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PROHIBIDO PASAR

María San Gil: el capítulo más negro de la crisis

Los teletipos escupen una noticia hasta ese momento impensable: "María San Gil abandona la ponencia política por desavenencias con el contenido de ese texto". Se anuncia en un comunicado del Partido Popular vasco que San Gil abandona la ponencia "por diferencia de criterios a su juicio fundamentales".

Los teletipos escupen una noticia hasta ese momento impensable: "María San Gil abandona la ponencia política por desavenencias con el contenido de ese texto". Se anuncia en un comunicado del Partido Popular vasco que San Gil abandona la ponencia "por diferencia de criterios a su juicio fundamentales".
María San Gil.
Esto ocurre el domingo 11 de mayo por la noche; el lunes 12 termina el plazo oficial para la entrega de los textos de esas ponencias. La noticia vuelve a ser un auténtico golpetazo para el aparato del partido. Aquí no estamos hablando de cuotas de poder, de vanidades políticas o de obsesión por los cargos. En este caso la cuestión es "María". En el Partido Popular, María San Gil es "María". Es la referencia para miles de militantes, para millones de votantes. Por su trayectoria, su valentía, su claridad, su tozudez a la hora de defender la libertad y la democracia. Sólo pensar –aunque sea de lejos– lo que está pasando, y lo que puede pasar, asusta a cualquiera.
 
(...) Hay una cuestión que nadie entiende. Es más, que nadie puede justificar. ¿Por qué la nueva dirección del Partido Popular estaba tan empeñada en que el claro giro político que querían dar al nuevo partido quedara reflejada en esa ponencia? ¿No eran conscientes de que los contenidos de esas ponencias congresuales habían pasado, hasta la fecha, absolutamente desapercibidos? (...) ¿Para qué tanta intransigencia de Rajoy? Sinceramente incomprensible. Sólo se puede entender entre una mezcla de engreimiento y de inexperiencia, pero en todo caso inexplicable para el sentido común. Y desde luego toda la militancia del Partido Popular piensa que lo que está pasando con María es impresentable.
 
La redacción de la ponencia política había sido encargada a José Manuel Soria, Alicia Sánchez-Camacho y María San Gil. Hasta ahí, todo es normal. El problema empieza cuando los tres comienzan a debatir los contenidos de ese texto, especialmente en referencia a los nacionalismos. En todo caso, los hechos se suceden con mucha rapidez en el tiempo y con una absoluta displicencia por parte del aparato de Génova. Una actitud que se traduce en frialdad, frialdad y más frialdad hacia María San Gil.
 
Como ya se ha contado, en la Junta Directiva del 31 de marzo Rajoy designa a los ponentes de los tres textos –Estatutos, Política y Economía– que se van a debatir en el Congreso. Pero en el caso de la ponencia política no tienen una primera reunión en la calle Génova hasta el 21 de abril. Es una reunión de trámite en la que los tres se reparten sin más los contenidos de la ponencia. María San Gil se encarga de la política antiterrorista y el modelo de Estado, Alicia Sánchez-Camacho de Justicia y José Manuel Soria se queda con el capítulo de Inmigración.
 
A partir de ahí comienza una larga cadena de filtraciones, de enfrentamientos y de faltas de respeto que marcan el capítulo más siniestro –con mucho– de la crisis del PP. El 24 de abril aparece una primera filtración. Sin duda interesada. Estamos hablando de lo que habitualmente se conoce como un "globo sonda". El titular del diario La Razón tiene tanta enjundia, que desde luego no es una simple elucubración: "Rajoy planteará en el Congreso un acercamiento a los nacionalistas". Una información a cuatro columnas en la que se sugiere que el PP de Rajoy está empeñado en romper la imagen de soledad de la anterior legislatura y que no hace ascos a un acercamiento visual a los partidos nacionalistas, incluido el Partido Nacionalista Vasco. Esta información hace saltar chispas. María San Gil no se queda callada y pide a Rajoy una aclaración sobre el asunto. Es más, advierte que no va a aceptar ese planteamiento. A última hora del día –y de tapadillo–, la Oficina de Información del PP emite una nota en la que desmiente, de aquella manera, esa información. Una solución para salir del paso y evitar así, momentáneamente, una crisis que parece ya inevitable.
 
