Por extraño que pueda parecer a los occidentales no musulmanes, la furia parece crecer cada día que pasa; hasta el punto de que en la reacción global hay involucrados embajadores de muchos países, las Naciones Unidas, boicots internacionales y amenazas a empresarios completamente inocentes y al personal de las embajadas. Veamos algunos ejemplos recientes:
– Gaza. El lunes (*), hombres armados tomaban una oficina de la UE y exigían la disculpa de Dinamarca y Noruega (donde otra publicación reprodujo, más tarde, las viñetas). El martes, los manifestantes cantaban "Guerra a Dinamarca, muerte a Dinamarca" mientras quemaban banderas danesas. El líder de la Yihad Islámica, Nafez Azzam, declaraba: "Sentimos una gran rabia por los continuos ataques contra el Islam y el profeta del Islam, y exigimos que el Gobierno danés se disculpe clara y públicamente por el injusto crimen".
– Los ministros árabes del Interior, reunidos en Túnez, declararon: "Pedimos a las autoridades danesas que tomen las medidas necesarias para castigar a los responsables del daño y evitar que se repita".
– Libia y Arabia Saudí retiraron a sus embajadores de Copenhague mientras en Arabia Saudí una multitud furiosa apaleaba a dos empleados de la corporación danesa Arla Foods, que ha sido objeto de un boicot demoledor en todo el mundo islámico; un boicot que ha sido aprobado, entre otros, por el ministro sudanés de Defensa.
– El ministro de Asuntos Exteriores iraquí, Hoshiyar Zebari, presentó una queja al embajador danés en Bagdad mientras las tropas danesas en Irak eran puestas en alerta después de que se emitiese una fatwa sobre las viñetas.
Estos incidentes siguen a las protestas diplomáticas de la Organización de la Conferencia Islámica, las manifestaciones en Cachemira, las amenazas de muerte procedentes de Pakistán, las protestas ante Naciones Unidas de la Liga Musulmana Mundial y otras organizaciones, etcétera.
Hasta Bill Clinton ha salido a escena, condenando "estas viñetas contra el Islam completamente indignantes" y enojándose mucho: "¿Qué vamos a hacer ahora?… ¿Sustituir el prejuicio antisemita por el antiislámico?". Por supuesto que no, pero su pregunta se sale del tema.
Las viñetas no son una manifestación de prejuicio antiislámico: la crítica a Mahoma o al Islam no equivale al antisemitismo. El Islam no es una raza; los problemas con él no son producto de traficar con miedos y ficciones, sino de la ideología y los hechos, hechos destacados repetidamente por musulmanes en todo el mundo, cuando cometen actos de violencia en nombre del Islam y los justifican a través de las enseñanzas de éste. Señalar, como se hace en algunas de las viñetas, que existe un vínculo entre las enseñanzas de Mahoma y la violencia islámica es poner de manifiesto, simplemente, algo que ha sido plasmado en diversas ocasiones por Osama ben Laden, Aymán al Zauahiri, Abú Musab al Zarqaui, Omar Bakri, Abú Hamza, Abú Bakar Bashir y muchos otros.
¿Todos estos hombres, y muchísimos más, malinterpretan y falsifican las enseñanzas de Mahoma y del Islam? Esta pregunta, tan crucial, es irrelevante para la evaluación ética de las viñetas. El hecho es que estos terroristas de la yihad, y otros, esgrimen como inspiración el ejemplo y las enseñanzas de Mahoma. Algunas de las viñetas llaman la atención sobre este hecho.
En última instancia, pues, la controversia de las viñetas atañe a la libertad de expresión. Como escribí a mediados de diciembre:
"Mientras se convierte en un célèbre precedente internacional, la controversia de las viñetas muestra el abismo que hay entre el mundo islámico y el Occidente post cristiano en materia de libertad de expresión y de discurso. Y podría suceder que mientras Occidente sigue rindiendo homenaje a sus ídolos de tolerancia, multiculturalismo y pluralismo, abandone voluntariamente esas libertades tan duramente ganadas".
