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Emilio Campmany

El voto al Senado

Si el problema más importante que tiene España es la sublevación blanda que contra el Estado mantiene la Generalidad, es crucial tener una mayoría suficiente en el Senado para poder hacerle frente legalmente.

Si el problema más importante que tiene España es la sublevación blanda que contra el Estado mantiene la Generalidad, es crucial tener una mayoría suficiente en el Senado para poder hacerle frente legalmente.
Albert Rivera, Pablo Casado y Santiago Abascal | Cordon Press

Es tradicional quejarse de las listas cerradas. Sin embargo, el Senado se elige por listas abiertas y en ninguna convocatoria hay debate acerca de la conveniencia de votar, por encima del partido por el que se presenta cada cual, a Fulano o a Mengano. Podría atribuirse la indiferencia a la escasa importancia que la Cámara Baja tiene en nuestro sistema. Pero tal consideración, que podría haber valido para elecciones anteriores, no es cierta en éstas. Es bien sabido que la Constitución atribuye en exclusiva al Senado la función de aprobar o rechazar la intervención de una comunidad autónoma por parte del Gobierno, tal y como establece el artículo 155. Aquí, el Congreso de los Diputados no tiene nada que decir.

No obstante, la iniciativa siempre corresponde al Gobierno. De manera que, en la medida en que Sánchez tenga garantizado seguir en la Moncloa, el voto al Senado seguirá siendo tan irrelevante como siempre. No obstante, hay una probabilidad razonable de que el bloque de la derecha reúna una mayoría suficiente que le permita gobernar. Y ¿de qué le serviría al votante de derechas lograr el resultado ansiado si luego el Gobierno de coalición que se forme no puede aplicar el 155 porque no tiene mayoría en el Senado? Casado ya ha contestado a esta cuestión diciendo que le da igual, que puede conseguir un efecto similar mediante la aplicación de otras leyes. No parece que haya leyes suficientes para eso. Pero, aunque las hubiera, no sería el camino correcto, pues se trataría de un fraude de ley de libro. Recuérdese que se da tal cuando se obtiene, mediante la aplicación de una norma, el resultado prohibido por otra que es la que procede realmente aplicar. Una intervención de facto de una autonomía sin la aplicación del 155 es ilegal.

Así que, si el problema más importante que tiene España es la sublevación blanda que contra el Estado mantiene el Gobierno de la Generalidad de Cataluña, es crucial tener una mayoría suficiente en el Senado para poder hacerle frente legalmente. Hoy por hoy, siendo como es el PSOE el partido que será más votado, es imposible que el bloque de la derecha consiga esa necesaria mayoría. La única forma de lograrlo es que los tres partidos en liza, Ciudadanos, PP y Vox, aprovechando la feliz circunstancia de que en cada provincia los electores votamos a tres candidatos, obren de consuno, retiren a dos de sus tres personas propuestas y nos pidan que votemos a las tres que queden, una de cada uno de los tres partidos. No lo harán, por supuesto, y eso significará que a ninguno de ellos les importa tanto como dicen el desafío de los separatistas catalanes. A los electores nos falta coordinación para poder ponernos de acuerdo sobre los tres que habría que votar en cada provincia. Y así será como la derecha perderá la mayoría en el Senado y la posibilidad de aplicar el 155, aunque consiga formar Gobierno. Típico efecto perverso de la miopía y el egoísmo de los políticos españoles.

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