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Miguel del Pino

Sócratas, Platona y Aristótelas

Anacronismo infantiloide en los libros de texto producto de la mezcla de ideología radical e ignorancia propia de alguna de las dirigentes feministas.

Anacronismo infantiloide en los libros de texto producto de la mezcla de ideología radical e ignorancia propia de alguna de las dirigentes feministas.
LD

Los profesores de Filosofía se muestran todavía más asombrados que indignados ante la ola de supuesto feminismo que trata de convertir los libros de texto sobre filosofía en proclamas de su ideología, al tratar de "machistas" a los más insignes filósofos de la historia.

"Para eso más vale que quiten la asignatura", se atreven a exclamar no resignados, sino desesperados. Solo el plante de profesores, editores de libros de texto y progenitores instruidos podría frenar esta invasión, peligrosísima, de la ideología ultrafeminista en los contenidos de las enseñanzas primaria y secundaria.

Las declaraciones de importantes filósofos, con Sabater a la cabeza, sobre la necesidad de reflexionar e impedir semejantes desviaciones ideológicas haciéndolas primar no ya sobre la ciencia, sino hasta sobre el sentido común, están siendo realmente brillantes: son los filósofos quienes califican de "anacronismo infantil" la intervención de las legas con poder en el diseño de los contenidos de los programas.

A veces es útil contener la indignación para tratar por reducción al absurdo temas que no merecen ser tomados en serio. Justifico así el título que he dado a mi columna de esta semana: Sócratas, Platona y Aristótelas, porque ¿quién nos asegura que no se trata de hombres, sino de "filósofas" a las que el desvío histórico machista nos ha querido presentar como varones?

Voy a hacer una salvedad respecto a Platón. Parece que no se trataba de un nombre propio sino de un apodo que significaba en su época "hombre de anchas espaldas", démoslo por bueno y aceptemos que Platón era un filósofo de género masculino, pero en cuanto a los demás, no solo entre los filósofos clásicos, sino entre los hombres de toda la historia del pensamiento ¿no serán un constructo del machismo dominante a través de los tiempos?

No solo la filosofía; todas las áreas del pensamiento se encuentran amenazadas por esta oleada de interferencias ideológicas que no reconocen límites ni razonamientos.

Pasando pues de la filosofía al terreno al que he dedicado mi vida profesional: la ecología, parece que la palabra más empleada en lo referente a la naturaleza es "sostenible". Este término procede de una mala traducción del inglés, como tantas otras veces. No se trata de sostener nada, sino de dejar que funcionen los mecanismos naturales. Lo que al parecer quisieron decir los pioneros al introducir el término en la nomenclatura ecológica fue "duradero". La necesidad de funcionar de manera que no agote los recursos sí es realmente incuestionable.

Junto al mantra de la sostenibilidad aparece con profusión abrumadora el "cambio climático". Ni en pleno padecimiento de una guerra terrible, a la vista de las consecuencias energéticas que esta acarrea y de la amenaza de hambrunas, especialmente en África, somos capaces de apartar esta falacia de nuestra declaración de prioridades ambientales.

Junto al "cambio climático" y la lucha contra el mismo, parece que está presta para saltar a las páginas de los libros de texto la inefable Greta Thumberg; la tristísima historia de una niña manipulada, no solo por los poderes interesados en el "terror del clima", sino por sus mismísimos padres sigue camino de la "santificación ecologista". Demos gracias de que al menos salvara la vida en aquella demencial travesía del Atlántico en catamarán "ecológico".

La aberrante falta de escrúpulos de quienes llegaron a manipular a una niña fanatizada para convertirla en abanderada de sus intereses corre pareja con su abandono de los escenarios científicos para integrarse en el de la militancia política, por supuesto izquierdista. Putin, y sus intereses expansionistas, tienen mucho por lo que responder en este sentido.

Ni que decir tiene que muchísimas mujeres científicas, pensadoras, humanistas, artistas, escritoras, médicas y enfermeras (qué acierto el de recordar a Isabel Zendal por parte de la Comunidad de Madrid), esperan justicia para que sus nombres se incorporen a la relación de personalidades dignas de conocer por la adolescencia: propondré un nombre dentro del mundo de la educación ambiental: Lynn Margulis, autora de la teoría de los cinco reinos (Moneras, Protoctistas, Hongos, Vegetales y Animales), así como de la correspondiente de la simbiosis entre protoctistas que condujo a la célula eucariota.

Parece que la Comunidad de Madrid anuncia su intención de ser inflexible a la hora de eliminar la ideología de los libros de texto. Solo tal declaración de intenciones resulta reconfortante, pero hay que confiar también en los profesores, que deberían negarse en bloque a impartir en clase tales disparates, a los editores y libreros, cuyos legítimos intereses económicos están en peligro de que sus productos sean sustituidos por la consulta a la no siempre fiable Wilkipedia, y en definitiva a todo el que esté dispuesto a luchar contra la ideología del disparate.

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales

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