Menú
Emilio Campmany

No son las personas, es la política

Lo grave es ser presidente a costa de someter el Gobierno de España a la extorsión de comunistas, golpistas y filoetarras.

Lo grave es ser presidente a costa de someter el Gobierno de España a la extorsión de comunistas, golpistas y filoetarras.
Pedro Sánchez, en la Moncloa. | EFE

Sánchez es un cascarón vacío al que tan sólo le importa seguir siendo presidente del Gobierno. Como las encuestas le auguran que, de seguir así, muy pronto dejará de serlo, está intentando remontar. Y cree que hay que cambiar a quienes, por obedecerle, le llevaron a esta situación. Probablemente lo ha hecho siguiendo el consejo de otro, pues él carece de imaginación para pergeñar ninguna estrategia. Y ese otro no puede ser más que Félix Bolaños. Sin embargo, de lo que no se da cuenta el innoble político es que el problema no es de táctica, de cómo presentar su política. El problema es su política, que no puede cambiar porque es fruto de sus acuerdos con comunistas e independentistas, indispensables para mantenerse en el poder.

Bolaños ha debido de convencerle de que tiene mejores argucias que las de Redondo para convertir una deriva tontiloca de cesiones a múltiples radicales en una política de estadista serio. Y en esas está. Por supuesto, en economía hay que necesariamente atenerse a recetas ortodoxas porque la Unión Europea no se va a dejar engañar y es imprescindible acceder a sus fondos para intentar una recuperación sin la cual no habrá remontada en las encuestas. Eso explica el ascenso de Calviño. La pandemia, por otra parte, está a punto de ser pasado y el tiempo podría hacer olvidar el modo errático en que se ha gestionado. Pero ¿cómo ocultar que el Gobierno es víctima de un chantaje constante? Hoy mismo, nada más acabar el primer Consejo de Ministros del nuevo equipo de Sánchez, la flamante portavoz no sólo ha evitado condenar al régimen cubano, sino que se ha negado a calificarlo como lo que inequívocamente es, una dictadura comunista.

José Manuel Albares puede darse cuenta de que darle la brasa al presidente de los Estados Unidos durante un breve paseo no es una cumbre, y podría haber aconsejado renunciar a ello antes que dejarse humillar. Pero eso no habría evitado el ninguneo al que Joe Biden somete a Sánchez, entre otras cosas, por la política española de protección a la dictadura chavista en Venezuela. La única forma de cambiar eso es endurecer nuestra posición frente a las dictaduras de izquierda en Hispanoamérica. Y eso Sánchez no puede hacerlo. Quizá no sólo por los compromisos con Podemos.

Lo perjudicial para el presidente no fue fichar a Iván Redondo, un asesor tan sólo docto en apariencias, o a Carmen Calvo, una nulidad intelectual, o a José Luis Ábalos, un amigo del chavismo. Todo eso fue nocivo porque no se puede dejar a un asesor de imagen que determine los contenidos políticos, porque no puede permitirse a una ignara la dirección del día a día del Gobierno y porque no se puede dar lugar a que España se incline ante una dictadura. Con ser esto nocivo, no es lo peor. Lo grave es ser presidente a costa de someter el Gobierno de España a la extorsión de comunistas, golpistas y filoetarras. Y eso no hay Redondo ni Bolaños que lo arregle.

Temas

En España

    0
    comentarios