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ESTADOS UNIDOS

A vueltas con la inmigración

Los aspirantes a la candidatura del Partido Republicano para las próximas elecciones presidenciales parecen estar compitiendo por ver quién parece más determinado a tratar con dureza la inmigración ilegal.


	Los aspirantes a la candidatura del Partido Republicano para las próximas elecciones presidenciales parecen estar compitiendo por ver quién parece más determinado a tratar con dureza la inmigración ilegal.

La hostilidad a la inmigración no se restringe al Partido Republicano. Históricamente, sectores de la izquierda norteamericana se han opuesto a la misma por influjo de los sindicatos. Por cierto: Obama ha deportado el doble de inmigrantes ilegales que George W. Bush durante su primer periodo presidencial.

Esto es lamentable, ya que EEUU ha tenido una tradición de fronteras abiertas, derivada de la cosmovisión liberal que sus Padres Fundadores plasmaron en la Constitución. También lo es porque, como muestran los estudios recientemente recogidos en un especial del Cato Journal, los inmigrantes han tenido un impacto positivo en el país.

En dicho volumen, Daniel Griswold analiza específicamente la relación entre inmigración y Estado de Bienestar. Griswold explica que los inmigrantes no pueden acceder a la mayoría de las prestaciones sociales, que suelen demandar menos ayudas que la población local (dado que, por lo general, son más jóvenes y prefieren trabajar) y que su participación en el mercado laboral es superior a la de los nacionales (67,9% vs. 64,1% en 2010).

Por su parte, Gordon Hanson, de la Universidad de California en San Diego, indica que los inmigrantes con altos niveles de educación promueven la innovación. Así, los trabajadores extranjeros educados en EEUU son más dados a crear patentes que los trabajadores nacidos en EEUU. En 2006, el 25% de las nuevas compañías dedicadas a la alta tecnología y con ventas superiores al millón de dólares las habían fundado extranjeros. Hanson agrega que los inmigrantes con bajo nivel educativo hacen posible que los trabajadores estadounidenses más instruidos puedan dedicar más tiempo a su trabajo y menos a labores ajenas al mismo (lavar, cocinar, cuidar de sus hijos, etc.), lo que ha repercutido positivamente en la productividad norteamericana. Por eso Giovanni Peri, de la Universidad de California en Davis, afirma que los inmigrantes hicieron crecer el tamaño de la economía estadounidense entre 1990 y 2007.

En cuanto al trabajo firmado por Stuart Anderson, de la National Foundation for American Policy, en él se denuncia que la política norteamericana de inmigración desalienta la llegada al país de profesionales altamente cualificados, de empresarios dispuestos a invertir en la economía local y de trabajadores poco formados pero deseosos de satisfacer las demandas de los estadounidenses.

Sería lamentable que, en lugar de retornar a su tradición de fronteras abiertas, EEUU se volviera una nación cerrada a las ideas y el dinamismo de quienes están dispuestos a asentarse en su territorio en busca de una vida mejor.

 

© El Cato

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