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Emilio Campmany

La ira del gurú despechado

Salió trasquilado del duelo con Miguel Ángel Rodríguez. Dispongámonos a asistir al que tendrá con Félix Bolaños.

Salió trasquilado del duelo con Miguel Ángel Rodríguez. Dispongámonos a asistir al que tendrá con Félix Bolaños.
En segundo plano, Iván Redondo cuando aún era la mano derecha de Pedro Sánchez. | EFE

Hace unas semanas, Iván Redondo pronosticó que Yolanda Díaz sería la presidenta del Gobierno de España. El pronóstico era sin duda muy aventurado, no por ser mujer la interfecta, que eso no le proporciona más que ventajas, sino por ser comunista, que es ideología que, siendo inexplicablemente atractiva para muchos españoles, está todavía gracias a Dios muy lejos de ser mayoritaria. Cualquiera diría que el hervor en la sangre, calentada por la cólera de haber sido lanzado de la Moncloa, le había derretido los sesos y era el cabreo y no el buen juicio el que hablaba. Y nadie le hizo mayor caso.

Pero al poco Yolanda Díaz empezó a hacer y decir cosas impropias de su escasa mollera y a sus habituales patochadas añadió una pimienta que no sabíamos que tenía. A primeros de mes, por ejemplo, dijo:

Yo trabajo para la sociedad en su conjunto y las políticas que despliego son para la mayoría social. Yo no quiero estar a la izquierda del PSOE, le regalo al PSOE esa esquinita. Eso es algo como muy pequeño y muy marginal. Yo creo que las políticas que despliego son transversales.

Es evidente que es imposible alcanzar la presidencia del Gobierno con la etiqueta de la extrema izquierda y entra dentro de lo lógico que, si aspira a la Moncloa, Yolanda Díaz busque el modo de sacudirse el sambenito. Y tachar su movimiento de transversal es una forma de empezar a hacerlo. Otra cosa es que la intención constituya una evidente amenaza para el PSOE, cuya alianza con Podemos precisamente tanto le ha hecho escorarse a la izquierda. Pero la cuestión es: ¿esto se le ha ocurrido a ella sola? Es posible, pero, a la vista de sus antecedentes, improbable. Detrás de las cortinas, donde antes no había nadie, ahora tiene que haber alguien.

Luego, al día siguiente, Díaz dijo:

El 15 de febrero, como ya la pandemia azotaba fuertemente a Italia, convoqué a mi equipo, porque tenía la convicción de que Italia es España y, por tanto, teníamos la necesidad de desplegar un montón de medidas, porque veíamos lo que iba a pasar. Tanto fue así, que el 4 de marzo presenté una guía que fue enormemente polémica en el Gobierno y también fuera, se me acusó de ser una alarmista... En fin. Esto fue en la antesala del 8 de marzo.

Esta jugada ya no es un tantarantán cualquiera, esto es un puñal dirigido directamente al quinto espacio intercostal de Pedro Sánchez. La acusación es muy grave, pero ¿tiene sentido hacerla año y medio después de los acontecimientos? ¿Por qué ahora? Pues porque ahora está ese alguien escondido bajo los faldones de la mesa camilla susurrando a la candidata lo que tiene que decir. Y, si se considera la mala baba de los consejos, no pueden provenir de otro que del gurú cabreado. Salió trasquilado del duelo con Miguel Ángel Rodríguez. Dispongámonos a asistir al que tendrá con Félix Bolaños.

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