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Presente y pasado

VII. Queipo de Llano y Carrillo, por ejemplo

A la progresía no le ha hecho gracia la publicación de las memorias de Queipo de Llano, porque Fernández-Coppel, su compilador, ha dicho que había que situar a Queipo "en su contexto", y tratarlo con "sus luces y sus sombras". Ellos prefieren opiniones contundentes y sin matiz alguno, como la de Bartolomé Clavero: "Queipo era un monstruo y eso estaba ya más que demostrado"; o la de Ian Gibson: "Fue un criminal y un energúmeno. Incitaba a matar y a violar en masa". La frase de Gibson suena extraña en quien "comprende Paracuellos" y, al estilo talibán, pide volar el Valle de los Caídos: siendo tan comprensivo, ¿no debería más bien felicitar a Queipo por imitar a sus héroes del Frente Popular? Y lo de Clavero, habrá que preguntar cómo considera a Carrillo, responsable de la mayor matanza de prisioneros de la contienda, del intento de volver a la guerra civil aprovechando la coyuntura tras la guerra mundial, y de muchas muertes más, incluso entre los suyos. Porque ocurre que los mismos que dicen detestar a Queipo por su represión, hacen doctor honoris causa a Carrillo, lo pasean, lo invita el gobierno, lo festejan Peces Barba y tantos más, compran y loan sus memorias... Lo cual demuestra que si odian a Queipo no es por los actos que le atribuyen, pues en otros personajes ni los toman en cuenta, sino solo porque el detestado general venció al Frente Popular en Andalucía. ¡Qué pueden importar crímenes y atrocidades a un Gibson el dinamitero, a un Casanova, a un Espinosa, a un Aróstegui, no sé si también a un Clavero...! No, hombre, no, lo que les enfurece es la derrota de los suyos, aunque, hipócritamente, exploten a los muertos para disimular y resucitar de paso viejos rencores, con vistas a sacarles tajada política.

Escribe Queipo en sus memorias: "Otra columna, en fin, ocupó Baena, en donde el salvajismo de la horda tuvo su mayor exponente: mujeres embarazadas a las que abrieron los vientres para sacar los fetos (...) niños que fueron colgados por los pies de los balcones, tras abrir sus vientrecitos, para recrearse viendo cómo caían a la calle los intestinos (...), violaciones de todas clases, asesinatos perpetrados con los mayores refinamientos de crueldad (...)". Y señala Fernández Coppel cómo 91 personas fueron allí muertas a hachazos por los amigos de nuestros historiadores lisenkianos. O las 24 personas quemadas vivas con gasolina en otro episodio. Y tantos otros hechos semejantes, aunque en aquella parte de Andalucía duraron poco. Por supuesto, Queipo y los suyos practicaron un castigo feroz sobre los culpables... y seguramente sobre muchos inocentes que simplemente estaban por allí. No se trata de disculpar la represión de Queipo, sino, como dice Fernández-Coppel, de situarla en su contexto, eso que a nuestros lisenkos de la historia tanto indigna por lo que muestra sobre el Frente Popular de sus amores.

Como señalé en el primero de estos comentarios, la represión de Queipo fue la "normal" en los dos bandos. Por desgracia, ambos practicaron el terror, como ocurre cuando los odios se desbocan y la ley cae por tierra. Y hoy sabemos perfectamente quiénes destruyeron la ley, abriendo paso al terror. Casanova me atribuye la versión de que "la república provocó la guerra". No sé si lee mal o le han contado un cuento. Fue la izquierda, y especialmente el Frente Popular, la que destruyó la república, arrasando lo que de democrático tenía esta, y con ello causó la guerra. Guerra deseada por los socialistas y otros muchos, aunque, claro, habrían preferido un desenlace distinto.

