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¿Hacia el fin de Gadafi?

Todo ello parece indicar que a Gadafi no le queda mucho tiempo, y que el "día después" a su régimen se acerca.

Tras golpear duramente a sus unidades navales, el 19 de mayo, e intensificar en los últimos días los bombardeos de la OTAN sobre el complejo de Bab Al Aziziya en Trípoli, todo parece indicar que la determinación para derrocar a Muammar El Gadaffi se manifiesta con más claridad que nunca. A esta conclusión lleva también la concentración de helicópteros de combate franceses y británicos preparados para la intervención, los movimientos cada vez más acelerados de la Unión Africana (UA) para buscarle una salida al líder libio, y la dinamización diplomática de occidentales y rusos.

Todo ello parece indicar que a Gadafi no le queda mucho tiempo, y que el "día después" a su régimen se acerca. El desbloqueo de la durante dos meses asediada ciudad de Misrata, la escasez de abastecimiento de alimentos y combustible en Trípoli y el visible activismo diplomático en Bengazi de la UE y de los EEUU parecen corroborar efectivamente que ya hay que ir pensando en una Libia sin su líder actual. En cualquier caso, eso está aún por ver en el marco de esta extraña guerra, que ya era guerra civil cuando una intervención exterior basada en la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU –que no permitía lo que desde hace dos meses se está haciendo– ha llevado a apoyar a un bando y a buscar la derrota del otro. Tan flexible aplicación del principio de la "responsabilidad de proteger" nos va a llevar, bien a tener que tratar con es misterioso mundo que hay detrás del Consejo Nacional de Transición –si es que Gadafi cae– o quizás a un escenario de partición "de facto" del país, si es que este resiste. Para algunos lo primero no ofrece dudas, y dos ex ministros de Gadafi que son cabezas visibles, política y militar de dicho Consejo –Mustafá Abdel Jalil y el general Abdel Fatah Younis– serían los interlocutores del nuevo liderazgo libio. Pero seguro que habrá problemas –o mejor, enormes contradicciones– con la definición política de éstos cuando emerjan en majestad algunas de las fuerzas ocultas que se ocultan detrás.

Cabecillas islamistas como Hakim Al Hasadi, que hace una década estaba en Afganistán y Pakistán y, tras ser detenido por los EEUU y liberado nada menos que por la mediación de Gadafi, ahora combate contra él en la Cirenaica, exigirán su protagonismo y pondrán sus condiciones al nuevo régimen impulsado por la OTAN. También lo harán, aunque de hecho ya lo están haciendo ahora, los líderes de la "Brigada 17 de Febrero", Fauzi Bukatef y Mustafá el Saguisli, que van por libre en la caótica lucha de los rebeldes y constituyen un poderoso grupo que, como Hakim Al Hasadi, querrán poner sus condiciones en el "día después". El problema es que si éste llega, puede ocurrir como con Osama Ben Laden en Afganistán: aunque apoyado por Occidente, él hacía su propia guerra, y no se consideraba comprometido ni con quienes le apoyaban ni con sus valores, sino con su propio proyecto.

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