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Federico Jiménez Losantos

Arafat como Arzallus: problema y no solución

Cuando una causa política se identifica con el terrorismo, el error más común es pensar que la razón política se impondrá a la pasión criminal. Sucede exactamente al revés: la política fundada sobre el terror siempre depende del pistolero que mande y, en última instancia, será una víctima de esa lógica de la violencia en cuya legitimidad se asienta. En España hemos vivido muchos años (o muchos han querido vivir demasiado tiempo) en el error de pensar que el PNV era absolutamente necesario para solucionar el problema del terrorismo etarra, cuando los hechos demostraban exactamente lo contrario: que el PNV era parte del problema y no de la solución.

Con Arafat sucede lo mismo: como rostro político de la causa palestina, muchos se han empeñado en separarlo del terrorismo que la acompaña desde sus orígenes. Pero a diferencia de Arzallus, el rais palestino ni siquiera ha mantenido las apariencias, ni se ha mantenido personalmente al margen del crimen con excusa política. Arafat nunca se ha proclamado demócrata, ni siquiera demócrata-cristiano. Arzallus puede haber tenido y sin duda tiene desde hace algunos años una complicidad moral y política con el terrorismo, pero él personalmente no tiene las manos manchadas de sangre. Arafat ha sido y es el jefe del terrorismo palestino en su rama principal, la OLP. Lo sigue siendo hasta el día de hoy. Y nada lo prueba mejor que su resistencia a perder el control del Ministerio del Interior de la Autoridad Nacional Palestina, paso previo para eliminar el terrorismo antijudío que es la base del contencioso con el Estado de Israel.

Mazen es tan terrorista como Arafat, es un antisemita furibundo y en su tesis doctoral niega el Holocausto, que es la mejor demostración de su voluntad criminógena y nazi. Pero ha entendido que ni los USA ni Israel van a permitir un arafatismo sin Arafat. Y que si quiere poder tendrá que lograrlo acabando con el terrorismo palestino y con su jefe, que no es otro que el propio Arafat. Si finalmente Mazen se asienta en el poder, es decir, si Arafat se larga al exilio o sufre un accidente mortal, la paz será posible. Pero acabando con todas las intifadas, con todos los terroristas y con todos los ladrones que, a cuenta del sufrimiento palestino, tiene a dos pueblos encharcados en sangre: los propios palestinos y los israelíes. Sólo si se diagnostica correctamente una enfermedad es posible curarla. En la tierra de Jesús y en la de Loyola.

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