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**** Redondo Terreros: "Sólo se vencerá ETA con un acuerdo entre Gobierno y oposición"

Pues no. El gobierno de Aznar estaba acorralando a la ETA sin necesidad de acuerdo con el PSOE. Zapo pareció unirse a Aznar, pero solo para traicionarle mejor. El PSOE siempre ha colaborado con la ETA (¡tienen tanto en común!), con el cuento de la solución política. El terrorismo del GAL no fue una excepción, pues, aparte la corrupción de rigor, lo utilizaba para presionar y entrar en "negocios" con la banda. Lo que le faltó a Aznar fue, quizá, la denuncia pública y clara de esa colaboración, dejándose engañar por Zapo y su pandilla. Una denuncia coherente del PSOE habría entonces contribuido mucho a marginarlo y, con un poco de suerte, a hundir a este partido, la mayor plaga que ha soportado España desde hace más de un siglo. Ahora, en cambio, es el PP el que corre un riesgo creciente de hundirse.

**** En cuanto al PP, tres salidas: un golpe de timón por los aznaristas (llamémosles así) que expulse a la banda de los "hedonistas", lo que de momento no se ve por ninguna parte; una conversión total del PP en sucedáneo del PSOE, camino que hoy lleva aceleradamente; y una desintegración del partido al estilo UCD o algo así, tendencia también cada vez más clara (Galicia, Navarra...). La inepcia y pusilanimidad de los aznaristas hará que una de las dos últimas tendencias se imponga. De estas dos, la menos mala sería la última, porque permitiría, en principio, rehacer un partido algo decente.

**** Insisto a los lectores: lamentarse por la prepotencia progre en los medios no conduce a nada. Cada uno puede hacer cosas mucho más útiles que lloriquear. Piénsenlo.

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"La de España fue considerada una de las mayores victorias por los musulmanes, deslumbrados, según sus poetas, por su belleza, riqueza y fertilidad. Pudo darse entonces por concluida la existencia de España, a punto de transformarse en Al Ándalus. El triunfo produjo, no obstante, una mortal aversión de Muza hacia su subordinado Tarik, que había desobedecido la orden de permanecer quieto en el sur de la península. Surgió una feroz rivalidad entre ellos por la gloria y las riquezas, hasta el punto de que Muza, conquistador del Magreb, golpeó e hizo azotar a Tárik en Toledo. A su vez, Tárik informaba al califa de Damasco, Al Ualid, máxima autoridad político-religiosa del Islam, perteneciente a la familia de los Omeyas, acusando a Muza de codicia y arbitrariedad. Muza, además, practicaba el nepotismo colocando a sus hijos en los más altos cargos: a Abdelazis le cedió el gobierno de España. Ualid llamó a los rivales a Damasco, pero murió antes de la llegada de Muza. Su sucesor, Solimán, ordenó a Muza retrasar su entrada en Damasco, para no deslucir su propia accesión al poder, pero Muza, imprudentemente, le desobedeció, y entró en la ciudad en una auténtica apoteosis. El enfurecido califa confiscó todo el botín traído del ya anciano conquistador de España y lo paseó por Damasco, con una soga al cuello.

Entre tanto, Abdelazis, gobernador o valí de España, se había casado con la viuda de Rodrigo, Egilo. Trasladó la capital a Sevilla, la ciudad más grande y rica del país, donde había quedado lo más florido de la nobleza romana y parte de la tervingia, y adoptó, por influencia de Egilo, algunas formas del poder gótico, como la prosternación ante él, tomada a su vez de Bizancio. Corrió el rumor de que Abdelasis se había hecho cristiano en secreto, y unos conjurados lo degollaron y enviaron su cabeza a Solimán, quien la presentó a Muza, padre del asesinado, preguntándole por burla si la conocía. El califa también hizo morir a los otros dos hijos de Muza, que terminó falleciendo de melancolía mientras peregrinaba a la Meca.

Parece que algunos nobles godos y romanos se había refugiado en el norte, entre ellos un espatario de Don Rodrigo, llamado Pelayo, enemigo de los witizanos, que habían asesinado a su padre, Fávila o Fáfila. Supuestamente, Pelayo habría huido de Toledo escoltando una parte del tesoro, a Asturias adonde ya antes había escapado de Witiza. Asturias, aún débilmente dominada por los islámicos, había sido rebelde a Toledo, pero debió de darse algún acuerdo entre los refugiados y grupos de astures contrarios al poder árabe. Según la leyenda, el gobernador musulmán de Asturias, Munuza, se enamoró de Adosinda, hermana de Pelayo, el cual se opuso al enlace. Apresado y enviado a Córdoba, Pelayo se había fugado y vuelto al norte, donde se rebeló (quizá por segunda vez) con unos cuantos seguidores, en los agrestes Picos de Europa.

