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Los enigmas del 11M

Lavarse las manos

Editorial del programa Sin Complejos del domingo 27/5/2012

"Lavarse las manos" es una expresión que hace referencia al acto de desentenderse de las consecuencias de alguna acción, renunciando a ser cómplice de la misma.

En principio, la frase no tiene en sí misma ninguna connotación negativa. Imagínense, por ejemplo, que estamos empleados en una agencia de publicidad y que nuestro jefe nos ordena que hagamos una campaña de acuerdo con una determinada idea que a él se le ha ocurrido y que es una perfecta idiotez. En esa situación, podríamos decirle a nuestro jefe: "Considero que te equivocas al plantear la campaña así, pero como eres mi jefe, la haré como ordenas. Ahora bien, yo me lavo las manos en cuanto al resultado".

En ese caso, no está en nuestra mano el evitar que algo se haga mal, y lo que hacemos es ejercer nuestro derecho al pataleo, utilizando la frase para dejar constancia de que la culpa no es nuestra: "me lavo las manos".

Sin embargo, la frase puede tener también, en ocasiones, una connotación peyorativa. Seguro que todos ustedes han pensado, al oír el inicio del editorial, en un personaje histórico, Poncio Pilatos, prefecto de Judea en tiempos de Tiberio. De acuerdo con el Evangelio según San Mateo, cuando Jesús es llevado ante su presencia y la turba le pide que lo crucifique, Pilatos intenta inicialmente negarse. Pero, al ver que el tumulto arreciaba, Pilatos tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: "Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros".

En este caso concreto, Poncio Pilatos está diciendo que él no se hace responsable de aquella muerte, pero hay una diferencia con respecto al ejemplo que poníamos antes. En el ejemplo anterior, era nuestro jefe quien nos ordenaba que hiciéramos algo incorrecto. La responsabilidad, por tanto, no era nuestra. Sin embargo, en el ejemplo de Pilatos, el prefecto romano podía perfectamente haber evitado aquella muerte: él era el que tenía el poder de decisión. A pesar de lo cual, decidió inhibirse y dejar que se crucificara a un hombre al que él mismo consideraba justo.

Es por eso que la frase "lavarse las manos" se utiliza a veces como crítica, aplicada a esos hipócritas que, pudiendo evitar un mal, prefieren desentenderse. Se trata de hipócritas que intentan limpiar su conciencia aduciendo que, al fin y al cabo, no son ellos los que causan el mal directamente: son otros los ejecutores de esa mala acción de la que ellos se desentienden. Pero esos hipócritas ocultan, claro está, que en su mano estaba haber parado los pies a los causantes directos del mal. En el imaginario colectivo queda que Poncio Pilatos fue tan responsable, o más, de la crucifixión de Jesús como los que le clavaron a la cruz. De hecho, seguro que pocos de Vds recuerdan el nombre de alguno de esos responsables religiosos judíos que exigieron a Pilatos que Jesús fuera crucificado. Sin embargo, el nombre de Pilatos es imposible de borrar de nuestra memoria.

Esta semana hemos conocido, a través del periódico El Mundo, que la Fiscalía ha pedido a la Audiencia Provincial de Madrid que rechace el recurso presentado por Jamal Zougham, el único condenado por poner una bomba el 11-M, contra la inadmisión de su querella dirigida a las dos testigos a causa de cuya declaración fue condenado.

La Fiscalía de la Audiencia Provincial, ignorando las múltiples evidencias de falso testimonio que el periódico El Mundo puso sobre la mesa, recurre a argumentos sonrojantes para cerrar cualquier posibilidad de revisar una sentencia, la del 11-M, a todas luces injusta y basada en pruebas y testimonios falaces.

Esa noticia se une a las filtraciones del periódico El País sobre la actitud de la Fiscalía en otro de los aspectos del 11-M que está bajo investigación: los restos de uno de los focos de explosión ocultados durante ocho años en un almacén de una empresa subcontratista de Renfe. Al parecer, según El País, la Fiscalía sería también partidaria de cerrar esas investigaciones.