Lo cierto es que con esa filtración las cartas están encima de la mesa y todos saben a qué atenerse. El lunes 28 de abril, Soria envía un texto a San Gil en el que se recoge con pelos y señales lo filtrado días antes a La Razón. Entonces, el presidente del PP canario se multiplica por los medios de comunicación intentando aclarar que lo que allí se dice son ideas suyas, en ningún caso imposiciones de Rajoy. Las aclaraciones llegan tarde. El 29 de abril es María San Gil quien envía a los otros dos ponentes su propio texto. En él se recoge con claridad total que "los nacionalistas no buscan la derrota del terrorismo ni el fortalecimiento de España". Es en este momento –como desveló el diario El Mundo– que, a vuelta de correo electrónico y en un mensaje de móvil, Soria ironiza con San Gil. "María, he leído tu ponencia. ¡Arriba España!". Aquel mensaje –que no tiene justificación alguna– acabó con cualquier posibilidad de acuerdo. Las intenciones estaban claras, los objetivos también. Soria, cuando se conoció el contenido de ese mensaje, siempre dijo que había sido una broma, pero poca broma se puede hacer con personas como María San Gil, que se sienten acosadas, humilladas y despreciadas por toda la maquinaria nacionalista en el País Vasco. Y al igual que María, centenares de dirigente y militantes populares vascos que viven bajo la angustia del terrorismo y bajo la presión nacionalista desde hace años.
 
(...)
 
El 6 y el 7 de mayo Rajoy y San Gil hablan por teléfono. El tono de las conversaciones va evolucionando. El presidente del PP habla con un tono conciliador y tranquilizante, pero al ver que la presidenta del PP vasco no transige, pasa al ataque y le dice que no es posible la existencia de dos documentos. Rajoy apuesta por un acuerdo y por una unidad de criterio, pero al mismo tiempo no descalifica en ningún momento las estrategias de acercamiento a los nacionalismos promovidas por Soria. El líder del PP se mantiene en la distancia, sin coger el toro por los cuernos y sin clarificar cuál es su posición. Rajoy intenta pasar de puntillas sobre una cuestión definitiva y se vuelve a equivocar; con esa actitud está provocando que María San Gil, intocable para todos los militantes del PP, esté a punto de abandonar sus cargos y su militancia activa.
 
Y llegó el desastre. Cuando, el 8 de mayo, José María Lasalle –jefe de Gabinete de Rajoy e ideólogo, en parte, de este cambio en el fondo del Partido Popular– telefonea a María San Gil, la suerte está echada. (...) El desacuerdo es total, por lo que el 9 de mayo, a última hora de la tarde, es la propia dirigente vasca quien llama a Mariano Rajoy y le dice que abandona la ponencia política. El presidente del PP se compromete a intermediar en la redacción, pero poco más.
 
El domingo 11 de mayo es el día definitivo. San Gil y Lasalle, siempre telefónicamente, escenifican el total desencuentro. Llega un momento en que ya no es un problema de frases o de correcciones, sino una cuestión exclusivamente de fondo. María San Gil es consciente de que lo que están discutiendo es algo más que un párrafo o una coma. Está asistiendo, en primera línea y en primera persona, a la transformación estratégica y quizá ideológica de capítulos esenciales de la forma de hacer política desde siempre en el Partido Popular. San Gil es una referencia para todos en el partido; detrás de ella hay muchos militantes del PP dentro y fuera del País Vasco, pero también nombres que están en el recuerdo de todos, que han muerto asesinados por la banda terrorista ETA y que no aceptarían nunca esa "simpatía repentina" hacia el nacionalismo y su entorno que ahora quieren imponer a golpe de ponencia. 
 
(...)
 
Cuando el lunes 12 de mayo comienza a ser conocido por todos el abandono de María San Gil, la convulsión es total. Indescriptible. Desde la calle Génova, desde su Oficina de Información, comienzan a jugar a las filtraciones con una actitud tan deleznable que ni los más cercanos a Rajoy dan crédito. En este sentido se estrenan diciendo que nadie entiende la actitud de San Gil; que el texto definitivo había aceptado todas las enmiendas y propuestas por ella realizadas; que en esta decisión hay gato encerrado y que desde luego detrás de San Gil está Jaime Mayor Oreja. Es tal el estupor que provoca la marcha de San Gil, que el aparato de Génova deberá ir elaborando a toda prisa teorías, doctrinas, justificaciones que expliquen lo ocurrido. Pero el remedio es mucho peor que la enfermedad. El adiós de María San Gil es un desastre para el PP, y las mentiras que difunden sobre ella después lo dicen todo. "Si sobre María son capaces de hacer esto, qué no harán sobre los demás", comentan muchos dirigentes indignados con lo que está pasando.
 
En aquella mañana de estupor, la primera en salir a la palestra es Esperanza Aguirre. La presidenta de la Comunidad de Madrid, claramente afectada por la historia, pide a Mariano Rajoy que "reflexione sobre lo que está pasando. (…) María San Gil no es una persona que tome esta decisión de manera frívola, todo lo contrario, y si ha discrepado y ha decidido no firmar la ponencia es que tiene sus razones". Y Aguirre vuelve a recordar a Rajoy que María San Gil es "un referente moral para todos". Con Aguirre se escuchan más apoyos. Ángel Acebes o el vasco Antonio Basagoiti son algunos de los que no ofrecen duda en el apoyo a la presidenta del PP Vasco. Incluso el propio Basagoiti pide a Rajoy que "recapacite" sobre lo que está pasando.
 