Munuza envió entonces contra él un destacamento al mando del general Alkama. Con él iba el obispo Don Oppas, uno de los witizanos, para tratar de convencer a los rebeldes. El encuentro se dio en Covadonga, en una fecha imprecisa entre 718 y 722, y comenzó con el célebre diálogo entre Oppas y Pelayo. El obispo le intimó: "Trabajas en vano. ¿Qué resistencia has de oponer en esta cueva cuando toda España y sus ejércitos unidos bajo el poder de los godos no pudieron resistir el ímpetu de los ismaelitas? Atiende mi consejo: retírate a gozar de los muchos bienes que fueron tuyos, en paz con los árabes como hacen los demás". Pelayo tenía otra opinión sobre los acomodaticios y colaboracionistas: "No quiero amistad con los sarracenos ni sujetarme a su imperio. Porque ¿no sabes tú que la Iglesia de Dios se compara a la luna, que estando eclipsada vuelve a su plenitud? Confiamos, pues, en la misericordia de Dios, que de este monte que ves saldrá la salud para España. Tú y tus hermanos, Don Julián, ministros de Satanás, determinasteis entregar a esas gentes el reino de los godos; pero nosotros, teniendo por abogado ante Dios Padre a nuestro Señor Jesucristo, despreciamos a esa multitud de paganos...".

La conversación pudo ser una invención posterior, o bien estar desfigurada, pero refleja circunstancias y actitudes del momento. Como fuere, la pequeña hueste de Pelayo, apoyándose en el escabroso terreno, logró aniquilar a las tropas musulmanas, de número ignorado, al mismo Alkama y probablemente a Oppas. Fue el primer revés algo serio de los musulmanes. Munuza residía en Gijón y trató de huir hacia el sur, pero los rebeldes los alcanzaron y mataron. Esta historia, aun si envuelta en leyendas, es en conjunto verosímil. Las imprecisiones de las crónicas han inspirado un sin fin de lucubraciones posteriores. Algunos estudiosos han considerado a Pelayo astur (pudo pertenecer a la nobleza hispanorromana), o, sin ninguna base firme, gallego de Tuy, o cántabro o hasta británico, o han negado su existencia, o han atribuido la rebelión a causas económicas (impuestos) obviando las políticas y religiosas, han hablado de "matriarcados", o calibrado la batalla como una escaramuza intrascendente, etc.

Sin embargo el fondo de realidad de los viejos relatos es evidente: en Covadonga, hacia el año 722, saltó la chispa de una rebelión que permitió fundar un reino independiente en la cercana localidad de Cangas de Onís, y luego ampliarlo hacia Galicia, Cantabria y Vasconia. Ese reino tomaría, desde el primer momento o desde poco después, carácter político como entronque con el reino hispano-godo y recuperación de la España perdida contra los "moros"; y religioso cristiano. La victoria de Pelayo ocurrió en una región romanizada y cristianizada, aunque más débilmente que otras zonas del país, y apoyándose en una masa local que llegó a compartir el proyecto político y religioso, pese a su tradicional oposición a los godos.

Las crónicas árabes conocidas, muy posteriores a las cristianas, menosprecian la acción y la explican como una derrota rebelde, aunque incompleta: "La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron [a los seguidores de Pelayo] diciendo «Treinta asnos salvajes, ¿qué daño pueden hacernos?". Pero, como reconoce melancólicamente el Ajbar Machmua, aquel supuesto desprecio les costaría muy caro, y los insurgentes "se convertirían en un grave problema". Pelayo arrebató a los árabes una extensa comarca de Asturias, incluyendo su ciudad más importante, la martítima Gijón, y su éxito le atrajo la colaboración de grupos cántabros, vascones y gallegos, volviendo todo el norte cantábrico muy inseguro para los musulmanes. También se convirtió en foco de atracción para cristianos españoles que vivían bajo poder árabe.

