Menú
Francisco Pérez Abellán

Palabra de Bretón

Las mentiras del asesino deben servir para reivindicar la dignidad de la mujer maltratada.

José Bretón es el asesino de sus hijos Ruth y José, de 6 y 2 años, por lo que está condenado a 40 de cárcel, aunque su abogada dice que ha conseguido que no deba cumplir más de 25, cosa que en España no cumplen ni quienes como el del 11-M están condenados a 50.000, que así de excesivo es el aspecto promocional de la justicia.

Bretón representa todo lo que combatimos: un maltratador, machista y asesino de niños que dio muerte a sus hijos por el síndrome de Medea al revés, pero a pesar de eso ha tenido su minuto de gloria estos días por mor de una entrevista exclusiva en la que ha tratado de imponer que es inocente, aunque su condena está ratificada por el Tribunal Supremo.

Vaya por delante que yo soy partidario de que los asesinos hablen aquí y allá y podamos enterarnos de cuáles son los motivos de su drama, pero siempre que no se les haga el juego, ni se les baile el agua ni se les permita exculparse libremente. Bretón se defiende y repite los argumentos que ya se esgrimieron en su alegato: fallos de la investigación, fracaso morrocotudo de la perito de la Policía, que inexplicablemente confundió los huesos de los niños con huesos de roedores y Bretón insinúa que fueron cambiados. Y el caso es que todo esto, estudiado jurídicamente, no ha movido un milímetro la condena. De modo que lo que dice Bretón en su entrevista, concedida al compañero Javier Negre, que por cierto recuerda oportunamente que habla un asesino de niños, tuvo que titularse con el llamativo "No soy un psicópata", porque no se arrepiente de lo que hizo, no admite su culpa y no nos permite ver en su acto más que el odio que conserva contra la exmujer, como todo machista, a la que pretende seguir machacando sin pagarle la indemnización a la que está obligado por los tribunales. Bien por los abogados defensores que apoyan a sus clientes pero zasca a los que, acabada la vía legal, pretenden continuar empleando los medios de comunicación en beneficio de un caso perdido.

En un principio, Bretón, que es un artista de la mirada fija, casi catatónica, me pareció un afectado por estrés postraumático que, vuelto del servicio militar en Bosnia, había quedado majareta e incapaz de reinsertarse en la sociedad civil. A día de hoy me parece que tienen razón los psicólogos y psiquiatras que le analizaron, y que no presenta ninguna anomalía que le sirva de atenuante o eximente. Bretón es totalmente imputable y por eso está en prisión. Un tipo con un cuajo capaz de intoxicar a sus hijos con medicamentos de adulto y hacerlos desaparecer en una hoguera en la finca de sus padres. Pasado el tiempo, sigue negándolo todo porque cree, como tantos delincuentes, que puede burlarse de la tonta sociedad. Más allá de que los huesos no se fueron de copas y la investigación se enderezó porque otro forense más versado que la trabajadora de la Policía en una simple fotocopia de un periódico vio que eran huesos de niño y no de ratones. Eso sacó el caso del callejón sin salida y derribó la postura de Bretón, que aunque dijo que llevó a sus hijos a un parque, las imágenes de seguridad lo desmienten; que aunque dice que fueron secuestrados por terceros, los huesos y más los dientes lo desmienten. En la parrafada nueva que dedica con voz de pito a los ingenuos, dice que sus psicólogos afirman que es "una buena persona", pero el resto de sus palabras lo desmienten.

Ruth tuvo el infortunio de casarse con Bretón, tener dos hijos y creer por exceso de bondad, como otras, que, aunque su marido ladraba, jamás mordería, y recibió el doble bocado de la muerte. Las mentiras del asesino deben servir para reivindicar la dignidad de la mujer maltratada.

En España

    0
    comentarios