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Los enigmas del 11M

Encuestas electorales

Entradilla al programa "Sin complejos" del domingo 7 de febrero de 2010

En las últimas fechas, hemos conocido tres encuestas diferentes – la del Centro de Investigaciones Sociológicas y las que hoy publican los periódicos El Mundo y El País - que confirman las tendencias de voto que se vienen apuntando en los últimos meses:
  1. La crisis económica y la falta de liderazgo están pasando factura al PSOE, que día a día ve cómo su apoyo electoral disminuye. En concreto, el PSOE perdería entre 6 y 8 puntos, según las distintas encuestas, con respecto a ese 44% que obtuvo en las elecciones generales de 2008. Se trata de una pérdida importante, sin ninguna duda, pero tampoco es el desplome que cabría esperar para un partido que ha llevado a la Nación a la quiebra económica e institucional.
  2. El Partido Popular, por su parte, sólo consigue parcialmente recoger ese voto descontento. Si mañana se celebraran elecciones, el PP subiría, según las distintas encuestas, entre un 0,5% y un 3,5% de los votos.
  3. ¿Y dónde están yendo esos votos que ya no van a parar al PSOE, pero que tampoco cosecha el PP? Pues básicamente a dos sitios: por un lado, a Izquierda Unida, que subiría entre 1 y 2 puntos; y por otro lado a UPyD, que duplicaría (según la encuesta de El Mundo) o cuadruplicaría (según la encuesta del CIS) sus resultados de 2008, empezando a disputar a Izquierda Unida el puesto de tercera fuerza política.
Con estos resultados, si mañana se celebraran elecciones, el Partido Popular sería el claro vencedor, pero sin la necesaria mayoría absoluta que le permitiera gobernar sin pagar peaje a los nacionalistas. La duda es si la subida de UPyD será suficiente como para poder sustentar un gobierno en coalición con el PP.
En condiciones normales, estando España en grave riesgo de quiebra y camino de los cinco millones de parados, el Partido Popular tendría que estar 20 puntos por delante del PSOE. ¿Tiene sentido entonces que, con la que está cayendo, cada décima adicional de distancia entre el PP y el PSOE cueste un auténtico triunfo? Pues la verdad es que sí. Tiene bastante sentido. Teniendo en cuenta la desastrosa oposición que el PP está haciendo, parece casi un milagro que haya logrado colocarse por delante del PSOE.
Porque la estrategia meliflua, tontita y apática de Rajoy – si es que Rajoy tiene una estrategia, cosa que dudo sinceramente – probablemente esté consiguiendo captar algunos votos entre el electorado menos sectario y más desencantado del PSOE, pero a costa de perder un número de votos similar por su derecha, de toda esa gente que está harta de que le tomen el pelo, de que le engañen con promesas electorales de cambio que luego no se cumplen (como ha sucedido en Galicia) y de que les consideren, en definitiva, como votantes cautivos.
En la encuesta que hoy publica El País, hay un dato bastante revelador: el 54% de los votantes socialistas se fía poco o nada de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero es que el 60% de los votantes del PP se fía poco o nada de Mariano Rajoy. Con lo cual, el panorama con el que España va a tener que enfrentarse a una situación de posible quiebra del Estado no puede ser más desolador: estamos haciendo frente a la mayor crisis de nuestra Historia con un Gobierno y una Oposición de los que no se fían ni sus propios votantes.
¿Quién va a poder, entonces, exhibir la capacidad de liderazgo necesaria para encarar los problemas, para proponer las soluciones y para transmitir a la gente la confianza en que, aunque ahora haya que hacer sacrificios, en el futuro las cosas volverán a mejorar?
¿Quién va a ser capaz de señalarnos la luz al final del túnel y de convencernos de que conoce el camino de salida?
¿Quién tiene la inteligencia, la mesura y la determinación que hacen falta para sacarnos de esta crisis económica, institucional y moral?
Habrá que estar atentos a la evolución de los acontecimientos. Las citas electorales comienzan este año con unos comicios catalanes marcados por la incertidumbre. Veremos lo que dan de sí.
En cualquier caso, como los dos principales partidos sigan ganándose a pulso la desconfianza de sus votantes, no estarán haciendo sino abonar el terreno para el surgimiento de nuevas formaciones políticas que los sustituyan.
Lo cual, a estas alturas, tampoco me parece tan mala solución, qué quieren que les diga.

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