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VUESTRO SEXO, HIJOS MÍOS

Pulvis es, et in pulverem reverteris

Queridos eyaculadores precoces míos: Sabed que la mayor parte de vosotros no existís como tales. Hay niños precoces, como Arturito Pomar o Shirley Temple, que son el encanto de sus papás; hay calvos precoces, que son el encanto de los vendedores de boinas, y hay maridos que la diñan precozmente (porque se atiborran de viagra y se van con una muslos), que son el encanto de sus viudas. Pero decir que hay eyaculaciones precoces viene siendo algo así como decir que hay digestiones precoces o estornudos precoces.

Queridos eyaculadores precoces míos: Sabed que la mayor parte de vosotros no existís como tales. Hay niños precoces, como Arturito Pomar o Shirley Temple, que son el encanto de sus papás; hay calvos precoces, que son el encanto de los vendedores de boinas, y hay maridos que la diñan precozmente (porque se atiborran de viagra y se van con una muslos), que son el encanto de sus viudas. Pero decir que hay eyaculaciones precoces viene siendo algo así como decir que hay digestiones precoces o estornudos precoces.
Desde un punto de vista biológico, no hay eyaculación precoz si se puede ser padre de familia por el sistema tradicional. Otro problema muy distinto es la eyaculación ad portam, o sea, antes de la penetración. Eso, queridos, sí que es de especialista. Si habéis pasado de la adolescencia sin que vuestro pene resista más allá de la caída del gayumbo, ¡hala!, a pedir hora cuanto antes.

Por lo demás, ¿qué demonios es, exactamente, lo que llaman eyaculación precoz? La palabra precoz se aplica a lo que se produce u ocurre antes de lo acostumbrado. Pero ¿qué es lo acostumbrado? Lo acostumbrado puede medirse en los animales. Por ejemplo, cualquier gorila invierte un minuto en el coito; el chimpancé pigmeo, quince segundos, y los chimpancés comunes, siete segundos. Sin embargo, los orangutanes, ahí donde los tenéis, emplean un cuarto de hora, quizá porque en Sumatra y en Java no tienen depredadores y los otros machos andan cada uno a lo suyo.

Al contrario de lo que sucede con los animales, es dudoso que exista algo así como una duración biológica del coito humano. Ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo en cuál es la norma entre los humanos. Unos dicen que los que no resisten 30 segundos de penetración son precoces, otros que hay que controlarse hasta 7 minutos y otros hasta que lo mande la señora. El hecho es que no hay dos hombres iguales. Pero algunos listos se montan un tingladillo y le sacan el dinero a los que van embalados para que vayan más lentos que un tanque a pedales.

Según Jared Diamond, la duración media del coito entre los estadounidenses es de unos cuatro minutos. No nos sirve de nada este dato porque la media no es un tiempo biológico. Además, sabemos hasta qué punto el hombre está incentivado por la cultura para que retrase su orgasmo o para que mienta en una encuesta. Habría que hilar más fino.

Aunque no hay muchos trabajos serios al respecto, se puede citar un estudio realizado en Estados Unidos, que fue publicado por el Journal of Sexual Medicine, con una muestra de 1.587 varones, de los que 207 resultaron eyaculadores precoces. Veamos sus tiempos comparados con los de los eyaculadores considerados normales. Los afectados por la eyaculación precoz tardaban una media de 1,8 minutos en alcanzar un orgasmo desde el comienzo de la relación sexual, frente a los 7,3 minutos de media que conseguían esperar los hombres que se controlaban. El 64% de los que se reconocían a sí mismos como eyaculadores precoces sufría angustia personal, el 31 % reconocía que no estaba satisfecho sexualmente –se entiende que de sus relaciones sexuales con su pareja– y un 72% reconocía que no tenía ningún control sobre su eyaculación, lo que les generaba una situación de estrés, angustia, etc.

El estrés y la ansiedad son, precisamente, algunos de los factores subjetivos que se señalan como causas de la eyaculación precoz. Los afectados insistían en su incapacidad para controlar el deseo y en su excitación desbocada. Además, acusaban a su pene de hipersensible. Pues claro. Los penes normales son así. La vagina está diseñada para dar satisfacción plena y rápida al varón. Precisamente, algunos de los remedios que circulan por ahí tratan de anestesiar las sensaciones del pene. Son poco recomendables porque, entre otras cosas, anestesian también las sensaciones de las señoras.

Muchas veces, el término precoz parece que hace referencia a que el único obstáculo que impide que las mujeres tengan un orgasmo es el breve tiempo que tarda su pareja en eyacular. ¡Qué empeño! Las orangutanas se tiran un cuarto de hora mirando el paisaje mientras el macho se lo monta... y nada. Lo que ocurre es que hay una presión tremenda en la sociedad a favor del orgasmo civilizado, simultáneo, maduro, de película. ("¡Oh, Johnny, llévame al Paraíso!). Según eso, el tiempo deben marcarlo las mujeres. Por eso las pobrecitas mienten tanto. Tener un tío denso y concienzudo resollando encima durante una eternidad era más llevadero en tiempos de mi abuela, cuando se ofrecía por los difuntos.

Estimados eyaculadores rapiditos: Sabed que la tita Reme está entregada a vuestra defensa. Tenéis mi simpatía porque sois legión y porque todos somos hijos de la eyaculación precoz. No sois inmaduros, no estáis trastornados (imposible que un tercio de los machos humanos, según algunos informes, esté trastornado), no sois egoístas –al menos por este motivo–; sólo sois víctimas, entre otras cosas, de la falta de complementariedad entre los sexos. Vosotros no tenéis la culpa de que las mujeres no tengan orgasmos precoces. Si los tuvieran, ¿dónde estaría vuestro problema?

Chicos, no os torturéis; muchas veces no es cuestión de tiempo. Reíros con vuestra bienamada de vuestros complejos y de los suyos, desplegad todo el repertorio erótico y, sobre todo, no os durmáis sin haberla dejado bien aviada, antes de, durante o después de.

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