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Santiago Navajas

Andalucía, ¿la Baviera española?

Del hecho de que en cuarenta años no haya habido alternancia en el Gobierno de Andalucía algunos deducen que la comunidad ha devenido una dictadura invisible.

Del hecho de que en cuarenta años no haya habido alternancia en el Gobierno de Andalucía algunos deducen que la comunidad ha devenido una dictadura invisible.
Susana Díaz | EFE

Del hecho de que en cuarenta años no haya habido alternancia en el Gobierno de Andalucía algunos deducen que la comunidad ha devenido una dictadura invisible. Como el México del PRI que denunció Mario Vargas Llosa. Pero cabe otra posibilidad. Que sea una democracia perfecta como la Baviera de la conservadora CSU, que elección tras elección repite Gobierno.

Según Popper, la democracia consiste en la alternancia en el Gobierno sin derramamiento de sangre. En Andalucía se ha dado un paso más allá en la teoría política: hay elecciones periódicamente pero se descarta el cambio de Gobierno. Alguien objetará que en Baviera fueron los primeros en inventar la fórmula de que nadie cambie para que nada siga igual. Pero Baviera es de las regiones más prósperas, innovadoras y ricas de su país, mientras que Andalucía es de las más pobres, subvencionadas y atrasadas de España. Algo no cuadra.

Un acercamiento a esta paradoja lo tenemos en un tuit del que debiera ser el líder de la oposición, Juan Manuel Moreno, del PP. A raíz de unas declaraciones de una compañera de partido que criticaba que, según los índices internacionales, los estudiantes andaluces sufren uno de los peores sistemas educativos de España y Europa, Moreno se despachó con esto:

Evidentemente, si los estudiantes andaluces están por debajo de la media (y, según recoge el Informe PISA, sufren un retraso de un año y medio respecto de sus compañeros castellano-leoneses, como denunciaba Tejerina), la culpa no es de ellos sino de la Junta, que dicta leyes, ordena metodologías y (mal)gasta un presupuesto. Ahora bien, si resulta, como afirma Moreno, que los estudiantes (y profesores) andaluces son de diez, entonces resulta lógico seguir votando a los genios de la Administración que han conseguido semejante portento, ni siquiera al alcance de Finlandia, Estonia y Singapur. Si Moreno se cree su propio tuit, entonces no tendrá más remedio que votar a Susana Díaz. Si no se lo cree, entonces está mostrando su incapacidad para ejercer una oposición consistente. En ambos casos debería dimitir.

El tuit de Moreno es sintomático de la ineptitud intelectual, la sumisión ideológica y la falta de coraje electoral que ha caracterizado a la oposición en la comunidad donde nacieron grandes líderes como Cánovas del Castillo, Felipe González, Castelar o Lerroux. De todos ellos solo queda esa hipérbole retórica y vacía, esa coba cobarde y hueca, de que los andaluces son "de diez". Sólo le ha faltado decir, imitando el soniquete falso de Javier Arenas, que son unos campeones. Y, en la lógica binaria de la Andalucía que ha hecho de Blas Infante el equivalente nacionalista de Sabino Arana y Companys, o estás con los socialistas o contra ellos. Corolario: Susana Díaz será una campeona. ¿No hay, entonces, ni alternativa ni esperanza? Continuará.

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