La libertad de expresión va acompañada, precisamente, de la libertad de molestar, poner en ridículo y ofender. Si no, es algo huero. En el momento en que una persona o ideología es considerada al margen del examen crítico y hasta del ridículo, la libertad de expresión se ve reemplazada por una camisa de fuerza ideológica. Los occidentales parecen captarlo fácilmente cuando se afrenta al cristianismo, incluso cuando se hace tan hiriente y ofensivamente como en el Piss Christ de Andrés Serrano o en la Virgen María cubierta de heces –y pornografía– de Chris Ofili. Pero tal claridad de pensamiento no parece trasladarse al contexto islámico.
Aun así, es ahí donde más se necesita hoy en día. La controversia de las viñetas, tan insignificante e incluso estúpida como pueda ser en su origen, es un desafío cada vez más grave a las nociones occidentales de pluralismo y libertad de expresión. Los daneses ya han comenzado a disculparse, para satisfacción provisional de los grupos musulmanes daneses. Pero, hasta el momento, el diario Jyllands-Posten y el primer ministro se han limitado a decir, esencialmente, que lamentan si los musulmanes se ofendieron, y que nadie tenía intención de hacerlo.
Si van más lejos y "castigan a los responsables", como exigen los ministros árabes del Interior, o tratan las viñetas como un asunto de violación de los derechos humanos, como exige un imán belga, reconocerán que satirizar a Mahoma y criticar el Islam es, de algún modo, erróneo en sí mismo. Tal noción es exactamente igual de peligrosa para una sociedad libre que la idea de que el Apreciado Líder o el materialismo dialéctico se encuentran por encima de la crítica. Es la muerte para una sociedad libre.
No sólo eso. La furia musulmana por las viñetas, habiéndose extendido hoy por todo el mundo musulmán, desde Egipto y Sudán hasta Pakistán y más allá, también amenaza convertirse en el detonante que ponga en marcha un conflicto mucho mayor entre Occidente y el mundo islámico que los actuales de Irak y Afganistán. El mundo musulmán estaba enfurecido por el escándalo de la prisión de Abú Ghraib y por las informaciones del pasado mayo que hablaban de que se había arrojado un Corán al retrete en Guantánamo. Aunque todavía no ha habido asesinatos por lo de las viñetas, al contrario de lo que pasó cuando el escándalo de la profanación del Corán, el alcance internacional de la furia por las viñetas hace triviales, en comparación, otras fuentes de ira.
A propósito de los disturbios en Afganistán con motivo de la profanación del Corán, en los que se informó de que había muertos –gentes que nada tenían que ver con la presunta profanación–, escribí:
"La cuestión, aquí, reside en la respuesta proporcionada. Si realmente se hubiera tirado un Corán al retrete, los musulmanes se habrían ofendido justificadamente. Justificadamente podrían haber considerado a los autores pecadores, o bárbaros, o infieles abocados al infierno. Justificadamente podrían haber puesto denuncias. Pero eso es todo. Matar a gentes que se encuentran a miles de millas de distancia, que no tenían nada que ver con el acto, y fulminar con amenazas y crímenes al mundo occidental entero, todo por ese presunto acto, no sólo es desproporcionado, no sólo es excesivo, es demencial. Y toda persona decente del mundo tiene que tener el valor de mantenerse firme y decir que es demencial".
Nadie ha sido asesinado por las viñetas. Pero lo mismo se puede decir hoy a propósito de la polémica de las viñetas. Es demencial. Se debe denunciar como demencial. Que Bill Clinton sea el único político americano que se ha hecho cargo de la controversia, y en el lado incorrecto, es una aberración.
El mundo libre debe respaldar resueltamente a Dinamarca, debe estar dispuesto a defender la libertad de expresión. Como no se defienda, seguramente perderá. El miércoles, publicaciones de toda Europa –en Francia, España, Alemania, Italia y Holanda– reprodujeron las viñetas para mostrar su apoyo a este principio. Pero, en un severo recordatorio de la bruma de dhimmitud y multiculturalismo que aún nos oprime, el director de France Soir fue despedido. La defensa de la libertad de expresión y del pensamiento libre no será fácil, y no es una tarea de un solo día.
Robert Spencer, director de Jihad Watch, columnista de medios como Front Page Magazine o National Review y autor, entre otros libros, de The Politically Incorrect Guide to Islam (and the Crusades).
(*) Este artículo apareció originalmente en Front Page Magazine el 2 de febrero.