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José Castro Velarde

Una oportunidad para la libertad de Educación

El Gobierno tiene la oportunidad de cambiar profundamente la Educación. Tiene que elegir entre el consenso con los socialistas o la libertad de padres y centros, que es lo que llevará a una enseñanza de calidad

Hoy es un día de alegría y agradecimiento para los que en las últimas legislaturas han trabajado por la libertad de educación. Alegría, por el anuncio realizado por el Ministro José Ignacio Wert de la derogación de la adoctrinante Educación para la Ciudadanía. Agradecimiento, a todos los padres anónimos que con su coraje y su objeción de conciencia han conseguido ganar esta batalla.

Pero mañana será distinto. Una vez tomado un día de descanso, hay que volver a estar alerta porque los problemas de la educación no han acabado.
 
Tras la comparecencia del ministro Wert, hay algunos puntos muy interesantes de sus anuncios: reforma del acceso a la docencia; creación del estatuto del profesor, confiriéndole la nota de autoridad; refuerzo de la autonomía de los centros; rechazo de la idea de que el aumento de calidad pasa por dedicar más recursos económicos (cosa inviable hoy en día, por la coyuntura económica); propuesta de aumentar el Bachillerato; la ya mencionada derogación de EpC; el someter a los centros a pruebas externas que puedan medir sus resultados y que sean la referencia para los padres a la hora de tomar una decisión para elegir el centro para sus hijos; la recuperación del esfuerzo, y el bilingüismo, entre otras.
 
Muy interesantes, también, fueron las interpelaciones de los representantes de UPyD y del Foro Asturias, apostando por la descentralización verdadera, aquella que consiste en defender la autonomía de la sociedad, esto es, de los padres y de los centros, y no de la llamada autonomía política, que como muy bien han denunciado estos representantes minoritarios, ha sido una de las causas principales que nos ha llevado al caos actual.
 
Sobre la comparecencia del ministro de Educación se podría comentar mucho, pero quiero centrarme en dos puntos:
 
a) El Gobierno del PP tiene la oportunidad de cambiar profundamente la Educación. Parece que puede contar con el apoyo de grupos minoritarios e incluso, en algunos aspectos, con la no oposición de los nacionalistas. Pero si quiere de verdad realizar la reforma que España necesita, deberá escuchar a la sociedad y renunciar a consensos con el Partido Socialista y con los nacionalistas, con estos últimos, al menos, en lo que se refiere a la libertad de elección de los padres en materia lingüística. En definitiva, el ministro Wert tiene que elegir entre el consenso con los socialistas o la libertad de padres y centros, que es lo que llevará a una enseñanza de calidad.
 
b) La clave de la reforma, como demuestra el Informe Pisa al analizar los países con éxito en su sistema educativo, es apostar por la autonomía de los centros. Y para que sean verdaderamente autónomos, hay que someterles al juicio de quienes son los máximos responsables de la educación de los niños y adolescentes, esto es, los padres. Deben ser los padres quienes elijan el colegio que mejor responda a sus expectativas y valores. Y por ello la financiación debe seguir a la elección de los padres y no al revés como sucede en los actuales conciertos.
 
He echado de menos una referencia del ministro a la asignatura de Religión, volviendo a una materia alternativa optativa y evaluada, y garantizando la igualdad de sus docentes con el resto.
 
Por último, Wert debe saber que el movimiento plural originado en los últimos años por la libertad de educación estará muy vigilante, tanto en lo relacionado con la nueva asignatura Educación Cívica y Constitucional, confiando en que los currículos de la nueva materia sean efectivamente respetuosos con la libertad ideológica y de creencias, como en la verificación del cumplimiento de todas sus promesas. Pero, por ahora, las expectativas son buenas.
 
 

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