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Amando de Miguel

Bibliografía

Muchos visitantes de este huerto de las palabras me solicitan que les proporcione mis fuentes, es decir, los diccionarios y otros libros de referencia con los que trabajo. En anteriores misivas he ido desgranando algunos de esos títulos. Tampoco quiero ser pesado. Este huerto debe seguir siendo el locus amoenus (una especie de jardín encantado o paraíso terrenal para andar por casa) que pretende ser. Por cierto, qué extraña idea debemos de tener los españoles de los jardines cuando decimos que “nos hemos metido en un jardín”. Queremos indicar que nos estamos liando en un asunto del cual no sabremos cómo salir. Espero que la visita a este huerto, jardín o corralillo de las palabras sea tranquilo y placentero, aunque a veces nos tiremos los diccionarios a la cabeza. Esa es la prueba de la contundencia de las fuentes.
 
He citado varias veces los lexicones más clásicos o generales. Hoy quisiera añadir una nota sobre algunos diccionarios especializados. Son tres que acaban de salir, practiquísimos y complementarios. Apunten: (A) Diccionario. Tecnologías de Información y Comunicación, (B) Diccionario Lid. Construcción e Inmobiliario, (C) Diccionario Lid. Comunicación y Márketing. Los tres llevan el sello de la editorial LID, especializada en cuestiones de empresa. El A está dirigido por Marcelino Elosua y Julio Plágaro. Contiene definiciones de unos 8.000 términos relacionados con las nuevas tecnologías, medios de comunicación y mundo empresarial. Las voces se presentan con su equivalencia en inglés y en francés. Ha sido una alegría encontrar “emilio” como adaptación popular del “mensaje de correo electrónico”. No me importaría que se introdujera la transcripción más corriente de imeil, aunque se desesperen los libertarios digitales más puristas.
 
El B es un diccionario aún más especializado, que incorpora las equivalencias en inglés, francés y alemán. Lo dirigen Luis de Villanueva, Marcelino Elosua y Santiago Vera. Trae muchos términos de Urbanismo y Domótica. Lástima que no incluya la voz Oicotrónica (inventada por mí un poco en broma), que sería la Electrónica aplicada a la vida cotidiana.
 
El C se concentra en los términos relacionados con el márquetin y la publicidad. Lo dirige Antonio Caro y Marcelino Elosua. Trae equivalencias en inglés. Aunque se dice Marketing en el título, no incluye ese término en las entradas. Yo preferiría márquetin, como realmente se pronuncia. El diccionario se inclina por “mercadología” como traducción del inglés marketing. Puestos a componer un neologismo, hubiera sido más propio “mercatología”. El diccionario de Seco y colaboradores admite mercadotecnia, que es un horror. El B de LID dice que “mercadotecnia” se utiliza más bien en Hispanoamérica.
 
Dado que en esta seccioncilla abundan las consultas sobre las cuestiones tratadas en los diccionarios A, B y C, aquí tendremos ocasión de discutir con argumentos de autoridad. Seguiré con mi manía de referirme constantemente al latín y al inglés para contrastar los usos del español. No se me considere por ello un pedante, excepto en su prístino sentido del esclavo que acompaña a los niños en sus viajes cotidiano a la escuela. Escuela para los griegos privilegiados era un lugar donde los niños se lo pasaban estupendamente. Aquí decimos “corralillo”.
 
Para que se vea lo útil que es el conocimiento del lenguaje económico, transcribo un texto que me envía Miguel Núñez Sheriff. Es un texto publicitario de la empresa Comparex, una de las afectadas por el incendio del edificio Windsor en Madrid. Así pretende conseguir clientes: “Comparex centra el diseño de sus soluciones para dar respuesta a los requerimientos de los procesos de negocios de sus clientes. Sobre estos requerimientos se realiza un diseño para su posterior implementación y finalmente se garantiza la disponibilidad y tiempo de respuesta basándose en acuerdos de nivel de servicio gestionados de manera centralizada. Este proceso, que abarca desde los parámetros puramente tecnológicos hasta los procesos de negocio, se sustenta en un ciclo de vida que permite la optimización de las inversiones realizadas o a realizar”. Comparto la opinión de don Miguel sobre ese texto: me parece un galimatías, un verdadero engendro. No me cabe en la cabeza cómo se pueden conseguir clientes con un texto tan risible.
 
Puestos a solicitar bibliografía rara, la de Leovigildo Martínez Arroyo (Almería) supera, con mucho, mis conocimientos. Me pide la referencia de una versión del Quijote en latín macarrónico. Por lo visto empieza así: “In uno loco manchego, cuyus nóminis non volo calentare cascos…”. Seguramente el Instituto Cervantes le puede dar noticia de esa divertida extravagancia. Espero tener noticia de la averiguación.

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