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El Sáhara Occidental, bloqueado

La reciente gira de Christopher Ross por la región y el contexto en el que se ha producido dejan poco espacio para el optimismo.

En estos días Christopher Ross, diplomático estadounidense que en los últimos años ejerce como enviado especial del secretario general de la ONU para el Sáhara Occidental, tiene que presentar a la organización un informe en términos de balance y perspectivas del enquistado conflicto. Su reciente gira por la región y el contexto en el que se ha producido dejan poco espacio para el optimismo. Además, el telón de fondo incluye también la celebración, el pasado día 8, del segundo aniversario de la conformación y de la violenta disolución (13 muertos) del gran campamento de protesta de Gdeim Izik, en las afueras de El Aaiún.

A principios de mes, Ross recorrió el escenario inmediato –Rabat, El Aaiún y los campamentos de Tinduf– y las cuatro capitales (Argel, Nuakchot, Madrid y París) que cuentan para la gestión del conflicto. La gira despertó expectativas, pues lo ambicioso de la misma parecía indicar que algo empezaba a moverse. Semanas después, nada indica que el movimiento, de producirse, vaya a ir en el sentido deseable.

Después de haber sido recusado por Marruecos en primavera, para luego ser aceptado de nuevo por el rey Mohamed VI, el diplomático Ross es visto ahora como una figura más débil y, por ello, con menos capacidad de hacer avanzar el dosier. Junto a ello, perdura el inmovilismo habitual de las partes, bien reflejado en el reciente endurecimiento de la posición marroquí. En su discurso televisado del pasado día 6, con motivo del 37º aniversario del lanzamiento de la Marcha Verde (350.000 civiles marroquíes avanzando hacia las posiciones militares españolas), de triste recuerdo para España, el monarca marroquí criticó con especial dureza tanto al Frente Polisario como a Argelia, a los que acusó de obstaculizar la resolución del conflicto.

Mohamed VI ha insistido en referirse a los refugiados saharauis como "nuestros hijos de Tinduf" y en calificar de "fracaso" los esfuerzos negociadores de los últimos años, precisamente las imaginativas fórmulas buscadas por Ross para intentar desatascar este frustrante conflicto. Su discurso coincidió en el tiempo con la expulsión de una veintena de españoles y cuatro noruegos –pertenecientes estos últimos a las juventudes de los partidos Laborista y Liberal– del Sáhara Occidental ocupado. Las fuerzas de seguridad marroquíes que les expulsaron hacia el norte, hacia Agadir y Marrakech, adujeron como razón, precisamente, el aniversario de la disolución de Gdeim Izik, pues podrían producirse problemas en dicha fecha.

El vacío de poder que sufre Mauritania desde que el 13 de octubre fuera herido de bala su presidente, Mohamed Ould Abdelaziz, quien sigue internado en el Hospital Militar de Percy-Clamart (París), y la preocupante situación en el también vecino norte de Malí no hacen sino poner las cosas aún más difíciles en la región. Marruecos sigue empeñado en relacionar al Frente Polisario con la creciente amenaza del terrorismo yihadista salafista en la zona, y Argelia concentra todos sus esfuerzos en los últimos tiempos en evitar una intervención militar multinacional en el país saheliano.

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