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Presente y pasado

La democracia en España

Es curioso que un país que tanto aportó al pensamiento pre liberal y predemocrático en los siglos XVI y XVII haya tenido posteriormente tantos tropiezos con la democracia liberal. Probablemente las causas son circunstanciales: la preocupación en el Siglo de oro fue la libertad (la oposición al tirano, el origen del poder en Dios, pero a través del pueblo, etc.), mientras que en el siglo XVIII la preocupación fue la "felicidad de los súbditos", en medio de una decadencia de la universidad no compensada por otras instituciones. Hubo un corte intelectual y no pudo desarrollarse una tradición de pensamiento. De modo que cuando las ideas liberales llegaron a España lo hicieron demasiado ligadas a la invasión francesa, al odio a la religión, etc., por lo que grandes masas del pueblo las rechazaron, sin que se crease una doctrina equilibradora. La decadencia universitaria alcanzó su máximo, y la crítica de Donoso Cortés, aunque ingeniosa y en algunos puntos acertada, fue falsa en lo que respecta al liberalismo, y no daba ninguna alternativa política realista, salvo la demasiado realista profecía de la lucha intransigente entre socialistas y católicos.

Pero, a mi juicio, fue el "desastre" del 98 el origen de los problemas que se arrastraron en el siglo XX y que renacen hoy, cuando parecían superados. A partir de entonces, movimientos mesiánicos como el socialismo, el terrorismo anarquista y los separatismos dejaron de ser pequeñas capillas y tertulias para convertirse en movimientos políticos influyentes. Lo grave es que solían enarbolar banderas democráticas, cuando su fondo doctrinal y aspiraciones eran radicalmente contrarios. Ese movimiento coincidió con otro: el abandono del régimen y el pensamiento liberales por los principales intelectuales del momento. Fue una nueva quiebra moral y cultural que, en conjunción con el auge de los mesianismos, opuso la idea de España a la de la democracia y abocó inevitablemente al choque entre "las dos Españas".

Urge, por tanto, arrebatar de una vez por todas la bandera de la democracia a los enemigos de España. Y un aspecto importante de la tarea, aunque no único, consiste en la clarificación de nuestra historia reciente, tan inverosimilmente embrollada por dichos enemigos. Los cuales coinciden, y no puede extrañar, con los liberticidas.

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Un dato significativo: la total ausencia, no ya de autócrítica sino de simple análisis en el PP, después de estas elecciones.

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Este sábado, por la tarde, firmaré en la caseta de "Encuentro" de la feria del libro de Madrid, ejemplares de "La quiebra de la historia progresista. En qué y por qué yerran Beevor, Preston, Juliá, Viñas, Reig..."

En el libro trato de exponer por qué determinadas visiones de la historia no pueden ser aceptadas desde el respeto a los hechos o a la simple coherencia lógica. Es cierto, como dicen los cínicos, que cada cual interpreta el pasado como le parece o conviene. No es cierto, en cambio, que todas esas interpretaciones valgan lo mismo.

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