(Sobre una pregunta en el blog)
Savater empezó hace bastantes años como enfant terrible anarcoide, simpatizante de todo aquello que pudiera ir contra España, porque España, su historia y su unidad carecían de importancia a juicio de todos los progres, eran un tema “franquista”, “reaccionario”, “casposo”. Su experiencia con la chusma separatista le llevó a revisar muchas de sus posiciones y a auspiciar la vía más lógica y racional de la colaboración entre los dos grandes partidos para frenar la escalada terrorista-separatista, estrategia frustrada finalmente por los Cebrián, Zapo y compañía.
Con todo, la evolución de Savater ha quedado a medias. Hay clichés ideológicos adoptados en la juventud que se resisten a cualquier análisis o a la evidencia y terminan creando reflejos condicionados. Por ejemplo, el desdén hacia España, convertido en una práctica seña de identidad de la izquierda. Pero la integridad de España y la democracia son dos conceptos básicos para asegurar nuestro futuro, y la unión de los dos constituye el arma más formidable para arrostrar las graves amenazas que pesan sobre el país. Eso no acaba de verlo Savater, como tampoco los futuristas ni tantos políticos e intelectuales más.
Otro de esos clichés es la aversión a la Iglesia. Pero da la casualidad de que esta, al menos en su mayor parte, cumple hoy un papel de muy primer orden en la defensa de España y de las libertades. Esta evidencia debiera empujar a Savater y tantos más a revisar, siquiera moderadamente, sus viejas convicciones, así como la conducta tradicional de las izquierdas o la persecución religiosa. Los excesos eclesiásticos de los siglos XIX y XX han venido menos por iniciativa propia que por reacción a los excesos, a menudo criminales, de sus adversarios. Y sin duda existe en la Iglesia una tendencia fundamentalista a determinar la política y eliminar la aconfesionalidad del estado, pero se trata de una tendencia hoy por hoy insignificante. Nada más absurdo que hacer de ella un mundo, cuando la realidad es tan otra. Si en ese sentido existe un peligro, aún débil pero creciente, procede del islamismo, cuya expansión tanto protege el gobierno de las “civilizaciones”.
Imagino, y desde luego deseo, que los jefes e inspiradores de UPD y Ciudadanos no se detendrán en su revisión ideológica, máxime cuando la derecha tradicional del PP les ha abierto con sus dejaciones un espacio político tan amplio. Ya he dicho otras veces que considero a estos partidos una posibilidad de regeneración de la izquierda o, más propiamente, de creación por primera vez en España de una izquierda democrática e identificada con su propio país. No sé por qué no han unido sus fuerzas cuando se parecen tanto, supongo que por el sectarismo propio de todos los partidos; pero esa es una cuestión distinta.
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La tiorra miente. Como siempre.
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Insistamos, porque es la evidencia:
A la ETA le conviene Zapo.
A los separatistas les conviene Zapo.
A los islámicos les conviene Zapo.
A los zerolos les conviene Zapo.
A los tiranos del Tercer Mundo les conviene Zapo.
A los artistas de la subvención les conviene Zapo.
A España y a la democracia, NO.