso de Laura Borràs, pendiente de resolución judicial; el de supuestos sobornos al expresidente de la Diputación de Lleida, Joan Reñé.
(…)
El objetivo de ERC al acometer esta controvertida operación es tomar el mando, hacerse con la principal herramienta al servicio de un eventual Estado. Aunque luego sean los primeros en cuestionar a su propia policía al dar pábulo, por ejemplo, a las teorías conspirativas del comisario Villarejo sobre los atentados del 17-A, que en su día desmontaron el comisario Sallens y el resto de los mossos que investigaron los ataques.
Lo dicho: Villarejo y los capos de las mafias secesionistas chapotean juntos en las mismas cloacas. La tarea de eliminar de raíz este foco letal de cochambre patológica sale de la órbita de la actividad política para adentrarse en el campo de la preservación de la salud pública y la higiene mental. De prisa, antes de que nos infecte a todos.