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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Malas noticias desde el frente

En efecto, no son buenas. La ofensiva islámica gana terreno, aunque el delirio antiyanqui intente ocultarlo. En Argelia, después de años de sangrienta guerra civil, el presidente Bouteflika ha entregado el poder al integrismo musulmán; en Egipto y Marruecos los Hermanos Musulmanes, así como los movimientos afines, salafistas y demás, son cada día más agresivos. En Sudán hace por lo menos treinta años que los islamistas árabes masacran a los infieles negros, y la ONU apenas se despierta y se limita a preguntar: ¿por qué tanto barullo?

En efecto, no son buenas. La ofensiva islámica gana terreno, aunque el delirio antiyanqui intente ocultarlo. En Argelia, después de años de sangrienta guerra civil, el presidente Bouteflika ha entregado el poder al integrismo musulmán; en Egipto y Marruecos los Hermanos Musulmanes, así como los movimientos afines, salafistas y demás, son cada día más agresivos. En Sudán hace por lo menos treinta años que los islamistas árabes masacran a los infieles negros, y la ONU apenas se despierta y se limita a preguntar: ¿por qué tanto barullo?
En Somalia se repite lo del Sudán, y tampoco es cosa nueva, aunque resulte evidente que las milicias "talibanas" de los tribunales islámicos van a por todo el poder y a convertir el país en República Islámica, junto al Sudán islámico y a la Argelia que se islamiza a marchas forzadas. Libia, por su parte, ha engatusado a Occidente, fingiendo haber abandonado el terrorismo, para concentrar sus esfuerzos en África, desgraciado continente en el que hay gente que se muere de hambre a un metro de fabulosas riquezas, minas de diamantes, petróleo, materias primas valiosísimas... saqueadas y despilfarradas en eternas guerras civiles, tribales, internas como externas, o internacionales.
 
No olvidemos que, no hace mucho, la mal llamada "Guerra Fría" asoló África, y que la URSS y sus mercenarios cubanos arrasaron Angola, Mozambique, Etiopía, el Congo, etcétera; y la respuesta norteamericana, por muy necesaria que fuera, no fue siempre muy acertada, o al menos no se perciben muy bien los resultados positivos.
 
Volviendo a Somalia, país que conoce una guerra civil endémica casi desde su independencia, en 1960 –se suceden los dictadores socialistas, nacionalistas, los jefes de guerra y de tribu–; una guerra que, sin alcanzar el horror de la masacre de los tutsis por los hutus en Ruanda (se habla de un millón de muertos, y sin aviación, ni tanques ni artillería: un aquelarre absoluto), está dejando docenas y docenas de miles de víctimas, sobre todo entre la población civil. Lo mismo en el Congo "democrático". Lo mismo en toda África.
 
Bill Clinton.En 1993 la ONU intervino en Somalia –desde hacía años en plena guerra civil, y asolada por la hambruna– con la operación Restore Hope. Envió tropas, esencialmente norteamericanas –como siempre–, para restablecer la paz y dar de comer a los hambrientos. Pero 19 soldados yanquis murieron en una emboscada, y Clinton, entonces presidente, retiró sus tropas –como se retiraron del Líbano– y declaró que nunca jamás enviaría militares a ningún sitio. Claro, dedicaba el Salón Oval de la Casa Blanca a juegos más pacíficos.
 
Y no hablemos del cinismo neocolonialista del Gobierno francés, que (cómplice de la masacre en Ruanda) no cesa de intervenir militarmente en sus antiguas colonias africanas, para defender los sagrados intereses de Elf –ayer–, Total –hoy– y algunos más, todos humanitarios.
 
Está visto, pues, que los conflictos que George W. Bush calificó certeramente de "guerra contra las tiranías y el terrorismo" no se limitan a las guerras "oficiales" de Irak y Afganistán, ni se circunscriben en África, sino que se extienden por doquier (Timor).
 
La fantástica ofensiva mediática y política antiyanqui, que exagera errores y, aun peor, los inventa, que lanza todo tipo de infundios, según las probadas técnicas de agit-prop del Komintern –y de los nazis–, sobre Guantánamo, las "torturas", los vuelos "secretos" de la CIA –de los que todos los gobiernos concernidos estaban al corriente–, por no hablar de las mentiras sistemáticas contra Israel –donde, por ejemplo, una mina palestina en una playa de Gaza se convierte en bombardeo israelí–; dicha ofensiva, digo, logra en parte ocultar la gravedad de la ofensiva islamista y los éxitos de los aliados, precisamente en Irak y Afganistán.
 
