La presencia este martes en Moncloa de Mariano Rajoy resulta desconcertante. Es verdad que la presencia y el diálogo entre el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición siempre es saludable, pero esto no es un verdadero diálogo. Es una pantomima informativa y una tomadura de pelo. ¿Puede ir Mariano Rajoy a La Moncloa? Puede y debe, pero siempre que lo haga en tiempo y en forma y con los objetivos claros.
A falta de todo ello, parece claro que el encuentro sólo puede considerarse un abrazo del oso. Rajoy va a salir del encuentro con Zapatero diciendo que quiere ayudar, pero por encima de todo saldrá engañado por un presidente que ha ido a buscar soluciones en Europa, cuando siempre había sido contrario a cualquier medida comunitaria.
Ahora que el sistema financiero se derrumba y que estamos asistiendo a la necesidad de un cambio en profundidad de los mercados financieros, el presidente del Gobierno español modifica su estrategia y trata de absorber en su viraje a la oposición. Zapatero ha hecho de su capa un sayo para salir temporalmente al paso de una crisis que siempre había negado. Y Rajoy se suma al coro.Por todo ello, estamos simplemente ante un encuentro antiguo y pasado de rosca. Es una entrevista que ya no lleva a ningún sitio y menos para solucionar los actuales problemas. Antes de que se celebre ya ha quedado obsoleta y aparecen un claro ganador y un evidente perdedor: Zapatero y Rajoy.
