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Víctor Cheretski

El viejo juego del miedo

Dejemos el análisis del aspecto técnico-militar del armamentismo de Putin a los expertos de la OTAN y véamos su contenido político.

El mejor comentario sobre el asunto ya está hecho: “el presidente juega con el miedo humano, tanto fuera como dentro de su país”, según declaró días atrás el ajedrecista Gari Kaspárov. En el prestigiosos rotativo estadounidense, “The Wall Street Journal”, el ex-campeón mundial, que últimamente se dedica a la política, asegura que esta postura de Putin radica en “su pasado KGBista”.

La verdad es que el miedo por el “enemigo exterior”, la confrontación internacional y la carrera armamentista le servían de maravilla al antiguo régimen soviético. Justificaban el bajo nivel de vida de la población —por los gastos de la defensa— y el acoso a los “disidentes”, considerados “agentes ideológicos del enemigo americano”.

Pero la actual campaña de elogio en la prensa a los logros militaristas tiene un aspecto nuevo. Es una campaña sin precedentes: los antiguos mandatarios comunistas preferían mantener en secreto este tipo de “logros”. Esta vez es necesaria para el régimen, porque levanta el ánimo de los nacionalistas rusos, los primeros aliados de Putin. El sueño de un Ejército Rojo, el “más fuerte desde la taiga hasta los mares británicos” tal y como decía una canción estalinista, les parece cada día más vivo.

Se olvidan de los problemas de cada día: el paro, la miseria y la guerra en Chechenia. Todos los demócratas les parecen, de nuevo, “enemigos del pueblo”. Salen a las manifestaciones y llevan consigo, junto con los ídolos de Lenin y Stalin, el retrato del nuevo padre de la nación.

¡Viva Rusia! ¡Viva Putin! Estos lemas, por el momento, han borrado por completo los de hace diez años que pedían libertad y democracia.

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