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Víctor Cheretski

Renace la tradición bolchevique

La facción juvenil del partido presidencialista ruso, “Yedinstvo” (Unidad), se ha dirigido a la población con la iniciativa de organizar el próximo mes de abril “sábados de trabajo voluntario”. Se les propone a los ciudadanos salir en su día festivo de sus casas, con escobas y palos, para “limpiar las calles, plantar árboles y pintar bancos”. La idea ha sido acogida con un “enorme entusiasmo” por los trabajadores rusos, según informa la prensa oficialista. El alcalde de Moscú ha creado ya un “estado mayor” especial para dirigir los trabajos de los “voluntarios” en la capital rusa.

Cualquier ruso sabe muy bien de que se trata. La tradición de los “sabadillos rojos”, llamadas también “leninistas”, data de los primeros años de la revolución bolchevique. Un día festivo de 1918, los trabajadores de los talleres ferroviarios de Moscú fueron a trabajar gratis para reparar una locomotora. Eran tiempos de guerra y el jefe del joven Estado bolchevique, Vladímir Lenin, valoró altamente esta iniciativa. Dijo que era un “gran comienzo del trabajo comunista”.

Desde entonces y a lo largo de los 74 años de la época comunista, los rusos debían participar “voluntariamente” en este tipo de trabajos, siguiendo las indicaciones de su “gran líder”. Fueras quien fueras, ama de casa o científico, debías dedicar este día al trabajo de limpieza en la calle. No tenía mucho sentido, ni efecto económico, pero nadie protestaba por miedo a las represalias. Era una tradición sagrada del totalitarismo, cuando todo el mundo debía demostrar su lealtad al régimen.

Por supuesto, hoy en día, nadie menciona la palabra “comunismo”. La iniciativa de reanimar la tradición es “puramente patriótica”. Tampoco habrá las banderas rojas y retratos de Lenin que antes decoraban las calles donde trabajaban los “voluntarios”. Para animar a los participantes, las imprentas preparan millones de carteles con retratos del presidente Putin.

El periódico liberal “Vesti” opina, en estas circunstancias, que las autoridades rusas en su actual empeño por restaurar un imperio autoritario no tienen mucha iniciativa propia: la toman prestada del régimen anterior.

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