Es lógico que dichos éxitos nos parezcan a algunos insuficientes, pero no todo va tan mal como se afirma masivamente y a diario. Ningún Gobierno occidental, por cierto, salvo el ultra cobarde español, y ahora el italiano, desea realmente la retirada de las tropas aliadas de Afganistán e Irak, aunque no lo digan, porque saben que sería un caos y que los yanquis logran algo, pero se callan para "no hacer el juego de la derecha".
 
Sadam Husein.El viaje relámpago de Bush a Bagdad para apoyar al nuevo primer ministro iraquí, Al Maliki, viaje ninguneado por los medios, demuestra que eppur si muove, que se notan las reformas, que las sucesivas elecciones, pese a las amenazas de muerte, están dando resultados; que, aún lejana, se precisa la retirada de las tropas aliadas, pero una retirada vencedora, que deje un Irak infinitamente más democrático que durante la sangrienta tiranía "progresista" de Sadam Husein (y ya que tanto habláis de Abu Ghraib, ¿sabéis cuantos miles de iraquíes fueron torturados de verdad y asesinados por los sicarios del partido único Baaz? No, no lo sabe nadie, no les importa: lo que les interesa es "convertir" dichos sicarios en "resistentes").
 
Aunque no todo sea militar, hay que felicitarse de la nueva ofensiva de la coalición antiterrorista; esperemos que esta vez, si no liquida el terrorismo, al menos le aseste duros golpes. Claro que la situación es caótica, y hay una plétora de grupos terroristas enfrentados: sunitas contra chiitas, chiitas favorables al nuevo Gobierno atacados por chiitas opuestos; Al Qaeda, a la que no le importa Irak, sólo el caos; grupos terroristas iraquíes apoyados por el Irán chiita que no dudan en asesinar a chiitas que colaboran con un Gobierno apoyado por el Gran Satán, Bush, etcétera.
 
La religión musulmana desempeña un papel nefasto en el mundo entero, y también en Irak, pero eso no impide que los creyentes en el Corán se asesinen mutuamente por motivos políticos y por el poder.
 
En Afganistán se desarrolla en estos días una nueva ofensiva contra los talibanes, que habían reanudado sus atentados. Por cierto, es éste un país que goza, curiosamente, de una cláusula de "nación privilegiada", ya que los gobiernos que no envían –o retiran– sus tropas a Irak las envían –o mantienen– en Afganistán. Si todos se felicitan de la caída del régimen talibán, algunos no aceptamos, ni aceptaremos jamás, que esa guerra y esa victoria hayan dejado intactas monstruosidades como las que autorizan a tribunales islámicos a condenar a muerte y asesinar a musulmanes que se convierten a otra religión... si esto es posible. El respeto a las tradiciones de cada país no puede incluir el derecho a asesinar, a mutilar, a lapidar.
 
Un ejemplar del Corán.Está visto que es imposible respetar el Corán sin aceptar monstruosidades contra las mujeres, los infieles, los conversos y, a fin de cuentas, todos los designados como culpables y herejes por los imanes. De eso nada.
 
En medio de este caos absoluto, Israel nos da, una vez más, una lección de democracia; de democracia armada, desde luego, puesto que sigue en peligro de muerte. La victoria de los fusiles de Hamas en las elecciones, saludada por toda la ralea divina, caviar, bucólica y pacifista de la izquierda y la derecha europeas como ejemplarmente democrática, ha dado los resultados previstos: el caos y la guerrilla civil.
 
El Gobierno israelí, elegido democráticamente y en el que, pese a mis inquietudes, el ministro de Defensa, Peretz, cumple con sus obligaciones, no cede ante el terrorismo y responde a cada ataque. Sin embargo, sigue dispuesto a negociar, pero sólo con quien también está dispuesto, como tal vez Mahmud Abbas, si puede, si no sale derrotado de los enfrentamientos con los locos de Alá de Hamas, si no le matan. (O sea, una política exactamente contraria a la del Gobierno zapaterista, que lo cede todo, hasta un trocito de Francia, a ETA).
 
Esto lo entiende el egipcio Mubarak, quien ha recibido cordialmente a Olmert; todo lo contrario de la frialdad de Chirac, que exige, aconseja, critica en nombre de "la paz", of course, y de paso de Total.
 
Irán no está lejos. Irán, que sigue tan tranquilo fabricando sus armas nucleares de destrucción masiva mientras los gobiernos occidentales conversan, se consultan, ven pasos positivos en el desierto y no hacen nada. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta las primeras bombas contra Israel? Desde luego, y menos mal, Israel se prepara, contra viento y marea; incluso contra Bush, si fuera necesario.
 
No pasa nada, ustedes tan tranquilos, todo eso ocurre muy lejos. Sigan mirando el Mundial y preparando sus vacaciones en San Juan de Luz; a condición, no faltaba más, de que tengan el visado de Euskal Herria.
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