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Eduardo Goligorsky

Prepárate, amigo socialista

El Gran Felón y su cofradía nos han dejado a los pies de esta manada. Pero no desesperes. Todavía no han conseguido acabar con la Justicia.

El Gran Felón y su cofradía nos han dejado a los pies de esta manada. Pero no desesperes. Todavía no han conseguido acabar con la Justicia.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se saludan en el hemiciclo. | EFE

Cuando introdujiste en la urna una papeleta con las siglas PSOE o PSC, guiado por viejas querencias, fuiste víctima, amigo socialista, del timo de la estampita. Unos falsarios te hicieron creer que estabas votando al Partido Socialista Obrero Español o al Partit dels Socialistes de Catalunya, cuando en realidad esas letras eran solo el cebo urdido para hacerte morder un anzuelo envenenado con efectos retroactivos. Te remontaste por el túnel del tiempo a 1919 y caíste en el preciso instante en que una fracción del PSOE rompió con la Segunda Internacional socialista y se incorporó a la Tercera Internacional bolchevique. Actuaste, abducido, como si pertenecieras a esa fracción cismática, marxista-leninista, a pesar de que siempre la has aborrecido por su índole mortífera.

Felipe González mandó parar

Desde entonces ha corrido mucha agua bajo los puentes. Hubo periodos en que los comunistas abrazaban a los socialistas hasta asfixiarlos en los frentes populares, y otros en que los tildaban de socialfascistas. Hasta que llegó Felipe González, sustentado ideológica y económicamente por la socialdemocracia alemana, y mandó parar. El Congreso Extraordinario del PSOE borró el marxismo, la autodeterminación y otras pamplinas del programa en septiembre de 1979.

Ese fue, a partir de entonces, tu partido, con sus virtudes y sus defectos. Muy distinto del partido que creíste votar en el 2019, cuando el Gran Felón ya lo había convertido, a tus espaldas, en una versión esperpéntica de aquel otro que se bolchevizó en 1919, cuando los idealistas todavía podían depositar sus esperanzas en la Revolución Rusa. Pero ya no. Los cien millones de muertos y la secuela de corrupción y miseria que dejó el comunismo allí donde imperó pesan como una lápida sobre su imagen. A pesar de lo cual sobrevive valiéndose de los más obscenos subterfugios para encaramarse en las cumbres del poder. Con la colaboración indispensable de salvapatrias inescrupulosos que le prestan su marca registrada y le sirven de tapadera.

Llegan emboscados

Prepárate, amigo socialista. Ya están aquí. Llegan emboscados tras las estampitas que los timadores te vendieron como si fueran billetes de curso legal. Este aquelarre es un caso extremo sin equivalentes en la Europa del siglo XXI. Mientras que en la mayoría de los países de nuestro entorno, excepto Francia, los partidos comunistas han cambiado de nombre, aunque conserven las mañas, aquí tenemos un Partido Comunista de España con todas las letras.

Sus defensores argumentan que desempeñó un papel sobresaliente en la lucha contra el franquismo, pero omiten recordar que no la libró por vocación democrática sino obedeciendo las órdenes de Stalin y desgarrado por feroces purgas sectarias. Su líder, Santiago Carrillo, fue implacable con su oposición interna, y cuando se adscribió al eurocomunismo del italiano Enrico Berlinguer y abjuró de los fetiches republicanos para colaborar en la Transición hacia la Monarquía parlamentaria, sus detractores le aplicaron el mismo trato punitivo que él había empleado con los disidentes. Su Némesis fue Julio Anguita, un inquisidor que no cejó hasta conseguir que el hereje fuera expulsado del PCE y este recuperara sus dogmas republicanos y marxista-leninistas. Anguita opera entre bambalinas como mentor de Pablo Iglesias y su tropa y, por interpósita persona, injerta un lóbulo tóxico en el cerebro del monstruo plurinacional creado por el doctor Sánchez Frankenstein.

Gato por liebre

Enric Juliana retrata esta simbiosis de Podemos con el PCE, aunque intenta hacer pasar gato por liebre atribuyendo a su actual dirección hija de Anguita los méritos del eurocomunismo hoy excomulgado ("Yo fui un ministro de Stalin", LV, 13/1):

Podemos no es el PCE, pero sus principales dirigentes se han formado sentimentalmente en el interior de ese surco histórico. Un surco que combatió a Franco, pactó la Constitución y ahora, mucho tiempo después, vuelve al gobierno.