En esta cadena de reacciones de este primer día hay una que irrumpe con especial fuerza. Es la concejala del Ayuntamiento de Madrid Ana Botella, quien sin rodeos dice: "Yo estoy con María San Gil (…) Es una persona que defiende, sin duda, los intereses del partido". Detrás de esta contundencia, muchos quieren ver, muchos escuchan a José María Aznar. Todo el mundo sabe que el presidente de honor del partido tiene una relación excelente con San Gil, a quien siempre ha valorado y apoyado en su trabajo político. Las palabras de Ana Botella son de nuevo la señal inequívoca de que la crisis del PP parece no tener final. En estas horas posteriores al anuncio se van conociendo muchos detalles de una historia que hasta ese momento había pasado desapercibida para la mayoría. Muchos detalles, algunos ya descritos antes y otros que no dejan de ser escalofriantes. Uno de esos ejemplos son los párrafos que el propio Lasalle quería imponer a María San Gil. En algunos de ellos se querían dulcificar las negociaciones –a escondidas– de Carod Rovira con ETA en Perpignan, o por ejemplo la reducción a un simple pacto parlamentario del aberrante Pacto del Tinell, que supuso en la anterior legislatura un acuerdo por escrito de una verdadera persecución política contra el Partido Popular. Eran detalles que no hacían más que complicar la ya cruda realidad de la crisis. Hasta diez artículos decisivos pretendía cambiar José María Lasalle, artículos básicos en la historia de los populares y que este "recién llegado", como le calificaban ya muchos de puertas adentro, tenía intención de laminar. En el PP surge una sensación de incredulidad y de indignación que no se conocía desde la refundación del Congreso de Sevilla. "Yo no estoy en el PP por el cambio climático. Aquí hay un problema de suicidio colectivo", se escucha decir. Y desde luego más claridad no se puede pedir.
 
El huracán está en marcha y no hay quien lo pare. El martes 13 de mayo irrumpe desde Bruselas Jaime Mayor Oreja. Su defensa absoluta de María San Gil no ofrece dudas: "La literalidad de una ponencia no es el test. Para mí, es la verdad de las personas. Y estoy convencido de que María San Gil ha podido ver que había una idea sustancial de cambiar claramente su posición. (…) Espero que no entremos en el PP en la carrera de quién miente mejor. (…) Lo importante es saber quién dice la verdad. María San Gil no se va a inventar una posición, es incapaz de hacerlo". Además, el líder del PP en Europa lanza una clara advertencia sobre el peligro evidente que tenían los populares de caer en un Congreso de división y de enfrentamientos como fueron los que él vivió en la UCD. Palabras muy duras de Jaime Mayor Oreja que son contestadas en primera persona por el presidente del PP. Mariano Rajoy, desde los pasillos del Congreso, advierte de manera informal que ha aconsejado a los suyos que no hablen y que no se metan en líos: "Estoy bien y con responsabilidad, la única forma de actuar en estos momentos. Y punto". Lo cierto es que un acto en Vitoria que estaba previsto para el jueves con la participación de San Gil y de Rajoy es suspendido. La tensión así lo aconseja.
 
Mariano Rajoy.Desde la calle Génova se intenta amortiguar el choque de la mejor manera posible, pero con un desacierto tangible. Esta misma mañana, en distintas entrevistas televisivas y radiofónicas, Esteban González Pons y Jorge Moragas repiten lo mismo. Las palabras de González Pons son especialmente pomposas y no muy afortunadas, como él mismo ha reconocido. De aquel día son esas afirmaciones que colorean el drama: "María somos todos. María es de todos. María es un símbolo, no sólo moral sino político. Donde esté María allí tiene que estar el Partido Popular". En fin, declaraciones directamente desautorizadas con el paso de los días con la actitud de Rajoy, que incluso en el Congreso Nacional de Valencia fue incapaz de citar, de mencionar, de saludar a la gran ausente: María San Gil.
 
Mientras, aquella mañana el ridículo y la paranoia habían aterrizado en la sala de prensa de la calle Génova. Ese martes estaba prevista la presentación del texto de la ponencia política, y así lo hacen José Manuel Soria y Alicia Sánchez-Camacho. Balbuceantes, indecisos, poco concretos, evasivos. Todo menos convincentes. Los dos ante una concurrencia inusitada, lanzan balones fuera, pero con tan poca credibilidad que los resultados son nefastos. Pretenden hacer creer a los presentes que María San Gil acepta la totalidad del texto de la ponencia y que además el PP en ningún momento se ha planteado cambiar la orientación ideológica de sus principios. Afirmaciones que se las lleva el viento cuando de nuevo son preguntados y repreguntados: "Entonces, ¿cuáles son las razones de la ausencia de María San Gil?". La respuesta no existe y el esperpento no puede ser mayor.
 
