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Pablo Molina

Nuestros bidenitas

Nuestros bidenitas odian a Trump por los mismos motivos que odiaban a Reagan, a Thatcher o a Juan Pablo II.

Nuestros bidenitas odian a Trump por los mismos motivos que odiaban a Reagan, a Thatcher o a Juan Pablo II.
Joe Biden. | youtube

Joe Biden es un político norteamericano que ha enriquecido a su familia a través del tráfico de influencias y cuyo hijo, principal beneficiario de estos trinques millonarios, arrastra un penoso historial de ultrajes a las mujeres que han tenido la desgracia de dar con él. El propio candidato demócrata es un tipo repugnante que abraza y toquetea de forma inapropiada a las niñas, como ha dejado constancia en numeras ocasiones ampliamente documentadas. Tenemos, pues, a un millonario de la política, sospechoso de corrupción a gran escala, con una estirpe profundamente machista y ciertos ribetes pedófilos. En consecuencia, la izquierda española desea con toda su alma que gane las elecciones de EEUU.

Cuando se produce una contradicción profunda y constante entre las creencias personales y la manera de comportarse de los líderes a los que se admira se generan estados de ansiedad que pueden desembocar en neurosis muy serias, pero dejemos de hablar de la gente que vota a Podemos y vamos con Trump.

¿Por qué odian nuestros progres a Trump? En primer lugar porque denigrar al presidente estadounidense es un gesto muy trendy, que hace quedar bien en cualquier reunión social. Esto es francamente divertido, porque cuando das con una reunión de progres a la violeta y sueltas la bomba de que admiras a Donald Trump, se produce tal silencio que hasta es posible escuchar los chispazos eléctricos de sus cerebritos tratando de no colapsar.

En el fondo debería importarnos solo relativamente el resultado de las elecciones de un país con el que no tenemos vínculos significativos desde que Aznar salió de la Moncloa, pero la izquierda odia tan locamente a Trump que su derrota es el primer ítem en su lista de deseos para este final de ejercicio.

Nuestros bidenitas odian a Trump por los mismos motivos que odiaban a Reagan, a Thatcher o a Juan Pablo II. Todos ellos hicieron retroceder al marxismo cultural varias décadas y eso duele mucho, como ha reconocido públicamente una conocida maleante podemita. Biden, en cambio, saben que la hará avanzar.

Los izquierdistas actuales son tan descarados que ya ni siquiera guardan las apariencias. Deberían tomar ejemplo del inolvidable Pepiño Blanco, que se abstuvo prudentemente de manifestar su apoyo a Obama en 2008 para no interferir en las elecciones norteamericanas. A estos de ahora ya les da igual trastocar el voto de los rancheros de Kentucky o los ganaderos de Montana. Qué vergüenza dan.

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