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Julio Cirino

Entre la alegría y la incredulidad

La semana que concluyó había comenzado con un escándalo en Lima; una filmación fue puesta al aire donde se veía al asesor presidencial Vladimiro Montesinos en compañía de un congresista que recibía unos 15.000 dólares, aclarando frente a la cámara, que necesitaría más atento a lo que llevaba gastado en la campaña electoral.

Durante las primeras horas pareció que se podría “tapar” el escándalo, pero al día siguiente ya recorría todos los canales de televisión y los periódicos de la región.

El vídeo tenía varias lecturas; por una parte dejaba al desnudo un secreto conocido por todos –pero que no se había podido probar– respecto de las tácticas espurias para la compra de voluntades por parte del gobierno de Fujimori, confirmaba además a Montesinos como el hombre a cargo de las operaciones “sucias” del presidente y finalmente explicaba el por que de una extraña corriente migratoria en el Parlamento, que llevó (desde el “triunfo” electoral de Fujimori semanas atrás) a que mas de 11 legisladores cambiaran de bancada pasando de la oposición a las filas del grupo que apoya al Presidente.

La primera semana de Septiembre, otro escándalo había recorrido el planeta; el de los 15.000 fusiles AK-47 comprados en Jordania y aparecidos en manos de la guerrilla colombiana, affaire que salpicaba profusamente a Montesinos quien, además, se había presentado frente a las cámaras de la televisión nacional junto a Fujimori alardeando como el artífice de una operación policial internacional, liderada por él, que permitió descubrir a los traficantes. La puesta en escena se vino abajo cuando testigos de los hechos y los gobiernos de Jordania, Estados Unidos, Colombia y España salieron a desmentir las aseveraciones de Fujimori y su alter ego.

En el escandalete que seguiría, varios oficiales del ejército peruano fueron mencionados como los “compradores” de las armas, lo que ciertamente no contribuyó a aceitar la relación, ya deteriorada entre Montesinos y sus colegas de uniforme.

El sábado 16 de Septiembre por la noche Fujimori hizo un anuncio por televisión; convocará a elecciones generales a la brevedad (¿seis meses?) pero él no será candidato. Anunció, además, que “desactivaría” el Servicio de Inteligencia Nacional –principal instrumento de Montesinos–.

Lo que habría sucedido en las horas previas a esta determinación es –por ahora– objeto de especulación mucho mas que de información fidedigna.

Lo que parece tener cierto grado de certeza es que el vídeo en cuestión fue filtrado a la prensa por miembros de las fuerzas armadas (navales para ser mas precisos) y cuando seguidores de Montesinos pretendieron efectuar arrestos de oficiales en activo por este tema, fueron también oficiales de las fuerzas armadas quienes impidieron que esto se concretara. A consecuencias del episodio, el sábado por la mañana, el presidente habría convocado a una reunión de los altos mandos militares, pero un número significativo de ellos simplemente se negó a asistir.

Fujimori, sabedor de que sin el incondicional respaldo de las instituciones armadas no puede mantenerse en el poder, huye hacia delante convocando a elecciones. Sin embargo, el encuadre legal para hacer esto posible no es del todo simple y requiere del voto del Congreso.

Por otro lado, no son pocos quienes, con sobradas razones, se muestran escépticos respecto de las intenciones de Fujimori; temores alimentados por la vaguedad de los anuncios que, si bien espectaculares, contienen ninguna precisión respecto de los “cómo” y los “cuándo”.

Pero de esto nos ocuparemos en los próximos días.

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