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MATRIMONIO

Un asunto de justicia social

"Justicia social" es a menudo un apodo para la redistribución de la riqueza por parte del Gobierno. Y en Estados Unidos la raza es a menudo la razón oculta, o no tanto, de la justicia social. Los negros son más pobres que los blancos. La justicia exige igualdad de ingresos salariales, especialmente entre todas las razas. Por lo tanto, el Gobierno debe transferir ingresos y beneficios de blancos a negros. Fin de la historia. La acusación moral de la desigualdad salarial entre las razas es tan grave que cualquiera puede aplicar esta fórmula prácticamente a cualquier política, incluso a propuestas que en última instancia no ayudan a los negros.

"Justicia social" es a menudo un apodo para la redistribución de la riqueza por parte del Gobierno. Y en Estados Unidos la raza es a menudo la razón oculta, o no tanto, de la justicia social. Los negros son más pobres que los blancos. La justicia exige igualdad de ingresos salariales, especialmente entre todas las razas. Por lo tanto, el Gobierno debe transferir ingresos y beneficios de blancos a negros. Fin de la historia. La acusación moral de la desigualdad salarial entre las razas es tan grave que cualquiera puede aplicar esta fórmula prácticamente a cualquier política, incluso a propuestas que en última instancia no ayudan a los negros.
La decadencia del matrimonio aumenta la pobreza
Aunque parezca mentira, el gran asunto cultural con un tremendo impacto en la riqueza de la América negra casi nunca se enfoca de esta manera. Esta norma de conducta tiene el potencial de incrementar la riqueza, la educación y el poder de los negros. Esta importante corrección de rumbo cultural podría reducir el uso de las drogas, la delincuencia y la violencia, especialmente de negros contra otros negros. Estoy hablando, por supuesto, del matrimonio como un asunto de justicia social. Sin embargo, la opinión de la élite progresista está extrañamente callada acerca de la importancia potencialmente revolucionaria del matrimonio para la comunidad negra.

El matrimonio es un factor de protección contra patologías sociales. El matrimonio genera y preserva la riqueza, a diferencia de otros estilos de familia que hacen que la prosperidad se esfume. Una reciente publicación del Instituto Seymour en Boston: God’s Gift: A Christian Vision of Marriage and the Black Family ("El regalo de Dios: Una visión cristiana del matrimonio y la familia negra") explica detalladamente que el paso más importante para el futuro de la América negra sería la recuperación del matrimonio. El informe menciona el hecho que las familias casadas en la comunidad negra tienen el doble de ingresos que las familias negras sin casar.

El fundador del Instituto Seymour para Estudios Cristianos Avanzados es el reverendo Eugene F. Rivers III, pastor pentecostal negro cuyo trabajo con la juventud pobre urbana ha sido ampliamente elogiado. En el prólogo de El regalo de Dios, el reverendo Rivers expone su argumento:

"El impacto de la decadencia del matrimonio entre negros ha sido enorme, resultando en niveles de pobreza más altos entre familias negras, fracaso escolar en los niños, transmisión intergeneracional de altos niveles de embarazo juvenil y de hogares encabezados por mujeres. La investigación sociológica relaciona la falta de un padre con la violencia, el uso de las drogas y el comportamiento criminal, especialmente entre jóvenes negros".

Para los que pudieran argumentar que el matrimonio es algo ajeno a las costumbres negras, el lingüista John McWhorter tiene una respuesta en el número más reciente de The American Enterprise. McWhorter hace la observación de que la alta proporción de familias monoparentales entre negros es una novedad relativamente reciente y no algo que se pueda atribuir a ningún amorfo "legado de la esclavitud".

"En áreas pobres negras de Chicago, durante los años 20, se consideraba un problema que el 15% de los nacimientos ocurriesen fuera del matrimonio. Cuando golpeó la Depresión, ese número bajó a menos del 10%. Las mujeres que tenían varios hijos con hombres distintos eran del tipo marginal. Y los hombres en esa época trabajaban en los empleos que ahora ocupan los inmigrantes".

