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Presente y pasado

El timo de la "Diada" / Franco, "anodino político y mediocre militar"

En Época, el viernes pasado:

EL TIMO DE LA DIADA

En 1714, cuando la Guerra de Sucesión ya se había resuelto a favor del Borbón Felipe V, una parte de los catalanes (no "los" catalanes) siguió resistiendo en nombre del otro candidato a rey de España, el archiduque Carlos de Austria. Al parecer no les habían informado de que el archiduque era ya emperador y se había retirado de la pugna por el trono español. Tampoco les respaldaba Inglaterra, que se había declarado protectora muy interesada de los fueros catalanes, pero que, habiendo ganado tanto en aquella guerra, dejó en la estacada a sus "protegidos". Felipe V organizó un bloqueo naval de Barcelona, muy poco efectivo, y finalmente asedió la ciudad por tierra. Los barceloneses lucharon heroicamente durante dos meses "por su rey, por su honor, por su patria y la libertad de toda España", considerando que la nueva dinastía iba a esclavizar el país. La razón profunda de esta resistencia radicaba en que, cuando la secesión organizada por la oligarquía catalana algo más de medio siglo antes, los catalanes habían tenido ocasión de probar las excelencias de la tutela francesa y no querían oír hablar de algo parecido.

Dirigía la resistencia barcelonesa el general Antonio Villarroel, al parecer de origen gallego, y el alcalde Rafael Casanova, este más vacilante. En el asalto final, el 11 de septiembre de 1714, Casanova fue levemente herido y escapó vestido de fraile. Vencida la resistencia, se fundaron los "Mozos de escuadra" para perseguir la mezcla de guerrilla y bandolerismo que continuó un tiempo en la región. A los pocos años, Casanova obtuvo el perdón regio y volvió a trabajar provechosamente como abogado, adaptándose sin problemas a la nueva situación, en la que el rey abolió los fueros regionales. No solo se adaptaría él sino toda la población catalana, que olvidó enseguida el contencioso y prosperó extraordinariamente después de varios siglos de parálisis de Cataluña: a lo largo del siglo XVIII, Barcelona casi triplicaría su población y su riqueza, y no extraña que cuando otro Borbón, Carlos III, llegó a la ciudad procedente de Italia, fuera acogido con un entusiasmo que no encontró ese rey en ninguna otra ciudad.

Pues la causa de la anterior parálisis catalana radicaba precisamente en aquellos fueros medievales, hechos para privilegio de una oligarquía nobiliaria y de grandes comerciantes que exprimía al "pueblo menudo" con una crueldad inexistente en el resto de España, salvo quizá en Galicia. No es casual que las revueltas campesinas afectasen a Galicia, y más aún a Cataluña, mientras en Castilla el campesinado era comparativamente más libre y respetado.

La actitud de la oligarquía catalana con respecto a sus vasallos la expuso el pensador medieval Francesc Eiximenis: a aquella gente "bestial" había que tratarla con "golpes, hambre, y castigos duros y terribles". Habían pasado siglos desde Eiximenis, pero los "malos usos" oligárquicos continuaban, a pesar de las reformas introducidas por Fernando el Católico. Todavía a finales del siglo XVII los labriegos podían ser muertos impunemente, y se les prohibía recurrir a los tribunales del rey porque ello, afirmaban los señores, iría "en gran dany de la cosa pública i de la bona administració de la justicia". A tales abusos los llamaban "libertades de Cataluña".

A finales del siglo XIX los nacionalistas catalanes inventaron una historieta de su región en la que se pintaban los sucesos al revés. El españolista Casanova y los suyos no habrían luchado por un rey de España, sino tan solo por "las libertades catalanas", presentaban al primero como un mártir de ellas, y hasta decían que había muerto numantinamente. En su honor inventaron la Diada, la jornada del 11 de septiembre, para conmemorar cada año la pérdida de las tales libertades. Nada define mejor la calidad de su ideología que estos símbolos irrisorios. Como ocurre con el Euskadi de los nacionalistas vascos.

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**** Hay que entender la decadencia de España considerando las cumbres desde las que cayó, un hecho realmente sorprendente y difícil de explicar. En el siglo de la Ilustración, España no produjo nada excepcional, excepto el genio de Goya. El país se dividió entre unos ilustrados mediocres y sin ideas propias, pero con cierto sentido común a la vista del retraso del país en relación con las potencias pujantes de Europa,; y unos tradicionalistas que defendían los pasados méritos del país, pero sin aportarles una sola idea nueva y sin siquiera sentido común. La historia de España desde entonces se puede resumir en esta doble mediocridad (no por ello menos sangrienta en muchos casos) con algunos altibajos no demasiado acentuados.