De todas formas se trataba de un reino muy precario, y la advertencia de Oppas tenía clara consistencia: ¿cuánto tiempo lograría resistir? Por fortuna para los rebeldes, los musulmanes no vieron entonces el alcance del foco norteño y dedicaron mayor esfuerzo a preparar la conquista de Francia. Pero allí, la anterior disgregación había sido superada por el caudillo Carlos Martel (Martillo) destacado militar –aunque no oficialmente rey– que había unificado los diversos reinos, extendiéndolos desde los Países Bajos hasta los Pirineos y por el sur de Alemania, hasta Austria. El ejército musulmán, siempre relativamente pequeño, consiguió avanzar hasta el centro de Francia, donde Martel lo derrotó en Poitiers, diez años después de Covadonga. No obstante, los árabes fueron capaces aún de conquistar gran parte de la Provenza y en 735 invadían la Borgoña, donde numerosos nobles establecieron pactos con ellos, al modo del conde Teodomiro y otros oligarcas en España. Martel tuvo que emplearse a fondo para acabar con la amenaza, y lo consiguió hacia 737, aunque fracasó en la Narbonense.

Para entonces, el foco español se había convertido en un peligro lo bastante grave para que los muslimes abandonaran sus empresas ultrapirenaicas y concentraran sus energías dentro de la península, con lo cual Francia y el resto de Europa quedó a salvo de nuevas invasiones árabes (salvo una menor, por Sicilia, un siglo más tarde)".

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Morfina Roja

ISBN: 978-84-96088-86-3
Autor: Cristina Losada
Precio: 18.00

Desde su polémico paso por el servicio de Urgencias del hospital de Leganés, el nombre del doctor Luis Montes está asociado a un sustantivo siniestro: muerte. Durante los cinco años que impuso su ley en Urgencias, decenas de pacientes fallecerían en circunstancias extrañas. En medio de aquel clima enrarecido, una denuncia anónima hizo saltar el nombre de aquel anestesista a las portadas de todos los periódicos. Valiente, polémico y riguroso, «Morfina roja» es el apasionante resultado de la investigación emprendida por Cristina Losada para desentrañar las claves de un misterio que ha conmocionado a la opinión pública española.

**** "Información definitiva sobre el Congreso de Cáceres anunciado ayer en el blog:

Hemos tenido que cambiar la fecha AL SÁBADO 15 DE NOVIEMBRE. Disculpad las molestias".

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– El FORO ERMUA se suma y apoya la manifestación convocada por la Mesa Por la Libertad Lingüística para el día 19 de octubre de 2008 a las 17:30 en La Coruña contra el monolingüismo burocrático y escolar.

– Llamamos a la población a que acuda masivamente a dar su apoyo a esta concentración, a abandonar la apatía, a convertirse en participantes activos en la vida política española y a luchar por la defensa de sus derechos.

– La utilización de las lenguas regionales desde las burocracias locales y autonómicas para fomentar la política de la identidad etnolingüística y el nacionalismo no sólo es contraria a la Constitución, sino que supone una severa restricción de la libertad individual y de los derechos de los ciudadanos, además de afectar negativamente a la economía y a la igualdad entre españoles y reducir el horizonte vital y de oportunidades de la población.

– La movilización ciudadana para hacer frente a esta política lingüística es absolutamente necesaria y el FORO ERMUA está dispuesto a fomentarla y apoyar cuantas acciones se realicen en este sentido por el movimiento cívico y los partidos políticos que quieran comprometerse.

– La sucesión de iniciativas para hacer frente al salvaje intervencionismo lingüístico son pasos en el buen camino; la concentración en Vitoria el día 20 de septiembre, la manifestación en Barcelona el 28 del mismo mes, el manifiesto en defensa del derecho al uso de la lengua común y otros manifiestos como el del Club Financiero Vigo, son indicadores de que los ciudadanos no estamos dispuestos a permanecer impasibles ante la imposición y restricción de nuestros derechos desde los ámbitos del caciquismo local más reaccionario.

– Es necesario continuar unidos en esta senda de reivindicación y movilizaciones no cejando hasta que nuestras libertades queden restablecidas y garantizadas.

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