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ESTADOS UNIDOS

Sarah Palin no es Reagan, pero...

La nostalgia es un sentimiento estimable, pero perjudicial si paraliza la voluntad de quien la sufre, impidiéndole comprender que la vida continúa. Pensemos en el legado de Ronald Reagan: está bien recordar y ensalzar al gran presidente republicano; no lo está, en cambio, pretender volver atrás en el tiempo y empeñarse en convertir a Sarah Palin en una copia suya.

La nostalgia es un sentimiento estimable, pero perjudicial si paraliza la voluntad de quien la sufre, impidiéndole comprender que la vida continúa. Pensemos en el legado de Ronald Reagan: está bien recordar y ensalzar al gran presidente republicano; no lo está, en cambio, pretender volver atrás en el tiempo y empeñarse en convertir a Sarah Palin en una copia suya.
Ronald Reagan.
Palin no es Reagan, y aunque esto sea una perogrullada, no deberíamos olvidarlo. Es cierto que la ex gobernadora está demostrando en estos últimos meses un conocimiento y un respeto extraordinarios por la obra del 40º presidente, pero eso no significa que pretenda imitarlo, sobre todo en lo que se refiere a la manera como éste llegó a la Casa Blanca. No es sólo que cada uno tenga su propia personalidad, sino que los tiempos de uno y otro son también distintos. Sólo por esta razón, sus respectivos caminos a la presidencia no pueden ser iguales. Por otro lado, Reagan no copió el camino a la Casa Blanca de Nixon, ni siquiera el de Eisenhower: ¿por qué, entonces, iba a copiar Palin el suyo?

Una vez concluyó su segundo mandato como gobernador de California (1974), Reagan se presentó como candidato a la presidencia en las primarias republicanas de 1976. Perdió, pero por un escaso margen, y eso le animó a intentarlo de nuevo. Por ello, durante los siguientes años escribió columnas de opinión para los periódicos y dio numerosas charlas radiofónicas. El resultado fue que cuando llegaron las primarias de 1980 su pensamiento político era ya lo bastante conocido... y aceptado por la base social del partido. Y se hizo con la candidatura. Fue su verdadero salto a la fama, y darlo le costó cuatro años de duro trabajo.

El de Palin, en cambio, se produjo en el intervalo de sólo cinco días del verano de 2008: los que fueron del 29 de agosto, cuando se anunció que sería la segunda del candidato republicano a la Casa Blanca en las elecciones de noviembre, John McCain, al 3 de septiembre, en que pronunció su discurso de aceptación en la convención republicana de Minneapolis. En esos cinco días su nombre pasó a ser conocido en Estados Unidos y en todo el mundo; pero muy mal conocido, por culpa de la feroz campaña de descrédito que lanzaron los medios de comunicación. A diferencia de Reagan, a quien sus columnas periodísticas y sus charlas radiofónicas posibilitaron ofrecer a sus compatriotas una imagen veraz de su persona, Palin ha partido con el hándicap de tener que luchar contra una imagen de sí misma que no es sino una falsificación creada por sus adversarios.

Sarah Palin.¿Cómo librar esa batalla? Aquí sí que Palin se ha inspirado en la historia de Reagan. Para erigir su ideario, éste se obligó a estudiar los problemas cotidianos de Estados Unidos; analizó las soluciones dadas por la administración Carter y demostró lo erróneo de las miismas utilizando un lenguaje y unos argumentos tan claros y sencillos que estaban al alcance de todo el mundo. Gracias a su tesón, Reagan pulió sus ideas y terminó creando una nueva filosofía política, firmemente conservadora, que era mucho más que un mero programa electoral pensado sólo para ganar unas elecciones.

¿Tuvo Reagan que enfrentarse al hecho de que sus ideas políticas fueran en un primero momento desconocidas para sus compatriotas? Palin también. Y si Reagan le puso remedio a base de escribir y publicar, ella... también; sólo que no publica en uno o varios periódicos tradicionales, sino en su página personal de Facebook, en forma de notas, si bien de vez en cuando envía algún op-ed a los medios, en lo que yo denomino la estrategia de "remachar el clavo": surge un tema, salta la polémica y ésta se extiende a Facebook; pero el punto final, momentáneo o no, lo pone Palin en un periódico, lo que le permite obtener una mayor resonancia y, prácticamente, decir la última palabra. Ya lo ha hecho dos veces, y las dos por medio de artículos impecables en todos los sentidos, bien informados, bien razonados y mejor redactados. O sea, que de amiable alaskan dunce, nada de nada.

En los poco más de tres años que quedan hasta las próximas elecciones presidenciales, Palin tendrá tiempo no sólo de afinar su ideario político, como hizo Reagan, sino de darlo a conocer a aquellos de entre sus compatriotas que se sientan interesados por saber qué hay de cierto en lo que se cuenta sobre ella.

Pero Palin no es sólo sus notas en Facebook, o sus artículos en los periódicos. También es SarahPac, su pequeño pero valioso grupo de fieles que trabaja silenciosamente para proporcionarle una organización política a escala nacional que, llegado el momento, le permita dar el salto a la política nacional, no ya a través de internet sino personalmente, y demostrar a sus compatriotas que no es en absoluto la que les habían hecho creer: no sólo es totalmente diferente, sino aún mejor. Y como Reagan en 1980, justo el presidente que necesitan después de cuatro años de post-americanismo, fracaso económico, discurso del malestar y derrotismo.

¿Que todo eso les suena a Carter y al triste período que va de 1976 a 1980? También a Reagan, si aún estuviera entre nosotros, le sonaría.


© Semanario Atlántico

BOB MOOSECON (moosecon@semanarioatlantico.com), autor del blog Conservador en Alaska.
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