**** Dice la Aido que quiere un nuevo modelo de masculinidad. La loquilla quiere, y como manda mucho, no queda sino obedecer, ya saben. De momento tiene tres modelos excelentes para sus deseos: Zapo el rojo, el Futurista o Pitoniso, y Zerolo. ¿Cuál será el hombre ideal para ella? Una combinación de los tres.

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**** Bueno, amigos del blog, he estado diez días de vacaciones en Atenas, ciudad muy variada, por así decirlo. Pasábamos por la línea de metro al Pireo (Pireás), para coger el barco a Egina, y en la estación sonaba suavemente, no sé de dónde salía, una melodía que me costó identificar: Amazing grace, himno religioso muy interpretado en Escocia, donde parecen considerarlo cosa suya:

http://www.youtube.com/watch?v=jkLXOWimMY8

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De Franco para antifranquistas:

"Le he visto pelear en África, y para mí, el general Franco llega a la fórmula suprema del valor: es hombre sereno en la lucha" (Indalecio Prieto)

"Apunta en tu diario que hoy, 29 de agosto (de 1938), profetizo la derrota de Franco". (Mussolini a Ciano)

Una faceta curiosa de la necia aversión a Franco es la continua desvalorización del mismo, a menudo desde la derecha. Unos personajillos sumamente anodinos, faltos de ideas y de valor, se hinchan para llamar "político anodino", a quien mantuvo al país al margen de la guerra mundial en condiciones extremadamente difíciles y peligrosas, y dejó un país próspero y reconciliado que todavía permite una democracia que ellos, los críticos de Franco están echando a perder miserablemente. Y con la misma naturalidad, esos expertos estrategas explican que uno de los raros generales que ganó prácticamente todas sus batallas, la guerra, y luego una difícil guerra de guerrillas, era un "mediocre militar".

Tanto Mussolini como el mucho más experto Hitler se equivocaron en muchas de sus apreciaciones sobre la conducción de la guerra civil española, mientras que Franco acertó en todos los casos y dirigió la guerra con gran economía de fuerzas (contra una idea común, la contienda fue poco sangrienta para lo que han solido ser en el siglo XX). Tuvo, además, que simultanear las operaciones militares con otras dos enormes tareas que ningún militar lleva a cabo normalmente: organizar un ejército y poner en pie un estado.

Mussolini hablaba a Ciano cuando estaba en marcha la batalla del Ebro, la que más ha sido criticada a Franco por su carácter frontal cuando tuvo la ocasión de envolver al ejército rojo operando por Cataluña. De atender a semejantes críticos "estrategas", Franco habría perdido la batalla, cuando lo cierto es que la ganó, y ello fue el factor que permitió después avanzar rápidamente por Cataluña (junto con el deseo de la mayoría de los catalanes de salir de la pesadilla a que los había llevado el Frente Popular: en ningún sitio fueron acogidas las tropas nacionales con tanto entusiasmo como en Barcelona).

Y al hacer la crítica desde el plano puramente militar, se olvida el plano político, en unos momentos en que estuvo muy cerca de estallar la guerra europea, que Franco temía más que cualquier otra cosa, tanto por la amenaza de invasión francesa como porque consideraba que de tal guerra solo saldría vencedor Stalin. Franco declaró que en una conflagración entre las potencias fascistas y la democracia, permanecería neutral, algo que revela una independencia de sus aliados incomparablemente superior a la del Frente Popular con respecto a Stalin. Avanzar directamente por Cataluña en aquellas circunstancias habría sido aumentar los riesgos, mientras que, una vez calmada la situación europea, llegar a la frontera francesa dejó de representar un peligro.

Por lo demás, la batalla del Ebro, la más sangrienta de la guerra, tampoco lo fue mucho: supuso unas cien mil bajas (muertos y heridos) entre los dos contendientes. De estos, suelen estimarse en 6.500 los del bando nacional, y entre el doble y el triple los del bando rojo, durante casi cuatro meses de combates.

Cabe observar que Mussolini fue uno de los principales factores en la derrota de su amigo Hitler, a la que también contribuyó notablemente la neutralidad de Franco.

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