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Amando de Miguel

Ejercicios de politiqués

Efectivamente, puede que yo también practique el género de los eufemismos. No en vano fui bautizado en una iglesia consagrada a Santa Eufemia.

Me llega una profusión grande de correos sobre el asunto del accidente aéreo de Barajas, que ha alterado la opinión pública durante las últimas semanas de agosto. Hago gracia a los libertarios de todos esos comentarios por falta de espacio (no es un pretexto) y porque nos llevarían muy lejos de la cuestión lingüística que aquí no convoca. Sintetizo mi perecer, la parte que se relaciona con el uso oficial de la lengua. Es un lugar común decir que "un asunto tan grave no debe politizarse". Pero precisamente por ser de gravedad, por tener una dimensión colectiva, el asunto debe politizarse, puesto que resulta inevitablemente político. Después de todo, la regulación de la seguridad en el transporte es algo que corresponde a los gobernantes. Así pues, cuando nos parezca que las decisiones políticas son criticables, critiquémoslas. Nada de "dejar trabajar a los políticos" (o a los jueces, o a las comisiones de investigación), si eso significa silenciar a la opinión pública. Nada mejor para que trabajen bien los políticos que hacer oír nuestra opinión.

Lo primero que resulta criticable es esa reacción de los que mandan cuando se produce una catástrofe: "los periodistas que no se acerquen". El día del accidente daba pena ver a los periodistas reportar a varios kilómetros del lugar del suceso. Esa reacción es una supervivencia de un régimen autoritario, que pervive en la mentalidad general más de lo que se quiere hacer creer. En este caso, además, se refuerza por el temor al terrorismo. Ante una catástrofe, las autoridades reaccionan inmediatamente como si fuera un acto terrorista y por tanto la seguridad exige el oscurantismo. No es una cadena lógica de reacciones, pero es la que se produce como consecuencia de la mentalidad autoritaria. En el accidente de Spanair estaba fresca la memoria del atentado de la T-4 de hace unos años. El resultado es el mismo: las instancias oficiales alzan todas las barreras informativas. Tal mutismo es compatible con el deseo de los políticos de aparecer en la televisión. Se sitúan ante las cámaras para expresar "condolencias" (antes era "pésame"), ocultar los "cuerpos" (antes eran "cadáveres") y felicitar a los bomberos, ambulancias y "cuerpos y fuerzas de seguridad" (antes la "policía"). Hay más logros del politiqués, los "muertos" son las "víctimas" y esos muertos son "los protagonistas".

Mala conciencia la de los políticos cuando suponen que ellos van a tener la culpa de los atentados terroristas. Lo que temen no es tanto esa atribución de culpa como la posibilidad de recibir críticas.

Otra reacción oficial ante un aparatoso accidente (de los políticos, de los responsables de la empresa, de los técnicos) es asegurar que todos los controles habían funcionado bien y que, por tanto, el accidente no debía de haberse producido. Lamentablemente se produjo; luego algo no funcionó. Nunca lo sabremos como no sabemos bien todavía quién mató a Prim o las responsabilidades del expediente Picasso (no el pintor). Los secretos de la Historia suelen ser obstinados.

Manuel Morato Moreno me envía algunas interesantes aportaciones para el hipotético Diccionario del politiqués:

  • Delegado o delegada de Movilidad (= Concejal de Tráfico).
  • Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa (= Consejería de Industria).
  • Vicedirector de Ordenación Académica (= Jefe de Estudios).

Hug Banyeres opina que le parece "sumamente discreto" por mi parte llamar "eufemismos" a las sandeces del politiqués, por ejemplo, las que recogía Antonio García Vilanova. Efectivamente, puede que yo también practique el género de los eufemismos. No en vano fui bautizado en una iglesia consagrada a Santa Eufemia. Don Hug recoge una sandez más, la de la ley de Educación que llama panel practical de conocimientos a la humilde "pizarra" escolar.

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