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Elías Cohen

Israel, país puntero en derechos LGTB

El Estado judío es un auténtico oasis en una región marcada a fuego por la homofobia.

El Estado judío es un auténtico oasis en una región marcada a fuego por la homofobia.

Ahora que ha habido un repunte, amplificado en las redes sociales, del apoyo mundial a los derechos LGBT en todo el mundo, tras la histórica decisión del Tribunal Supremo de los EEUU, es menester recordar el historial de otro país que, siendo más joven y teniendo una estructura socio-jurídica más compleja en lo referente a uniones matrimoniales, ha sido y es puntero en los derechos y libertades sexuales, así como el único de Oriente Medio –y el primero de Asia– donde la bandera multicolor ondea, como señaló un informe del poco sospechoso The Independent en 2008: Israel.

Primeros pasos

Desde su fundación, en 1948, el desarrollo del ordenamiento jurídico de Israel ha dado lugar a un sistema complejo y único, en palabras de Aharón Barak, expresidente del Tribunal Supremo: la Israeli common law, que tiene como base una estructura jurídica heredada del Mandato Británico. Esta herencia incluía una ley que prohibía la sodomía. Sin embargo, no existe registro o constancia de que hubiera sentencia condenatoria contra adultos que mantuvieran relaciones homosexuales consentidas en privado (sí se echó mano de esta ley para incluir el agravante de sodomía en delitos sexuales). En 1963, tras una decisión del fiscal general de 1960, el Tribunal Supremo estipuló que dicha ley no debía aplicarse a las relaciones consentidas en el ámbito privado –unos años antes, el Reino Unido condenó a Alan Turing por "indecencia"–. Aunque la ley quedara relegada al olvido práctico, siguió formando parte del derecho positivo israelí hasta 1988, cuando la Knéset la derogó.

Matrimonio

En Israel no existe el matrimonio civil, es una deficiencia democrática que ya comentamos. No obstante, reconoce los matrimonios civiles celebrados en el extranjero, incluidos –desde 2006– los celebrados entre personas del mismo sexo. Las parejas homosexuales que no han contraído matrimonio en el extranjero ostentan todos los derechos y obligaciones de las uniones de hecho, como exenciones de impuestos por formar parte de sociedades conyugales, y desde el año pasado, gracias a la iniciativa de los entonces ministros Tzipi Livni y Yair Lapid, también tienen derechos hereditarios.

Adopción

En la adopción ha sucedido igual que con el reconocimiento de las uniones de hecho: los tribunales han reinterpretado la ley y conseguido hacer que sea posible que parejas del mismo sexo adopten. Aunque la Ley de Adopciones no establece que las parejas homosexuales puedan adoptar –sólo en casos restringidos, cuando el adoptante tiene vínculo de sangre con el adoptado–, en el año 2005 el Tribunal Supremo se acogió al artículo 25 de dicha ley –y a unas "circunstancias especiales" que tienen en cuenta el bienestar del menor– para que las lesbianas Tal y Avital Jarus-Hakak pudieran adoptar. Tres años después, y gracias al soporte jurisprudencial del Supremo, el fiscal general Menahem Mazuz dictó que las parejas del mismo sexo podrían adoptar aun sin vínculo familiar con el menor –aunque en enero de 2014 el Supremo perfiló la decisión y estableció sólamente la adopción por subrogación–. El 10 de marzo de 2009, el tribunal de familia de Tel Aviv dictaminó que el exparlamentario Uzi Even y su pareja podían adoptar legalmente. No obstante, sigue sin reconocerse formalmente el derecho de las parejas homosexuales a adoptar.

Protección legal

En 1992 la Knéset aprobó una ley que prohibía la discriminación laboral por motivos de orientación sexual, adelantándose así a muchos países occidentales. La Unión Europea publicó una directiva en el año 2000 en el mismo sentido; en Alemania, sólo el estado de Brandeburgo había aprobado una legislación parecida en 1992, y España hizo lo propio en 1996.

En el Ejército, donde actualmente está prohibido el acoso por orientación sexual, se reconocen las parejas homosexuales y se les permite expresar su condición –en marcado contraste con eldon’t ask, don’t tell del Ejército norteamericano, hasta hace poco vigente–, también se convivió con las leyes penales contra la homosexualidad heredadas del Mandato. Los militares, a raíz de la sentencia del Tribunal Supremo ya mencionada de 1963, despenalizaron de facto la homosexualidad pero la trataron como una enfermedad mental. Ciertamente, hasta los años 80 los comandantes todavía tenían que informar al departamento de psiquiatría de los soldados homosexuales, a pesar de que psicológicos y psiquiatras dejaron de considerar la homosexualidad como enfermedad mental en la década anterior. Después del cambio de política respecto a la calificación de la condición homosexual, en 1993 la Knéset cambió el reglamento militar para que gais, lesbianas y bisexuales pudieran servir en el Ejército en condiciones de completa igualdad.

Tel Aviv como referente y refugio

La capital económica del país ha ido erigiéndose como el paradigma de la libertad sexual en la región. En 2007 el magazine OUT la nombró "capital gay de Oriente Medio", y en 2012gaycities.com y American Airlines elaboraron una encuesta en la que Tel Aviv fue designada como la ciudad más gay-friendly del mundo; el Calgary Herald hizo lo propio en 2011.

Si un homosexual observa el mapa de Oriente Medio, con la excepción jordana, que permite las relaciones homosexuales en el ámbito privado, sólo podrá encontrar un lugar seguro: Israel. Los homosexuales palestinos también lo han entendido, y huyen de la discriminación en los territorios palestinos y se esconden en Tel Aviv, tal como relató la BBC en 2003; su drama fue reflejado en el documental The Invisible Man, premiado en el Festival de Cine LGBT de San Francisco en 2012. A este respecto, es de reseñar la decisión del Ministerio del Interior de marzo de 2008, por la que otorgó el permiso de residencia a un palestino gay de Yenín que solicitó residir junto a su pareja israelí en Tel Aviv, ya que por su condición de homosexual su vida peligraba en los dominios de la Autoridad Palestina.

Aceptación social

Aunque la opinión preconcebida sobre Israel tienda a percibir una fuerte influencia religiosa y conservadora en su opinión pública, existe una aceptación altísima de la realidad LGBT, tanto en los más altos estamentos políticos como entre la ciudadanía. Antes de dejar el cargo, el anterior presidente, Simón Peres, expresó públicamente su apoyo al matrimonio homosexual; y de acuerdo con una encuesta realizada por el Instituto Angus Reid Global Monitor en 2009, el 61% de los israelíes apoya el establecimiento del matrimonio para parejas del mismo sexo, y un 60% la adopción.

Como todos los demás, Israel es un país que tiene ciertas peculiaridades y problemas internos, tanto sociales como jurídicos, de gran calado. Pero, conviviendo con una legislación que no permite el matrimonio civil y el gran peso de la Rabanut (órgano del Estado controlado por ultraortodoxos que tiene importantes competencias y regula el matrimonio), los jueces y los políticos israelíes, amparados por una mayoría social, han conseguido, y mucho antes que países más consolidados y con menos problemas, crear un entorno que permite considerar a Israel uno de los países punteros en derechos LGBT.


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