(...)
 
El miércoles 14 de mayo España amanece con el terrorismo etarra en portada. La banda terrorista ETA ha intentado provocar una masacre en la localidad alavesa de Legutiano. Ha asesinado a Juan Manuel Piñuel, un guardia civil destinado en la casa cuartel, que es absolutamente destruida; es un atentado terrorista diseñado para ser una auténtica masacre. En el PP vasco la reacción es, como tantas otras veces, de condena al terrorismo etarra y a todo su entramado. El atentado certifica que la banda terrorista, como había denunciado el PP durante meses, ha utilizado la tregua de la negociación política con Zapatero para reorganizarse con mayor capacidad operativa. Los hechos así lo demuestran.
 
De todas formas, la crisis del PP no para. Ese miércoles está anunciada una comparecencia de María San Gil en San Sebastián. En ella, San Gil, sin pelos en la lengua, se despacha con claridad. La presidenta del PP se da entonces cuarenta días para recuperar la confianza en Mariano Rajoy. Se siente engañada y burlada, y eso no lo va a consentir. Si no se rectifica, María San Gil abandonará la Presidencia del PP vasco. Con el titular encima de la mesa, San Gil va desbrozando muchas de las presiones que ha tenido que aguantar, de forma incomprensible, durante las últimas semanas. Para empezar, habla de Lasalle:
Si la persona que Mariano Rajoy me pone como interlocutor me discute hasta el concepto de Nación, pues me preocupo. (…) Empezó una lucha de titanes. Discutía y rebatía el análisis político del momento en que vivimos, y discutía y rebatía la necesidad de plasmar de una forma clara y evidente cómo tiene que ser la propuesta de proyecto de esa gran España de ciudadanos libres e iguales.
 Añade San Gil que Lasalle, hasta el último momento, intenta cambiar la redacción:
Se dio una lucha por intentar modificarme, cambiarme o suprimir algunos artículos. (…) Se me intenta imponer una nueva redacción, y a la vista de que no lo consiguen porque yo soy muy tenaz, muy tozuda, a regañadientes y de mala manera se admite al final el texto.
Y también tiene unas palabras para Mariano Rajoy:
Les confieso que yo le tengo un enorme afecto a Mariano Rajoy, le tengo un enorme afecto personal, pero sí es verdad que hay determinadas decisiones y actuaciones que a mí me sorprenden. No es una quiebra en lo personal, pero sí es una incertidumbre con el proyecto político y con la forma de defenderlo. (…) Nosotros tendríamos que estar haciendo una oposición muy firme, no replanteándonos principios, valores o cambios de estrategia.
 Como se ve, en esa comparecencia ante los medios de comunicación María San Gil habla con absoluta nitidez, como tantas otras veces. También habla de su futuro:
El PP para mí es mi casa, y en este partido nos hemos dejado la piel, y nos hemos dejado muchos compañeros. El partido no se puede romper, pero tampoco se pueden asumir determinados cauces políticos que aquí no apoyamos. Yo no desafío a nadie, ni me retiro. Lo único que digo es que si no me siento cómoda, entonces me retiro y no me presento.
Después de esta rueda de prensa, ya no le quedan dudas a nadie. La crisis es irreversible. La marcha de María San Gil, inevitable. Y la incapacidad de Rajoy para solucionar la papeleta, absoluta.
 
[...]

Lo cierto es que la herida de San Gil no está cerrada y tardará mucho en cicatrizar. Eso es evidente en el PP vasco, pero lo es más todavía en la calle Génova. Todos los responsables de este triste capítulo, de esta dramática historia, han quedado sin duda señalados por mucho tiempo. No se pueden hacer peor las cosas. No se puede actuar con más crueldad. No se puede acumular tanta torpeza. No se puede dilapidar en tan poco tiempo tanto capital humano cuidado y mimado durante décadas. La marcha de San Gil –oficializada ya en el mes de septiembre– y también la de José Antonio Ortega Lara han hecho de la crisis del PP una crisis siniestra en lo político y en lo humano. Y eso que Mariano Rajoy había pretendido que María San Gil fuera su gran fichaje en Madrid para las generales. ¡Cómo cambian las cosas cuando alguien como San Gil sencillamente defiende principios y sólo principios!


NOTA: Este texto está tomado del capítulo 7 de PROHIBIDO PASAR, la más reciente obra de IGNACIO VILLA, que acaba de publicar La Esfera de los Libros.

Pinche aquí para ver a IGNACIO VILLA en LA HORA DE FEDERICO.
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