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UN CONGRESO NECESARIO

Teología y cine: Ermanno Olmi

La semana pasada tuvo lugar en Barcelona el I Congreso Internacional de Teología y Cine, organizado por la Facultad de Teología de Cataluña con el título El Dios de los cineastas. El Comité Organizador ha estado presidido por quien fuera tantos años delegado de la Filmoteca Vaticana y jefe de servicio en el Consejo Pontificio para las Comunicaciones, monseñor Enrique Planas, y el secretario del Congreso ha sido Peio Sánchez, quien dirige el departamento de cine de la Diócesis barcelonesa.

La semana pasada tuvo lugar en Barcelona el I Congreso Internacional de Teología y Cine, organizado por la Facultad de Teología de Cataluña con el título El Dios de los cineastas. El Comité Organizador ha estado presidido por quien fuera tantos años delegado de la Filmoteca Vaticana y jefe de servicio en el Consejo Pontificio para las Comunicaciones, monseñor Enrique Planas, y el secretario del Congreso ha sido Peio Sánchez, quien dirige el departamento de cine de la  Diócesis barcelonesa.
Ermanno Olmi

Como en todo Congreso, el interés es variable en función de las distintas ponencias y ponentes. Esa apreciación suele ser subjetiva, pero lo que en esta ocasión está fuera de discusión es que el astro rey de este congreso ha sido el realizador italiano Ermanno Olmi. Este campesino reconvertido en cineasta, con 76 años de edad, ha dado a la historia del cine por lo menos dos joyas de incalculable valor: El árbol de los zuecos (1978) y La leyenda del santo bebedor (1988), amén de otras joyitas menores. Olmi es un católico incómodo. Es profundamente religioso, estructuralmente cristiano, pero como casi todos los artistas, espíritu libre que no se casa con nadie. Ama la libertad por encima de todo. Ha sido probado muy duramente en su vida con una penosa enfermedad, y su afecto por Cristo ha ido en aumento. Pero se pone nervioso si le hablan del dogma o de las liturgias solemnes.

La excusa para su presencia en el Congreso ha sido la proyección en la Filmoteca de Cataluña de su último y definitivo film: Centochiodi, un film sobre Cristo que en Italia ha sido acogido con mucha polémica entre los católicos y no católicos. Ciertamente la película es problemática, especialmente desde una perspectiva teológica, y ofrece una aproximación muy incompleta al cristianismo. Pero hay algo mucho más grande y conmovedor que la película: el propio Olmi. He podido pasar tres días con él y ha sido un espectáculo de humanidad difícil de olvidar.

Desde el punto de vista teórico Olmi no es como Zanussi, el otro gran referente cinematográfico de la cultura católica. Olmi es contradictorio, a menudo heterodoxo, y absolutamente vitalista. Es como un niño grande con un corazón que lo abarca todo. En su mirada no hay escepticismo, no hay cinismo, no hay intelectualismo. Zanussi, por el contrario, no se sale del tiesto, es intelectualmente refinado, más ortodoxo, pero también mucho más pesimista y desencantado. Quiero traer a colación la relación entre Olmi y su esposa Loredana Detto, actriz protagonista de Il posto (1961), una relación tan tierna como exquisita, que habla a voces de un amor verdadero y vocacional.

Además del testimonio grande de Olmi, nos habló del perdón, de los intelectuales, de la fe del pueblo, del valor de la pobreza, del misterio del dolor,... Pero especialmente deliciosa fue su reflexión sobre la educación: una relación de amigos en la que emergen las preguntas y se buscan las respuestas.

'Centochiodi', de Ermanno OlmiOtra persona sobre la merece fijar la atención fue el periodista Andrea Piersanti, profesor de la Universidad de la Sapienza de Roma, consejero de los famosos estudios Cinecittà, consultor de la RAI, así como presidente del consejo de administración del Instituto Luce y presidente del Ente dello Spettacolo. Es decir el referente número uno de la Iglesia italiana en temas de cine. Su intervención fue sobre la película Crash, e hizo una lectura religiosa del film, lo cual ya dice mucho del criterio interesante de este padre de familia de 50 años. Piersanti fue quien hizo un juicio crítico más afinado y contracorriente de la película de Olmi.

Jerónimo José Martín, crítico de cine de La Gaceta de los negocios y presidente del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC), proyectó en el Congreso los mejores materiales de sus entrevistas a cineastas para Popular TV. A ellos les interrogaba sobre Dios o el hecho religioso, y por tanto esas respuestas constituyen un material documental de primera categoría.

También intervinieron Primitivo Rodríguez, indispensable interlocutor para quien quiera saber cómo funciona la industria del cine en España, el famoso crítico de La Vanguardia Lluis Bonet, el director de la Filmoteca de Cataluña, y un plantel de diversos teóricos y profesionales del cine.

¿Por qué ha sido un Congreso necesario? Primero, porque confirma la atención creciente que la Iglesia, en su celo pastoral, debe prestar al hecho cinematográfico. Segundo, porque ha reunido en torno a la reflexión cinematográfica a católicos y profesionales de acentos muy diversos, lo cual es un gesto de unidad muy necesario. Tercero, porque ha plantado en el ámbito civil barcelonés, extremadamente laico, una reflexión desde la fe sin complejos (en el estreno de Olmi en la Filmoteca, en una calle llena de burdeles, no cabía ni un alfiler, y la mayoría no eran del congreso). En fin, sería muy interesante que la Facultad de Teología San Dámaso de Madrid se animara a emprender una iniciativa semejante para permitir un trabajo de este tipo en el ámbito madrileño. En cuestiones de cine, Barcelona siempre ha ido por delante.

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