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CRÓNICA NEGRA

La hija de Tony King y otros misterios

Me informo en Libertad Digital de la sorprendente muerte de la hija del asesino Tony King. Es una noticia triste e inquietante. King es, como todos recuerdan, ese criminal que vino de un barrio de Londres con sus maneras de estrangulador. En su tierra natal llevaba a las mujeres hasta los umbrales de la asfixia, pero no se sabe que diera muerte a ninguna. En cambio, en España se transformó en "matador", y se le imputan los asesinatos de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof.

Me informo en Libertad Digital de la sorprendente muerte de la hija del asesino Tony King. Es una noticia triste e inquietante. King es, como todos recuerdan, ese criminal que vino de un barrio de Londres con sus maneras de estrangulador. En su tierra natal llevaba a las mujeres hasta los umbrales de la asfixia, pero no se sabe que diera muerte a ninguna. En cambio, en España se transformó en "matador", y se le imputan los asesinatos de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof.
Tony King, en una foto de archivo, tratando de evitar ser fotografiado.
King cumple condena en la cárcel, y no ha podido asistir al entierro de su hija de diez años, extrañamente ahogada en la piscina de su casa de Mijas, donde vivía junto a su madre, Cecilia.
 
En Londres, King era Tony Bromwich. Se cambió el nombre para despistar y comenzar una nueva carrera de crímenes sin el peso molesto del pasado. También era el Estrangulador de Holloway, un barrio pequeñoburgués donde las chicas eran asaltadas por la espalda y se rendían a la acometida de un cable eléctrico que hacía lazo en el cuello.
 
King salió libre gracias a la comprensión de los hombres buenos y empezó una nueva vida casándose con Cecilia, a la que hizo una hija, ahora ahogada en un charco de cloro. Viajaron a España en una luna de miel y de sangre, y casi enseguida King volvió a las andadas, sin que le descubrieran, ebrio de tóxicos y sacudido por la insatisfacción.
 
Le descubrieron por una confidencia que se atribuye al entorno de la ex mujer. De pronto, Cecilia, separada del asesino, recordó una noche de agua revuelta, ropa inusualmente lavada y arañazos en la piel. King había necesitado doble centrifugado para quitarse la pringue del crimen la noche en que murió Rocío Wanninkhof.
 
Lo más misterioso es que King, cuando fue interrogado y acusado de tanta muerte, gritó que temía por la vida de su hija, la que ahora descansa en el pabellón de la muerte. La Guardia Civil investiga su fallecimiento por si hubiera intervención de terceros, pero entre tanto el cadáver ha sido licenciado por el juez, tras ceder su madre los órganos para trasplantes. Así, esa muerte, dentro del dolor, obrará el milagro de dar vida a un puñado de niños.
 
La hija de King ha muerto, como las víctimas de su padre, y su estela la pisan los investigadores en busca de posibles tramas ocultas. En el crimen, la casualidad no existe.
 
Pensemos en esa Cecilia de origen hispano casada con el guapo monstruo de Holloway, que vive angustiada la gestación de una criatura y acaba separada del padre por una convivencia imposible. Da a luz una niña que crece en un matrimonio que se hace pedazos mientras las jóvenes andaluzas, en un perímetro exagerado con centro en Mijas, sufren agresiones, abusos, violaciones, desapariciones y asesinatos.
 
King dice amar a su hijita, pero no actúa como un padre. Finalmente, se pierde como un perro callejero en los refugios de los coches abandonados, en las noches de alcohol. Encuentra nueva pareja con hijas de otro, adolescentes que tienen la misma edad que las víctimas.
 
King probablemente miente cuando dice tener miedo por la vida de su hijita, pero sin embargo acierta, porque la niña muere casi una mocita, en la piscina bien conocida de su propia casa. Volvamos a esa Cecilia atormentada por tanta muerte. Cae sobre ella el terror de las chicas asesinadas por el que fue su marido, y ahora se le va el propio fruto de sus entrañas, en este verano de misterios.
 
¿Por qué decía King que temía por la vida de su hija? ¿Manejaba algún dato en su jerga incoherente? King sabe y calla de varios crímenes. ¿Ha dejado un cabo suelto que le amenaza?
 
Rocío Wanninkhof.Raro asunto el que un cómplice torture al criminal en el cuerpo de su hija, pero el caso Wanninkhof ha demostrado sobradamente que sólo es la punta de un iceberg. La ex esposa tuvo el valor de casarse con el joven King, que cambió de nombre, convencida de que todo se arreglaría en España, que fuera la tierra prometida. Ahora se ve envuelta en la vorágine que ella ha exigido blanca y rosa, como en un entierro surrealista, en un nuevo giro del destino. Impresiona el valor de repartir los órganos que salvarán a otros niños. Pero resulta increíble la acumulación de tanta tragedia: casarse con un estrangulador, divorciarse del asesino y asistir a la muerte de la hija. El caso Wanninkhof se retuerce en su sepultura de papel.
 
Con todo, ha sido un verano de cosas insólitas, como la del atraco madrileño, en pleno día, en la calle Serrano, donde cuatro asaltantes, uno de ellos en bañador y con gafas de sol, intentaron un salvaje alunizaje. Hemos tenido un agosto en el que se peinó la Península en busca del rastro de Ylenia, otra niña de cinco años desaparecida en Suiza, mientras no se apagan los ecos del misterio Madeleine. Y se emite en Austria la nueva entrevista de Natascha Kampusch, la chica que pasó ocho años en manos de su secuestrador, que, al escaparse ella, se tiró al tren.
 
Natacha ha engordado, suspira por la amistad y descubre miradas de deseo. En su país apenas puede pasear sin sufrir el acoso de la curiosidad, por eso la entrevista contiene imágenes de la secuestrada paseando por Barcelona, confiada en las Ramblas, haciendo fotos en la Sagrada Familia. Una joven con un punto de sobrepeso que todavía se mueve como un buzo fuera del agua.
 
El misterio que nos atenaza forma parte de la imprevisión. Un atraco con un agresivo ladrón golpeando el cristal de la joyería con una maza mientras se coloca las gafas negras de Reservoir Dogs; la muerte en la piscina, que es demasiada muerte, donde mueren los niños en verano; el rastro de cadáveres que olfatean los perros del caso Madeleine entrenados en Inglaterra; la joven delicada que combate la ansiedad con dulces catalanes. Natascha ha visitado la tumba de su secuestrador, y cada vez siente más pena por su alma frágil. Quiere quedarse con la casa donde estuvo encerrada, y los rumores la señalan como liberada de necesidades económicas gracias a los beneficios de la publicidad.
 
Extraño mundo éste, en el que lo único seguro es que a la hija de King no la ha matado su propio padre.
 
 
FRANCISCO PÉREZ ABELLÁN, presentador del programa de LIBERTAD DIGITAL TV CASO ABIERTO.
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