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José María Marco

¡Viva la Constitución!

Lo que allí se celebró es lo que los reunidos saben que les une: la democracia, la voluntad de convivir juntos y en paz

He asistido a la concentración en homenaje a la Constitución en un local de juegos, en la Puerta del Sol casi esquina a la calle Arenal. Ante la cantidad de gente reunida en la plaza y los problemas de aglomeración, los responsables tuvieron la amabilidad de dejarnos escuchar el acto desde el interior del local. Muchos de los que me rodeaban siguieron con la cabeza agachada, con ademán serio y gesto preocupación las palabras de Mariano Rajoy. Al final, dentro del recinto, sonaron más resonantes aún los tres vivas que solicitó el líder del Partido Popular: a la Constitución, a la libertad y a la nación española.
 
La escenografía preparada, entrevista al llegar a la Puerta del Sol, era la de un acto de partido. Evidentemente, el acto de partido se convirtió en una gran manifestación, una de las más importantes que yo recuerde. En primer lugar, por el número de asistentes: es raro que una convocatoria partidista convoque a una multitud como la que se reunió en la Puerta del Sol.
 
En segundo lugar, por la calidad de los reunidos. Quienes acudieron cubrían todo el arco social español: de barrios céntricos y menos céntricos, jóvenes, mayores, familias enteras, de Madrid y de toda España. Si alguien quiere tener una idea de lo que es el pueblo español, sin retórica de ninguna clase, lo tendrá con sólo contemplar a los asistentes a este acto de homenaje a la Constitución.
 
Lo que allí se celebró es lo que los reunidos saben que les une: la democracia, la voluntad de convivir juntos y en paz. Resumido en una palabra: España, con la bandera nacional de protagonista, pero también con las de las comunidades y las lenguas españolas, que por una vez no han servido para separar, sino para sacar a la luz lo que nos es común a todos.
 
Había en la concentración un peligro latente, el de convertirlo en un pretexto para la queja y la protesta. Ha sido al revés. El ánimo de la gente y las valientes palabras de Rajoy —muy bien el recuerdo a los cientos y cientos de españoles asesinados por eso, por ser españoles y demócratas— lo evitaron de sobra. Ni por asomo fue una "concentración callejera". Ha sido un acto de civismo y de generosidad. Se defendió a las instituciones democráticas. Se homenajeó a los medios de comunicación que están siendo atacados por ejercer sus derechos. Y reapareció el espíritu de la Transición, pero ya madurado, consciente, dispuesto a asumir las responsabilidades que sean necesarias para su defensa.
 
Ese es el tercer argumento que ha hecho de esta manifestación un acto de especial trascendencia. Quienes estaban allí saben que están del lado de la libertad. También nos preguntábamos dónde está el Gobierno de España. Pero eso es otra cosa. Nosotros sí sabemos dónde estamos.

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