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Los enigmas del 11M

La consumación de un golpe de estado (IV): Condición sine qua non

Editorial del programa Sin Complejos del domingo 4 de julio de 2010

Les voy a pedir que hagan un ejercicio de memoria histórica. En el artículo anterior comentaba cómo la sentencia del Estatuto catalán ha venido a dar la puntilla definitiva a la Constitución del 78, enmendándola por la vía de los hechos consumados. En éste, me gustaría invitarles a que retrocedan ustedes seis años en el tiempo y se pregunten cómo hemos podido llegar a esta situación.

Volvamos atrás, a la mañana del 11 de marzo de 2004, cuando tuvo lugar ese atentado terrorista que tan incómodo parece resultarle a nuestra clase política, si tenemos en cuenta que en el reciente homenaje a las víctimas del terrorismo en el Congreso no hubo ni siquiera una mínima mención al que continúa siendo el mayor atentado de nuestra Historia.

¿Quién organizó el 11-M? Si yo les preguntara a ustedes, uno por uno, quién creen que fue el autor intelectual de aquella masacre, probablemente me encontraría con muchas respuestas distintas, tantas como hipótesis se han ido planteando. Me encontraría aún con gente que me diría que fue Al Qaida, en venganza por nuestra participación en la Guerra de Irak. Me encontraría con personas que dirían que fue ETA, la misma banda terrorista que lleva décadas atentando en nuestro país. Me encontraría con quienes señalarían a Marruecos o a Francia, deseosas de neutralizar la pujanza española. Me encontraría con quienes piensan que fue algún servicio de inteligencia nacional o extranjero el que movió los hilos de la operación... Las distintas hipótesis que se han planteado, y que rondan por la mente de muchos españoles, son muchísimas y de lo más variado. Tantas son esas hipótesis, que más que orientarnos, lo único que hacen es confundirnos.

Para intentar arrojar algo de luz sobre el asunto, conviene por tanto que variemos el enfoque. En lugar de preguntarnos directamente quién organizó el 11-M, vamos a tratar de aplicar esa vieja máxima que dice que, para resolver un crimen, lo mejor es buscar a aquél que se ha beneficiado con el mismo. Así que déjenme que les pregunte de nuevo: ¿qué consecuencias tuvo el 11-M?

Si nos fijamos en la escena internacional, lo primero que observamos es que el 11-M no ha tenido la más mínima consecuencia. Es verdad que, de resultas de aquel atentado, nuestras tropas terminaron retirándose de Irak, dejando en ridículo a España y a los españoles. Pero la retirada de nuestras tropas no tuvo, por su parte, ninguna consecuencia significativa en la situación iraquí, ni en el equilibrio de poder en la zona.

También es verdad que, con la llega de Zapatero al poder, España efectuó un giro pro-marroquí en su política exterior. Pero ese giro que tan bien ha protagonizado el ministro Moratinos no ha tenido, en el terreno práctico, ninguna consecuencia de importancia para Marruecos, ningún beneficio concreto medianamente significativo.

Es cierto, por último, que España ha pasado a no tener el más mínimo peso, ni dentro ni fuera de la Unión Europea. Pero eso no ha alterado de manera significativa ningún equilibrio internacional de fuerzas, ni entre nuestros socios europeos, ni en ninguna otra parte.

En el terreno de la geopolítica, el 11-M podría perfectamente no haber existido, y el mundo no sería por ello distinto.

Desde el punto de vista internacional, por tanto, es verdad que España ha perdido enormemente desde el 11-M. Pero nadie se ha beneficiado de forma especialmente significativa de esa pérdida. No existe, en el terreno internacional, nadie que podamos decir que ha obtenido claros réditos del crimen, porque el 11-M no provocó, desde el punto de vista de los equilibrios internacionales de fuerzas, ningún cambio dramático.

Los únicos cambios dramáticos que el 11-M ha producido han tenido lugar en el interior de nuestro país, donde aquel atentado, y su posterior manipulación, pusieron en marcha una dinámica suicida de voladura controlada de la Constitución.

Si quieren, se lo planteo de otro modo. Háganse la siguiente pregunta: ¿hubiera sido posible llevar a la práctica este autogolpe con el que el Tribunal Constitucional acaba de liquidar la Constitución de 1978, de no haber mediado el 11-M? Si no hubiera habido 11-M, ¿habría podido ponerse en marcha la estrategia de cordón sanitario contra el PP, y de negociación con ETA y de reforma de la Constitución por la vía del Estatuto catalán?

La respuesta es que no. Sin el 11-M, sin la conmoción social que el 11-M provocó, sin el estado de shock que el 11-M indujo en la opinión pública, hubiera sido absolutamente imposible que llegáramos al punto al que hemos llegado. El 11-M era condición sine qua non para todo lo que nos ha pasado después.

Atendiendo, por tanto, a las consecuencias del atentado, no cabe otro remedio que concluir que el 11-M se llevó a cabo precisamente para poner en marcha esa dinámica de liquidación del régimen constitucional nacido de la Transición.

Evidentemente, mientras no tengamos pruebas fehacientes, habrá que admitir cualquier hipótesis sobre el 11-M que quiera plantearse. Pero lo que la lógica nos dice es que la masacre del 11-M fue una operación cien por cien nacional y con unos objetivos exclusivamente nacionales.

El 11-M buscaba provocar en España un cambio de régimen, superando la Constitución del 78 por la vía de los hechos consumados.

Y vaya si lo ha conseguido.

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