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Presente y pasado

César Alonso de los Ríos supo verlo

El artículo de Juan Luis Cebrián titulado pomposamente –así es el hombre– "Barbarie, religión y progreso", ha recibido merecidas burlas, pero no debe tomarse a broma. Pues aunque consiste en una simple majadería adobada con odio a España, contiene verdadero peligro. Peligro porque el autor, por chiflado que parezca, es un hombre de poder, de mucho poder: la eminencia gris inspiradora de las fechorías de Zapo y los suyos. Fue un artículo suyo el que hundió el Pacto Antiterrorista y los intentos de colaboración del PSOE con el PP contra la ETA y los separatismos liberticidas, transformándola en colaboración con los separatistas y la ETA contra el partido que entonces defendía la unidad de España y la democracia. Y en su libro de charletas con Felipe González marcaba la orientación general para el PSOE. Lo demás ha seguido: la legitimación del asesinato como medio de obtener inmensas ganancias políticas a costa del estado de derecho, los estatutos balcanizantes y otros premios a la ETA así como al terrorismo y al extremismo islámico, el acoso a la familia y a la Iglesia, la alianza con las tiranías más detestables del globo, las insidias contra Israel y la defensa del poder nuclear para Irán…

Cebrián no propugna la "alianza de civilizaciones" entendida como una forma de entendimiento y coexistencia entre las culturas cristiana-democrática y la musulmana, sino como el socavamiento de la primera y el fortalecimiento de la segunda en la propia España. A ello se reduce el núcleo de su llamémosle pensamiento. Y en ello consiste su peligro, vista la doble estrategia islámica de penetración pacífica y chantaje terrorista, servida por una nutrida quinta columna. Nada de esto ocurre por causalidad. Alguien supo verlo, hace seis años:

El donjulianismo de la Izquierda

Como otras clarificaciones importantes, ha pasado inadvertido el artículo de César Alonso de los Ríos en ABC, "Don Julián, hoy", donde denuncia el tic antiespañol de buena parte de la izquierda. Juan Goytisolo, en su reivindicación del conde famoso fue, en efecto, el más claro formulador de ese talante, en realidad viejo: "la negación del suelo patrio, de las tradiciones, de la moral convencional, incluida la heterosexualidad... Quizá esta última nota fue la menos celebrada: se tomó como un dato puramente personal aun cuando la consigna de Goytisolo era bien clara: la revolución total, la traición total, el entreguismo total pasaba por la reconversión sexual".

¿Por qué Izquierda Unida o el PSOE están siempre tan dispuestos a aliarse y trabajar con los nacionalismos balcanizantes? En apariencia se trata de maniobras normales en el juego democrático, para arrancar el poder a la derecha, pero en realidad hay algo más profundo. El PNV es pura derecha, el partido más clerical, racista y, excluyendo a Batasuna, antidemocrático de España. En Cataluña, los jefes socialistas juegan a superar el nacionalismo al derechista de Pujol. Y en Galicia, el Bloque imita a Batasuna, bien que sin ETA gallega, por el momento. ¿Qué tienen de común esas alianzas? Tienen ese viejo reflejo donjulianista: debilitar o hundir a España, su unidad y tradiciones, es "progresista".

Cierto que, a menudo, quienes actúan así proclaman su fervor por "otra España", pero esa "otra" nunca pasó de invención fantástica y caprichosa, construida con meras y contradictorias buenas intenciones, combinadas con descalificaciones injustas y exaltadas de la historia real del país. No toda la izquierda, claro, ha sido o es así, pero la tendencia resulta muy fuerte, tanto más cuanto que la izquierda española ha sido y es, desde el punto de vista intelectual, prácticamente nula.

Las prédicas antiespañolas han tenido un terrible efecto desmoralizador, porque han sabido revestirse con el manto de la democracia y la libertad, sin haber recibido en muchos años una réplica a la altura, sino más bien un medroso silencio. De ahí la gravedad alcanzada por el problema del nacionalismo vasco, y por otros problemas. No es la primera vez que pasa, ni ha pasado sólo en España. Antes de la II Guerra Mundial, la mayoría de los universitarios ingleses, según las encuestas, no estaba dispuesta a defender a su país, lo cual hubo de animar mucho a Hitler. Después las cosas siguieron otro curso, pero sin duda aquella ola antipatriótica y pacifista contribuyó al desencadenamiento del horror. Confiemos en que aquí la reacción se produzca más a tiempo.

Pío Moa

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