Vaya si vuelve al gobierno. Vuelve para demoler las conquistas de la Transición, abolir la Constitución, exhumar el guerracivilismo junto con la momia de Franco, e importar a España los modelos dictatoriales y empobrecedores del Tercer Mundo. Alberto Garzón, comunista de tomo y lomo, ministro de Consumo, ha calificado de "sostenible" el racionamiento de los productos de primera necesidad que impera en Cuba, donde la escasez de lo imprescindible en el comercio estatal convive con la especulación en el mercado negro y con su ramificación mercenaria en la prostitución rampante de "jineteras" y chavales hartos de la falsa moral castrista.

Otro que bien baila es el ministro de Universidades, Manuel Castells. Respaldado por una plétora de títulos académicos, llegó al Gobierno en representación de la franquicia catalana de Podemos, con el aval de la alcaldesa Ada Colau y su conglomerado antisistema. Castells hace ostentación de su afinidad ideológica con el comunismo recauchutado, con el amotinamiento callejero y con los bárbaros hostiles a nuestra civilización. Cito, como botones de muestra, tres de los muchos sermones donde vierte sus compulsiones radicales y que publica regularmente en La Vanguardia. La primera de las afinidades citadas la exhibió en "Comunistas" (21/5/2016); la segunda en "Y la nieve ardía" (28/12/2019); y la tercera en "Tambores de guerra" (10/1/2020), donde desahoga su disgusto por la eliminación, dron mediante, del general Soleimani, jefe de las milicias asesinas jomeinistas.

El foco pútrido

Prepárate, amigo socialista. Nuestras desgracias no terminan con la investidura de un gobierno en el que cohabitan la degeneración sanchista del viejo tronco socialista y la versión maquillada del comunismo atrófico. El foco pútrido de la gangrena está fermentando en los reductos de los enemigos de España. Son los partidos y movimientos que arriendan sus escaños al contubernio gobernante a cambio de que les permitan continuar socavando el Estado de Derecho. Proclaman desfachatadamente en el Parlamento que les importa un comino la gobernabilidad de España y, sin embargo, los traidores les entregan las llaves de esa gobernabilidad, les aseguran la desjudicialización de sus delitos de sedición y les prometen entregarles las cabezas de los fiscales y jueces insobornables para así garantizarles la impunidad.

No te hagas ilusiones, amigo socialista. Quien se ciscó en la gobernabilidad de España y tildó de "verdugos" a los socialistas con los que estaba conchabada y a los que tú votaste, fue la diputada portavoz de ERC, el partido a cuya disciplinada abstención le debe la investidura el Gran Felón. Advierte Félix Riera, siempre mesurado en sus juicios ("ERC y Catalunya", LV, 14/1):

Si observamos el camino realizado hasta hoy por el independentismo, veremos que la única intención clara que tienen todas sus fracciones enfrentadas entre sí es consolidar una vía para romper lo más rápidamente posible con España. La propuesta política de ERC para Catalunya es influir en que gobierne la izquierda en España y mantener el bloque independentista en Catalunya. (…) Dicho de otro modo, no se trata de esperar qué puede dar el Gobierno español sino de cosechar pequeñas y casi imperceptibles victorias para lograr un referéndum para conseguir la independencia.

No desesperes

Los que sí se hacen ilusiones son los truchimanes del proceso secesionista. Envalentonados por la estulticia de los subastadores de la integridad de España no ponen límites a sus apetitos ni a los medios para saciarlos. Francesc Marc-Álvaro, que últimamente fungía de conciliador, muestra su talante más belicoso ("O segunda transición o nada", LV, 9/1):

No queda más remedio que tomar el camino de la cirugía y olvidarse de la cosmética. (…). Sin bisturí no habrá gobernabilidad ni segunda transición. Ni nada.

Ya ves, amigo socialista. El Gran Felón y su cofradía nos han dejado a los pies de esta manada. Pero no desesperes. Todavía no han conseguido acabar con la Justicia, aunque lo están intentando. La Justicia acabará con ellos.

PS: A ti, amigo liberal, te embaucaron los "progres" con el tocomocho de que Ciudadanos se había derechizado por sus acuerdos con Vox, y te abstuviste. El resultado fue que el frente constitucionalista sufrió un golpe bajo y, además, el incómodo pero indispensable Vox se puso muy por delante de Ciudadanos en el recuento de votos y diputados. Mira ahora la amenaza que representa el monstruo creado por el doctor Sánchez Frankenstein para la integridad de España, para la Monarquía parlamentaria y para nuestra sociedad de libres e iguales. Y arrepiéntete de haberte abstenido.

La primera vez que te engañen será culpa del otro, la segunda vez será culpa tuya (Proverbio árabe).

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