McWhorter hace la conexión entre los cambios, al mismo tiempo, de las reglas de las ayudas estatales de los años 60 y de las normas de comportamiento sexual y familiar. Según su opinión, ambos fueron devastadores.

"En ese tiempo, en la ciudad de Nueva York el comisionado para las subvenciones de la ayuda social, Mitchell Ginsberg, (...) presionó a los trabajadores sociales para que reclutaran a nuevos receptores de la ayuda y abolió los requisitos de investigación de antecedentes, como las entrevistas y las inspecciones del hogar. Hasta 1961 las reglas nacionales para la ayuda estatal daban por sentado que, si se podía identificar a un padre, se esperaba que éste pagara la pensión alimenticia. Entre 1961 y 1968 esas normas se flexibilizaron..."

"Los burócratas salieron en busca de receptores de la ayuda, sin preocuparse de cuándo volverían a ser independientes nuevamente o, siquiera, de si lo lograrían. Los listados de ayuda social del país se dispararon, yendo de 4,7 millones a 9,7 sólo entre 1966 y 1970... Entre 1964 y 1976 el número de niños negros nacidos de madres solteras se duplicó. En 1995 más de tres cuartos de los niños negros habían nacido fuera del matrimonio... Y eso dañó gravemente a la siguiente generación. Entre niños negros que vivían con dos progenitores, los niveles de pobreza cayeron del 61% en 1959 a sólo el 13% en 1995, apuntándose un progreso increíble. En esa época, la mayoría de familias negras ya no vivían por debajo del umbral de la pobreza. Sin embargo, en ese mismo año los niveles de pobreza entre niños negros criados por mujeres solteras era de por lo menos el 62%".

De modo que, en nombre de la "justicia social", queriendo decir con ello la transferencia de ingresos a los negros, el matrimonio se convierte en algo marginal dentro de la comunidad negra. Y esa presión que pretende colocar el matrimonio como un hecho marginal en la sociedad negra ha tenido consecuencias devastadoras para el bienestar económico y social de los negros.

La opinión de la élite que ensalza los diferentes estilos de familia es parte activa en la destrucción de la justicia social. Nuestra cultura glorifica la actividad sexual temprana, la actividad sexual fuera del matrimonio y el tener hijos fuera del matrimonio. Pero estas influencias culturales tienen consecuencias muy distintas para las mujeres negras con bajos ingresos y escasa educación que para los formadores de opinión pertenecientes a la élite, graduados en exclusivas universidades.

La gente de las clases altas ha establecido como normal el gozar de años de sexo estéril fuera del matrimonio antes de sentar cabeza para casarse y educar un par de niños. Pero a medida que estas ideas van descendiendo en la escalera socioeconómica producen una actividad sexual fuera del matrimonio con consecuencias muy distintas. Las mujeres que no aspiran a carreras glamurosas ven la maternidad como su meta fundamental. Para ellas, la actividad sexual temprana representa embarazos tempranos y reiterados. Con demasiada frecuencia esos embarazos tempranos significan una vida de pobreza para ellas y para sus hijos.

Los jóvenes son a menudo los más idealistas y entusiastas partidarios de los nuevos movimientos sociales. Así que el reto que propongo se lo lanzo especialmente a ellos: si quieren hacer algo para ayudar a los pobres, déjense de idealizar el sexo fuera del matrimonio. Ustedes pueden salir indemnes de algunas decisiones sobre su estilo de vida sexual. Pero esas mismas opciones serían un desastre para los pobres.

Por ello, desafío a los universitarios y a los jóvenes adultos a que se hagan esta pregunta cuando estén tomando sus decisiones sobre el sexo: si una chica que abandonó sus estudios en el instituto hiciera esto, ¿sería bueno para ella? Si la respuesta es no, no lo hagan. O, por lo menos, tengan la decencia de mantener la boca cerrada acerca de la justicia social.

Acton InstituteLa Dra. Jennifer Roback Morse es investigadora especialista en Economía del Instituto Acton para el estudio de la religión y la libertad y autora del libro Smart Sex: Finding Life-long Love in a Hook-up World.

 *Traducción por Miryam Lindberg del artículo original.

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