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Emilio Campmany

Españoles en Cataluña

Alguna explicación tendrá que personas que no desean la independencia voten a partidos independentistas.

Uno de los aspectos más dolorosos de una hipotética independencia de Cataluña es el de las condiciones en que quedarían los catalanes que hubieran querido que Cataluña continuara siendo España. Los que nos hemos mostrado partidarios de esa independencia como solución preferible a seguir cediendo y tolerando que la Constitución sea papel mojado allí hemos recibido airados reproches por estar abandonando a nuestros compatriotas. No cabe duda de que gran parte de la culpa de lo que allí sucede la tienen los sucesivos Gobiernos de la nación que han permitido que en aquella región no se cumplan las leyes. Y, por lo tanto, también lo somos nosotros, el resto de los españoles, por, no obstante esa dejación, haber seguido votándolos.

Sin embargo, también hay otros responsables. Durante todos estos años, los partidos nacionalistas en Cataluña han recibido un amplio apoyo por parte de los catalanes. No sólo eso, sino que los partidos de ámbito nacional han tenido que adoptar discursos nacionalistas para mejorar sus resultados. Puesto que los independentistas siempre han sido una minoría, hay que concluir que durante lustros los nacionalistas han recibido el generoso respaldo de catalanes que no deseaban la independencia. ¿Por qué? A veces he estado tentado de pensar que era porque esos partidos, a través de la extorsión nacionalista, conseguían para la región privilegios y concesiones que eran apreciados tanto por nacionalistas como por los que no lo eran y por eso eran los partidos que las extraían los más votados. No sé si será así, pero alguna explicación tendrá que personas que no desean la independencia voten a partidos independentistas.

En cualquier caso, los principales responsables de lo que ocurre son esos españoles que desean seguir siéndolo y que sin embargo han estado negando su voto a partidos que abiertamente se oponen a la independencia y se lo han estado dando a quienes de una u otra forma aspiraban a ella. Por lo tanto, no creo que la culpa la tengamos que tener ahora los que, desde fuera de Cataluña, demostremos nuestro hastío frente a las extorsiones y menosprecios nacionalistas prefiriendo una Cataluña independiente con tal de librarnos del chantajista. La culpa la tienen los que, sin ser independentistas, han estado alimentando con sus votos a esos partidos y dirigentes y nunca se los retiraron ni se avergonzaron de que se emplearan para coaccionar al resto de los españoles. Tampoco los desdenes y desplantes dedicados a España y a sus símbolos alentados o justificados por esos partidos les hicieron perder respaldo entre sus votantes que no eran independentistas. Al contrario, cuanto más éxitos lograba ese chantaje, cuantos más insultos lo adornaban, más apoyo recibían esos partidos. Y ahora, esos que en realidad según parece no desean la independencia quieren que los chantajeados les salvemos del abismo al que los chantajistas los quieren conducir, probablemente mediante una enésima concesión económica que siempre estimarían justificada en que ellos son de alguna manera especiales. Por lo que a mí respecta, es demasiado tarde.

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