
Tres de los nombrados (Levada, Rodé y Vallini) presiden importantes organismos de una Curia que se encuentra a la espera de renovación y seguramente de reforma en su estructura. Otros señalados curiales se han quedado sin el capelo rojo, lo que indica que el Papa no ha querido atarse las manos hasta perfilar dicha reforma que se espera para antes del verano.
Otros tres nuevos purpurados proceden del Extremo Oriente. Gaudencio Rosales, de Manila (la mayor metrópoli católica de toda Asia), es el sucesor del gran cardenal Sin, héroe de la revolución contra el dictador Ferdinand Marcos. Filipinas es el epicentro de la presencia católica en el Asia oriental, lo que auguraba este nombramiento. NicolásCheong, de Seúl, es el segundo cardenal coreano. Su país experimenta uno de los crecimientos más llamativos de la Iglesia Católica en todo el mundo. El nuevo cardenal se ha caracterizado por la defensa de la vida no nacida, en el contexto de los turbulentos episodios sobre la clonación humana que se han desarrollado en su diócesis. Joseph Zen, de Hong Kong, será el primer cardenal de esa populosa ciudad desde que se reintegró a la soberanía china. Salesiano de fuerte personalidad y profundo conocimiento de la realidad del celeste imperio, se ha convertido en portavoz de las comunidades católicas de toda China, y en un referente acreditado del movimiento cívico a favor de las libertades y la democracia en la antigua colonia británica. Su nombramiento es un gesto de aprecio muy especial del Papa hacia la sufrida iglesia china, un gesto que puede provocar reacciones contrapuestas en Pekín, que por el momento guarda un mutismo absoluto.
El capítulo americano de esta hornada tiene sendos exponentes del norte y el sur del continente. El capuchino Seamus O’Malley es el arzobispo de Boston. Llegó a esta urbe emblemática del catolicismo norteamericano cuando se encontraba literalmente descoyuntada por los casos de abusos sexuales protagonizados por sacerdotes de la diócesis y la errónea gestión de la crisis llevada a cabo por su predecesor. La claridad pastoral y el coraje del nuevo arzobispo, han sido un factor esencial para ver la salida del túnel. No es extraño que los EE.UU. hayan sumado este nuevo nombre a su dilatada lista de cardenales. El otro purpurado americano es el venezolano Jorge Urosa, de Caracas. Un nombramiento significativo en el contexto del actual enfrentamiento entre la Iglesia y el régimen chavista, que se explicaría en todo caso por la importancia de la diócesis caraqueña. América Latina no ha recibido en esta ocasión nuevos cardenales, porque ya los tiene al frente de las principales sedes del continente.