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Francisco Pérez Abellán

'Semen up' donde menos te lo esperas

Con esa presunta inseguridad y falta de pulcritud científica, no se puede condenar a nadie.

Recuerdo con sorpresa cómo no dábamos crédito cuando aquellos muchachos del grupo pop Semen Up cantaban "lo estás haciendo muy bien, muy bien, muy bien" y no queríamos creernos a qué se referían. Ahora, en el caso criminal de mayor repercusión de todas las épocas, una nueva ración de semen ha hecho que tampoco demos crédito a lo que pasa.

Al parecer, según filtran los propios agentes encargados de la investigación del asesinato de la niña Asunta en Santiago de Compostela, la camiseta manchada de líquido seminal que llevaba la chica cuando fue asesinada y con la que tanto se ha especulado no es el resultado de un asalto sexual, sino de una "contaminación" en el propio laboratorio de la Guardia Civil, según afirma el diario El País en su página 21 del 2/11/13 sin haber sido desmentido días más tarde cuando esto se escribe. Lo cual es una bomba mediática.

Tengo a la Guardia Civil, porque así me lo ha enseñado mi maestro y amigo el gran detective Javier Iglesias, presidente de Rausa & Rausa, como el mejor cuerpo policial del mundo, pero este fallo intolerable estropea lo que hasta ahora parecía una brillante investigación.

El juez que lleva la instrucción del caso declaró el secreto del sumario y desde ese mismo momento, incluso desde antes, no ha faltado ninguna información a la opinión publicada. Si bien son siempre noticias sin confirmar, que no tienen padre ni madre, y que resultan solo chivatazos a culo de pistola.

El juez Vázquez Taín, famoso y respetado por haber recuperado el Códice calixtino, por su lucha contra el narcotráfico en Galicia y por ser un compulsivo letraherido, que se mira a sí mismo en el reflejo acuoso de su obra literaria, dentro de una actuación con bastante éxito ha incurrido aquí en algunos fallos que podrían ser clamorosos. El primero es que, siendo un caso que debe resolverse prioritariamente por las pruebas científicas y tratándose de un envenenamiento con fármacos, dio su consentimiento, sin que nadie lo entienda todavía, para que el cadáver fuera incinerado, con lo cual destruye la materia de comprobación y no es posible hacer contraanálisis, a los que tiene derecho la defensa.

En segundo lugar, la primera noche que enchironó al matrimonio, al que mantiene imputado por el presunto asesinato de su hija, al parecer toleró que los investigadores hicieran grabaciones de voz en el calabozo. Pasando por alto que estas grabaciones, como las del juez Garzón, las carga el diablo, de ellas surgieron frases famosas e inquietantes como "Tú y tus jueguecitos", "¿Lograste deshacerte de eso?" y "Calla, que pueden estar escuchando". El caso es que aunque no es ilegal que se grabe en la intimidad, no es estético y resulta inadecuado, en una democracia donde cuando te detienen te leen tus derechos: “Tiene derecho a guardar silencio, tiene derecho a un abogado…”, cosa que se convierte en una clara monserga, porque a la hora de la verdad, aprovechando que no puedes ir a ningún lado y estás en sus manos, te graban sin que te enteres, lo que por supuesto no vale como prueba, solo faltaría, pero además es irrespetuoso y autocrático, como si te grabaran encaramado en el tigre, vulgo váter.

Otro error, que va para abuso, es estar a punto de acabar la instrucción del caso Asunta y seguir con el secreto del sumario, que, tal y como difunden los chivatazos, resulta que el sumario solo es secreto para la defensa. Todos los demás están al día hasta de los menores detalles. Por ejemplo, esa especulación de un tercer individuo en el asesinato que, tal y como va la investigación, no pega ni con cola. Hay un caso parecido en la historia criminal, el crimen de Ricardito, en el que se le consideraba inocente hasta que el propio Ricardito hizo una demostración de que era pequeño pero matón, levantando en volandas el baúl con los restos del señorito asesinado y echándoselo a la espalda como si nada. Con la reconstrucción del crimen de Asunta podríamos haber salido de dudas, por ejemplo comprobando si la madre es capaz de trasladar en brazos el cuerpo de la hija desde el coche hasta el borde del camino forestal, pero, dado que el juez no permite a la defensa enterarse de qué es lo que realmente se le imputa, se impide que los acusados colaboren.

Al juez Váquez Taín, al que no le falta acierto ni aplomo, ya le han llamado la atención dos veces del Tribunal Superior de Galicia y de la Fiscalía, por un comentario hecho con ligereza sobre los medios de comunicación y un chiste sin gracia en el que decía que Asunta volaba.

Por otro lado, leo en El Correo Gallego que la mancha de semen pudo producirse al coincidir la camiseta con la ropa interior de un violador, lo que de confirmarse pone en entredicho todas las pruebas efectuadas en el laboratorio de criminalística. Con esa presunta inseguridad y falta de pulcritud científica, no se puede condenar a nadie. A partir de ahora conviene ya no contar en la investigación criminal con enchufados infiltrados por políticos ignorantes.

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