Por si fuera poco, también hemos conocido que a la juez Coro Cillán, que se atrevió a iniciar diligencias para esclarecer algunos aspectos del 11-M, estarían pretendiendo empapelarla por su actuación en otro caso judicial. En España, jamás se empapela a ningún juez, salvo que se atreva, por lo que parece, a cuestionar la ideología de género dominante o a investigar el 11-M.

Cuando Eduardo Torres-Dulce accedió al cargo de Fiscal General del Estado, prometió actuar desde la independencia, pero ya hemos visto en qué se traduce su concepto de la misma: en no mover un dedo para investigar la masacre y en dejar que subordinados suyos actúen para cerrar cualquier vía de investigación que otros abran.

Como el prefecto romano, don Eduardo Torres-Dulce puede contar con el escudo de que son otros miembros de la Fiscalía, al fin y al cabo, los que toman las decisiones últimas. Pero se trata de subordinados suyos, por lo que estaría en su mano evitar unas actuaciones injustas que, sin embargo, no parecen importarle.

Como también estaría en su mano impulsar, motu proprio, la investigación de aquel atentado que continúa sin esclarecer. La Ley establece que la Fiscalía tiene la obligación de investigar de oficio los posibles delitos de los que tenga conocimiento, pero don Eduardo Torres-Dulce se lava las manos en la jofaina de la "cosa juzgada" y, como Pilatos, deja que sean otros (en este caso, los jueces que emitieron una sentencia del 11-M absolutamente inmoral y antijurídica) los que carguen con la culpa de algo que, sin embargo, el señor Torres-Dulce estaría en disposición de corregir.

Escudándose por abajo en sus subordinados y por arriba en la cosa juzgada, don Eduardo Torres-Dulce dejará que las víctimas del 11-M sigan sin tener justicia, que la sociedad española siga sin conocer la verdad y que las instituciones sigan arrastrando el descrédito de una sentencia que no ha hecho sino encubrir lo que todos sospechamos que fue un auténtico golpe de estado. Golpe de estado, por cierto, sin el cual España no se encontraría en la situación calamitosa en la que hoy se encuentra.

¿Cuál es el origen de esa expresión, "lavarse las manos"? Si se lo pregunto a Vds, la mayoría me responderá que la expresión viene, precisamente, de aquella escena en que Jesús es llevado a presencia de Poncio Pilatos, pero no es así. La expresión es muy anterior: por ejemplo, en el Libro de los Salmos - en el Antiguo Testamento - ya se recoge la frase "lavo mis manos en señal de inocencia".

Eso de lavarse físicamente para intentar borrar las huellas de las culpas morales es algo existente en todas las civilizaciones, y que parece estar hondamente arraigado en el subconsciente de los seres humanos.

En un experimento muy curioso realizado en la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos, se tomaba a una serie de estudiantes y se los dividía en dos grupos. A los que componían el primero de ellos se les pedía que pensaran en algún comportamiento poco ético que hubieran tenido en el pasado, como por ejemplo traicionar a un amigo. A los estudiantes del segundo grupo, por el contrario, se les pedía que pensaran en algún comportamiento éticamente admirable que hubieran manifestado, como por ejemplo devolver una cartera con dinero que hubieran encontrado en la calle.

Al finalizar, a todos los estudiantes se les ofrecía un regalo, dándoles a elegir entre un bolígrafo y un botecito de desinfectante para las manos. Y en el experimento se constataba que la proporción de estudiantes que elegían el desinfectante para las manos era el doble entre los estudiantes que habían estado pensando en cosas inmorales que hubieran hecho, que entre los otros estudiantes.

Permítame decirle, don Eduardo Torres-Dulce, que no creo que haya desinfectante suficiente para que se pueda usted borrar de las manos el rastro de tanta injusticia como está usted permitiendo que se perpetre.

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